Seis mujeres que cambiaron la ciencia [ y seis libros al respecto ]

Marie Curie, Rachel Carson, Sally Ride, Grace Hopper, Rosalind Franklin y Jane Goodall son algunos de los nombres que debemos recordar a la hora de hablar de Ciencia. Los magníficos carteles realizados por Hydrogene nos ayudarán en la tarea de presentar a estas seis científicas, pues consiguen reducir a la mínima expresión la invaluable labor de estas profesionales extraordinarias e irrepetibles. Su pensamiento, apenas recogido en unas minúsculas y escasas citas, acompaña a estas breves biografías para acercarlas a quienes aún no conocen a seis de las científicas más importantes de todos los tiempos. Actualmente, muchos medios de comunicación, ya sea en formato físico (en papel) como en digital, incluyen a profesionales de muy distintas áreas o ramos en sus trabajos (ensayos, artículos de sociedad, de actualidad, de opinión) y multitud de páginas en la Red (incluyendo los ya famosos Doodles de Google) destacan la labor realizada por las mujeres en todos los campos. Algunos de estos lugares físicos (libros, mapas, manuscritos, revistas, folletos...) o virtuales (páginas web, blogs, foros...) son exclusivamente científicos o de género y ello hace que presten especial atención a su área (la Ciencia) o al género del profesional que ejerce en ese campo. La finalidad de dichas páginas no es otra que dar visibilidad a todas aquellas personas que en el ejercicio de su profesión se han visto relegadas a un segundo plano u olvidadas por no haber sido su tarea recogida o registrada debidamente por quienes eran los encargados de comunicar su legado.
MARIE CURIE
Marie Curie (1867-1934) fue una mujer polaca (de Varsovia), cuyo padre era profesor de física. En 1891, ella partió hacia París, donde cambió su nombre, Sklodowska, por el de Marie. En 1891 se matriculó en el curso de ciencias de la Universidad parisiense de la Sorbona. Pasados dos años, finalizó sus estudios de física con el número uno de su promoción. Ya nacionalizada francesa, en 1894 conoció a Pierre Curie. En ese momento, los dos trabajaban en el campo del magnetismo. Con 35 años, Pierre Curie era una brillante esperanza en la física francesa. Se enamoró enseguida de aquella fina y casi austera polaca de 27 años que compartía su fe altruista en la ciencia. El matrimonio tuvo dos hijas, una de ellas también ganó un Nobel: Irène Joliot-Curie y su marido, Frédéric, recibieron el Premio Nobel de Química en 1935 por la obtención de nuevos elementos radiactivos. Marie Curie estaba interesada en los recientes descubrimientos de los nuevos tipos de radiación. Wilhelm Roentgen había descubierto los rayos X en 1895, y en 1896 Antoine Henri Becquerel descubrió que el uranio emitía radiaciones invisibles similares. Por todo esto comenzó a estudiar las radiaciones del uranio y, utilizando las técnicas piezoeléctricas inventadas por Pierre, midió cuidadosamente las radiaciones en la pechblenda, un mineral que contiene uranio. Cuando vio que las radiaciones del mineral eran más intensas que las del propio uranio, se dio cuenta de que tenía que haber elementos desconocidos, incluso más radiactivos que el uranio. Marie Curie fue la primera en utilizar el término ‘radiactivo’ para describir los elementos que emiten radiaciones cuando se descomponen sus núcleos. En 1903 les concedieron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radiactivos, que compartieron con Becquerel. Marie Curie se convirtió así en la primera mujer que recibía este premio.
«En la vida no hay cosas que temer, sólo cosas por comprender; pues dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender.» (cit. 1457)
«Un científico en su laboratorio no es sólo un técnico: es también un niño colocado ante fenómenos naturales que le impresionan como un cuento de hadas.» (cit. 1458) 
«La vida no merece que uno se preocupe tanto.» (cit. 1459) 
«En la mayoría de escuelas se dedica demasiado tiempo a la enseñanza de la lectura y la escritura, y se mandan a los niños demasiados deberes, mientras que apenas se realización ejercicios prácticos para completar su formación científica.» (cit. 1460) 
«La ciencia la hacen personas, donde sea, en una buhardilla, cuando tienen el genio investigador, y no los laboratorios, por ricos que se construyan y se doten.» (cit. 1461) 
«Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo.» (cit. 1462) 
«No hay que temer a nada en la vida, solo hay que comprender.» (cit. 1463) 
«Convendría sentir menos curiosidad por las personas y más por las ideas.» (cit. 1464) 
Para entender mejor el pensamiento de esta científica, leer la siguiente biografía:
GOLDSMITH, B. Marie Curie, genio obsesivo. Edita Antoni Bosch, 2005. (Trad.: Maria Esther Rabasco) “La primera mujer en recibir el premio nobel y la única que lo recibió dos veces” reza el subtítulo del libro. El mito de Marie Curie -la pobre inmigrante polaca quien, gracias a su genio y a su obsesión por el trabajo, soportó años de vejaciones y esfuerzos para conseguir obtener radio, la luminosa panacea para todos los males de la tierra, incluido el cáncer- ha velado lo que realmente fue su vida de descubridora. La idea brillante pero controvertida de Curie fue que la radiactividad es una propiedad del átomo que podía emplearse para descubrir nuevos elementos. Aunque sus investigaciones le valieron dos premios Nobel y transformaron nuestro mundo, no consiguieron liberarla ni de los prejuicios de la comunidad cientifica, en la que las mujeres no eran bien recibidas, ni de los prejuicios de la sociedad francesa. Esta es la biografía de una mujer que intentó compatibilizar la ciencia, el amor y la familia. A partir de documentos jamás utilizados (cartas, diarios, entrevistas con la familia), Barbara Goldsmith, la aclamada escritora e historiadora, revela la mujer detrás del mito, ofreciendo un exuberante retrato de Curie, de sus sorprendentes descubrimientos y del precio que tuvo que pagar por haber alcanzado la fama.

RACHEL CARSON 
Rachel Carson (1907-1964) fue bióloga marina y sus escritos fueron precursores dentro del movimiento ecologista. Rachel Carson nació en una pequeña granja en Pensilvania. Su madre le inculcó el amor por la naturaleza. Comenzó a escribir historias sobre animales a los ocho años y publicó su primer cuento a los once. El mundo natural, en particular el océano, fue el tema principal de su lectura. Tanto en la escuela secundaria como en la Universidad, Carson fue un alma solitaria, aunque no dejó de contribuir con sus publicaciones. En 1929 se graduó con honores. Tras un curso de verano en el Laboratorio Biológico Marino, continuó sus estudios en zoología y genética. Carson continuó estudiando, después de su graduación, mientras trabajaba como asistente en el laboratorio de Raymond Pearl, para pagarse los estudios. Obtuvo su licenciatura en zoología en 1932. A petición de su mentora en biología, Mary Scott Skinker, aceptó un puesto temporal en el Departamento de la U. S. Fish and Wildlife Service (Administración de Pesca y Vida Salvaje) para escribir una serie de programas radiales de siete minutos sobre la vida acuática. Debido al éxito de la serie, le encomendaron escribir la introducción para un folleto sobre el trabajo del Departamento con lo que se aseguró un puesto permanente. A partir de su investigación y las de otros biólogos, escribió una serie de artículos para el Baltimore Sun y otros periódicos. A mediados de los años 40, Carson comenzó a preocuparse por el uso de pesticidas elaborados con el financiamiento militar de la ciencia desde la Segunda Guerra mundial y en 1945 descubrió el DDT, pero ninguna publicación se interesó por el tema hasta 1962. Su libro El mar que nos rodea (1951), además de convertirse en best seller y adaptarse para un documental, le valió el reconocimiento como escritora. Sus dos libros siguientes formaron una trilogía que explora la vida marina en toda su extensión. El éxito le dio seguridad económica con la que finalmente pudo dejar su trabajo en 1952. En 1955 completó el tercer volumen de su trilogía marina, La orilla del mar, sobre los ecosistemas costeros. La crítica recibió el libro con grandes elogios. A partir de entonces se involucró con varias organizaciones conservacionistas. Carson comenzó un proyecto de cuatro años, recabando ejemplos de daños ambientales a raíz del DDT. Llamó a los pesticidas biocidas, ya que sus efectos raramente se limitan a los insectos que intentan erradicar. Carson predijo el aumento de consecuencias nefastas futuras, especialmente cuando los insectos en cuestión desarrollan resistencia a los pesticidas, mientras que los ecosistemas se debilitan cada vez más y se convierten en víctimas de otras especies invasoras. Aunque Carson recibió innumerables invitaciones, apenas pudo aceptar unas cuantas, ya que su salud se deterioró cada vez más, hasta que en 1964 comenzó con problemas respiratorios. Murió de un ataque cardíaco ese mismo año, un mes y medio antes de cumplir 57 años. Primavera silenciosa sentó las bases para que nadie pudiera vender contaminación bajo el pretexto de progreso, además de tener una fuerte influencia en el origen del ecofeminismo. Carson recibió varias distinciones en vida. A su muerte fue galardonada con la Medalla presidencial de la libertad, por Jimmy Carter, el más alto honor en Estados Unidos además del uso frecuente de su nombre para premios de instituciones filantrópicas y educacionales.
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«Se le pide a la población que asuma los riesgos que imponen quienes ponen en práctica el control de insectos. Es la población quien debe decidir si desea continuar como hasta ahora y sólo podrá hacerlo si tiene toda la información a su alcance.» (cit. 1078) 
«Aún se habla en términos de conquista. Aún no hemos madurado lo suficiente como para vernos como la parte infinitésima de un universo increíblemente vasto. La actitud del ser humano hacia la naturaleza es de fundamental importancia, simplemente porque hemos adquirido el poder funesto de alterar y destruir la naturaleza. Pero el ser humano es parte de la naturaleza y su guerra contra ella es, inevitablemente, una guerra contra sí mismo.» (cit. 1079) 
«Para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos.» (cit. 1080) 
Para adentrarse en el pensamiento de Rachel Carson lo mejor es leer su biografía:
BROOKS, P. Rachel Carson, precursora del movimiento ecologista. Editorial Gedisa, 1994. (Trad.: Salomón Merener ) En este libro apasionante, Paul Brooks pinta un retrato íntimo de esta notable escritora que nos enseñó el significado de la ecología, mucho antes de que se acuñara la palabra misma a partir de la raíz griega oikos = casa. Carson fue una divulgadora estadounidense que, a través de la publicación de la obra Primavera silenciosa (1962), contribuyó a la puesta en marcha de la moderna conciencia ambiental. Es notable la oposición que recibió este libro aun antes de su publicación, tanto por instancias oficiales como por la industria, llegando a ser acusada de comunista. El libro tuvo una enorme influencia, proporcionando unidad y fuerza a lo que hasta entonces era una conciencia incipiente y dispersa, ayudando a que se cristalizara el movimiento ecologista. Publicó muchos artículos y varios libros sobre temas marinos, que llegaron a tener el mayor de los éxitos entre los críticos y el público general. Su obra marca el momento en que socialmente se comprende que la naturaleza es un todo complejo, cuyas partes están intrincadamente relacionadas, y que las consecuencias indirectas de cualquier acción, también para la salud humana, son difíciles de predecir y deben ser vigiladas.
GRACE HOPPER
Grace Hopper (1906-1992) no sólo fue científica, también fue una militar estadounidense, con grado de contraalmirante, considerada una de las pioneras en el mundo de las ciencias de la computación. Fue la primera programadora que utilizó el Mark I y, entre las décadas de los 50 y 60, la que desarrolló el primer compilador para un lenguaje de programación. También propició métodos de validación. Era conocida entre sus amistades por el sobrenombre de Amazing Grace. Hopper nació en Nueva York y estudió en varias escuelas privadas para mujeres. En 1924 ingresó en el Vassar College de Nueva York, donde estudió matemática y física, graduándose con honores en 1928. Poco después, obtuvo una beca para cursar matemática en la universidad de Yale, donde se graduó en 1930. Le ofrecieron un puesto como asistente en el departamento de matemática de Vassar College, en donde permaneció hasta 1943. Mientras continuó sus estudios en Yale, donde se doctoró en matemática en 1934. A lo largo de su carrera, Hopper fue muy demandada como oradora en eventos relacionados con la informática. Era conocida, además, por su animado e irreverente estilo de oratoria, así como por sus historias de la guerra. Falleció mientras dormía en su domicilio de Arlington, Virginia, el 1 de enero de 1992 a los ochenta y cinco años. Fue enterrada con todos los honores militares el 7 de enero en el cementerio Nacional de Arlington.
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«Un barco en el puerto es seguro, pero no es para eso para lo que se construyen las naves. Navegad en el mar y haced cosas nuevas.» (cit. 2757) 
«Para mí la programación es más que un importante arte práctico. También es un desafío gigantesco en los fundamentos del conocimiento.» (cit. 2758) 
«Siempre he estado más interesada en el futuro que en el pasado.» (cit. 2759) 
Para entender el pensamiento de Grace Hopper te recomiendo leer la siguiente biografía:
BEYER, K. Grace Hopper and the Invention of the Information Age (Lemelson Center Studies in Invention & Innovation Series). Mit Pr, 2012. (No ha sido traducido al castellano) Gracias a Kurt Beyer la historia podrá recordar a una de las pioneras de la tecnología. Durante la Segunda Guerra Mundial se construyeron los primeros ordenadores y el ejército estadounidense contrató a mujeres para hacer en ellos los cálculos matemáticos que antes hacían a mano. Al frente del Eniac, el primer ordenador electrónico, estaba Betty Synder dirigiendo un equipo de cinco computadoras más; al del Harvard Mark I, Grace Hopper. Hopper, que se había doctorado en Matemáticas en Yale y trabajaba como profesora universitaria, se empeñó en ingresar en la Marina cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. No cumplía los requisitos de edad ni físicos (tenía 34 años y pesaba menos de 50 kilos), pero su conocimiento en matemáticas era importante. Obtuvo un permiso especial, ingresó y su primer destino fue, precisamente, la “nave en tierra”: la Marina utilizó el Harvard Mark I para calcular los ángulos de alineación de la artillería. En este libro, Kurt Beyer nos muestra a la auténtica Hopper, una mujer vibrante y compleja cuya carrera marcha en paralelo a la trayectoria meteórica de la industria de la computación de la posguerra. El mayor logro técnico de Hopper fue crear algunas de las herramientas que permitieron a los seres humanos comunicarse mediante los ordenadores en términos distintos de unos y ceros.
SALLY RIDE
Sally Ride (1951-2012) fue una física estadounidense y astronauta de la NASA que en 1983 se convirtió en la primera mujer de Estados Unidos en alcanzar el espacio exterior. Llegó a ser, además, jugadora profesional de tenis en su país. A finales de la década de 1970 respondió a un aviso de prensa que solicitaba voluntarios para el programa de la NASA, dando inicio así a su carrera espacial. En el espacio, Ride fue antecedida por dos mujeres soviéticas, Valentina Tereshkova (1963) y Svetlana Savitskaja (1982), convirtiéndose ella en la tercera mujer que alcanzaba el espacio exterior. Ride recibió numerosos honores y premios, entre ellos el Premio Jefferson de Servicio Público, el Premio von Braun, el Eagle Lindbergh, y el premio del NCAA Theodore Roosevelt. Se la introdujo en el Salón de la Fama Nacional de la Mujer, y el Salón de la Fama de Astronautas, y fue galardonada en dos ocasiones con la Medalla de Viajes Espaciales de su país. Sally Ride fue la única mujer que actuó en los comités que investigaron los accidentes del Challenger y del Columbia. Dos escuelas primarias en los Estados Unidos fueron llamadas como ella, en su nombre: Sally K. Ride Elementary School en The Woodlands, Texas, y Sally K. Ride Elementary School en Germantown, Maryland. El 6 de diciembre de 2006, se incluyó a Ride en el Salón de la Fama de California ubicado en el Museo de Historia, la Mujer y las Artes. Ride murió de cáncer el 23 de julio de 2012 a la edad de 61 años. 
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«La ciencia es divertida. La ciencia es curiosidad. Todos tenemos curiosidad natural. La ciencia es un proceso de investigación. Está haciendo preguntas hasta que da con un método.» (cit. 4790) 
«Por alguna razón, no sucumbí al estereotipo de que la ciencia no era para las niñas. Tengo el aliento de mis padres. Nunca me encontré con un profesor o un consejero que me dijese que la ciencia era para los niños. Muchos de mis amigos, sin embargo, lo hicieron.» (cit. 4791) 
El siguiente libro, de reciente publicación te acerca el pensamiento de esta interesante científica:
MACY, S. Sally Ride: Life on a Mission (A Real-Life Story). Aladdin, 2014. (No se ha traducido al castellano) Para la carrera de Ride como astronauta fue crucial la eclosión del movimiento feminista en la década de los años 70 porque fue en parte como respuesta a aquella movilización por lo que la NASA anunció en 1977 que iba a reclutar mujeres para ir al espacio. Sally Ride fue mucho más que la primera mujer americana en ir al espacio, fue una exploradora de la vida real y una aventurera cuya vida sirve de inspiración a todos aquellos que sueñan en grande. La gente sabe que Sally Ride fue la primera mujer astronauta estadounidense que viajó al espacio exterior, pero ignora que también fue una excelente jugadora de tenis de nivel internacional. Esta profesional de la física disfrutó de la lectura de Shakespeare y fundó una empresa que ayudó e inspiró a multitud de mujeres a seguir carreras en ciencias y matemáticas. Ride obtuvo, entre otros premios, la Medalla de la Libertad. De la juventud de Sally Ride destacan sus muchos logros e innovaciones en el espacio. La fascinante biografía fascinante de Sue Macy nos relata la historia de una astronauta pionera, pero también la vida de una exploradora cuya mirada en el cielo no conoció límites y, no conforme con observar, logró llegar a las estrellas para hacer realidad sus sueños.
ROSALIND FRANKLIN
Rosalind Franklin (1920-1958) fue una química y cristalógrafa inglesa autora de importantes contribuciones a la comprensión de la estructura del ADN, los virus, el carbón y el grafito. Rosalind Franklin es principalmente recordada por la llamada imagen del ADN obtenida mediante difracción de rayos X, que sirvió como fundamento para la hipótesis de la estructura doble helicoidal del ADN en la publicación del artículo de James Watson y Francis Crick de 1953. Tras su publicación constituyó una prueba crítica para la hipótesis. Más tarde, lideró varios trabajos pioneros relacionados con el virus del mosaico de tabaco y el poliovirus. Rosalind Franklin se graduó en la Universidad de Cambridge en 1941, no sin antes sortear la oposición paterna. Hizo estudios fundamentales de microestructuras del carbón y del grafito, un trabajo que le sirvió de base para su doctorado en química física, en 1945, en la Universidad de Cambridge. De 1947 a 1950 estuvo en París, en el Laboratoire de Services Chimiques de L’Etat, donde estudió la aplicación de técnicas de difracción de rayos X a sustancias amorfas. En 1951, regresó a Inglaterra para trabajar como investigadora asociada en el laboratorio de John Randall en el King’s College de Londres. Franklin, mujer de personalidad fuerte, mantuvo aquí una relación compleja con Maurice Wilkins, quien mostró sin su permiso sus imágenes de difracción de rayos X del ADN a James Watson y Francis Crick. Ninguna otra inspiración fue tan fuerte como ésta para la publicación por ellos, en 1953, de la estructura del ADN, tal como ellos mismos reconocieron. En febrero de 1953, a la edad de 33 años, Rosalind escribió en sus notas de trabajo “la estructura del ADN tiene dos cadenas”. Para ese entonces, ella también sabía que la molécula del ADN tiene fosfato hacia afuera y que existe en dos formas. Franklin falleció en 1958 en Londres a causa de un cáncer, posiblemente provocado por las repetidas exposiciones a la radiación durante sus investigaciones.
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«La ciencia y la vida cotidiana no pueden y no deben ser separados.» (cit. 2159) 
«En mi opinión, todo lo que necesitamos es creer que al llevar a cabo nuestro mayor esfuerzo tendremos éxito en nuestros objetivos, que no son otros que la mejora de la humanidad.» (cit. 2160) 
«Con frecuencia el Estado me acusa de haber desarrollado una perspectiva completamente unilateral y mirar todo en términos de Ciencia. Obviamente mi método de pensamiento y de razonamiento están influenciados por la formación científica que he recibido. Si ello no fuera así, mi formación científica habría sido una pérdida y un fracaso. Pero nos fijamos en la ciencia (o por lo menos hablamos de ello) como una especie de desmoralización e invención del hombre, algo separado de la vida real, que debe ser vigilado y separado de la existencia cotidiana con suma cautela. Pero la ciencia y la vida cotidiana no pueden y no deben ser separados. La ciencia, para mí -pues soy yo la primera en pensarlo así- da una explicación parcial de la vida. En la medida en que basa sus hechos en la experiencia y el experimento. Las teorías de uno son las que una y muchas otras personas encuentran más accesibles y, sobre todo, más fáciles de creer, pero hasta donde yo puedo ver, no tienen otro fundamento que la hoja que arroja a sus ojos una exposición más agradable de la vida (y una idea exagerada siempre de nuestra propia importancia).» (cit. 2161) 
Para entender el pensamiento de Rosalind Franklin lo mejor es leer la siguiente biografía:
MADDOX, B. Rosalind Franklin: The Dark Lady of DNA. Harper Collins Publishers, 2003. (Trad.: Maria Esther Rabasco) La biofísica inglesa Rosalind Franklin, autora de la Fotografía 51 en la que el mundo pudo observar por vez primera una imagen del ADN mediante técnicas de rayos X, será recordada siempre por la comunidad científica como una figura clave para la ciencia del siglo XX. Gracias a esta conocida imagen, las investigaciones de Watson, Crick y Wilkins culminaron en 1962 con el premio Nobel por el descubrimiento del ADN. Precisamente, Wilkins reconocería la labor de Rosalind Franklin a sus investigaciones (justo 4 años después de la muerte de la científica inglesa). Probablemente, Rosalind Franklin habría logrado llegar a las mismas conclusiones tan sólo unos meses mas tarde, pero nunca supo que una filtración de su trabajo había contribuido a desvelar el secreto de la vida. Franklin murió de un cáncer en 1958 a los 37 años. Cuatro años después de su muerte, en 1962, Watson, Crick y Wilkins se repartieron el Premio Nobel que para muchos también merecía Rosalind Franklin. Sin embargo el premio de la Academia sueca nunca se entrega a título póstumo ni puede compartirse entre tres personas… Rosalind Franklin destacó además en otro tipo de investigaciones, relacionadas con las microestructuras del carbón y el grafito. Fueron también relevantes sus trabajos sobre la estructura de los virus.
 JANE GOODALL
Jane Goodall (n. 1934) es una naturalista, activista y primatóloga inglesa que ha dedicado su vida al estudio del comportamiento de los chimpancés en África y a educar y promover estilos de vida más sostenibles en todo el planeta. Nacida en el seno de una familia modesta y de escasos recursos, desde pequeña soñó siempre con viajar a África, vivir entre animales y escribir libros sobre ellos. Viajó en 1958 a Kenia y conoció al paleoantropólogo Louis Leakey, quien le encomendó la misión de viajar a Gombe (Tanzania) para estudiar a los chimpancés salvajes. En 1960, tras observar el comportamiento de los chimpancés durante meses, un día descubrió a uno de ellos introduciendo un palo (que previamente había cortado y deshojado) en un termitero para sacar termitas y poder comerlas. Hasta ese momento se consideraba que la única especie capaz de utilizar herramientas era la humana. Con este descubrimiento, sus observaciones sobre la conducta instrumental de los chimpancés, sus hábitos de caza, su inteligencia, sus emociones y su personalidad individual revolucionaron la biología y nuestra percepción sobre los otros primates. Goodall es Mensajera de la Paz de Naciones Unidas y cuenta con más de 100 premios internacionales por su labor científica y su activismo ambiental. Fue galardonada en España con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2003. En 2008, fue investida como doctora “Honoris Causa” por la Universidad de Alicante y en 2009 por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En febrero de 2013, la APDDA (Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales) concedió a la primatóloga su primer Premio Internacional con motivo de su entregada vida al estudio y comportamiento de los chimpancés en África.
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«La tecnología por sí sola no basta. También tenemos que poner el corazón.» (cit. 2460) 
«La destrucción del hábitat está a menudo vinculada a la codicia y el materialismo del mundo desarrollado.» (cit. 2461) 
«Hoy día somos nosotros, los seres humanos, los culpables de que haya cada vez más especies en peligro de extinción.» (cit. 2462) 
«[El estudiar a los chimpancés] Me ha ayudado a comprender, tal vez más que ninguna otra cosa, lo diferentes que somos de ellos.» (cit. 2463) 
«Ahora que finalmente nos hemos dado cuenta del terrible daño que hemos ocasionado al medio ambiente, estamos extremando nuestro ingenio para hallar soluciones tecnológicas.» (cit. 2464) 
«¡Piensa cada día en las consecuencias de tus acciones, en lo que comes, lo que compras, en qué medio te mueves! Estos detalles tienen un gran significado. Si los consideramos, será un cambio sin precedentes. Tenemos el tiempo muy justo. ¡Hazlo ya!.» (cit. 2464) 
Para entender el pensamiento de esta interesante científica es mejor leer una de sus obras:
GOODALL, J (et alii). Otra manera de vivir. Cuando la comida importa. Debolsillo, 2008. Famosa por sus estudios del mundo de los primates y por sus muchos ensayos sobre el comportamiento animal, Jane Goodall hace un alto en el camino para escribir un libro que denuncia las grandes multinacionales dedicadas a la alimentación y nos proporciona unos consejos prácticos para reeducar nuestro cuerpo. Goodall habla aquí de la modificación genética de los alimentos, de la obesidad infantil, de la contaminación de los mares y de enfermedades que viven a la sombra de los intereses de las grandes multinacionales. Ante tanto disparate, la autora propone una «revolución civil» dictada por el sentido común y por el ejemplo de hombres como Percy Schmeiser, el campesino que tuvo el valor de enfrentarse a la gran empresa Monsanto y salió ganador. El respeto a la naturaleza y el cuidado de las necesidades reales de nuestro cuerpo son los temas que vertebran Otra manera de vivir, empezando por los gestos que nos acompañan en la vida cotidiana: frente a la comida preparada, alimentos biológicos, que son más caros pero nos ahorran muchas enfermedades; frente al despilfarro esnob de los restaurantes de moda, una frugalidad bien entendida, que sabe apreciar el sabor de un tomate cultivado sin aditamentos, y un pequeño esfuerzo cada mañana para no usar más agua de la necesaria para el aseo. Con palabras claras y contundentes, Goodall nos recuerda lo que deberíamos saber: que la Tierra es cosa de todos.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
AA.VV. Grandes científicos de la Humanidad (2 vol.) Espasa Calpe, S.A., Madrid, 1998.
CLARAMUNT VALLESPÍ, Rosa Mª y Teresa. Mujeres en ciencia y tecnología. UNED, Madrid, 2012. 
CORTÉS ZABORRAS, Carmen. Mujeres, ciencia y academia. Universidad de Málaga, 2016.
ERILL, Sergio. La ciencia oculta. Fundación Dr. Antonio Esteve, Barcelona, 2017.
RIBERA, Antonio. El mar, ese mundo fabuloso. Leyenda, aventura, historia y progreso. Círculo de Lectores, Barcelona, 1968. [Cap. 1. La Tierra, planeta marino, «La evolución de la vida en los mares», de Rachael Carson; pp. 16-18.] 
VERDEJO RODRÍGUEZ, Amelia. Mujeres matemáticas. Universidad de Vigo, 2017.
Fuente de la imagen de portada y de los carteles: Minimal Posters – Six Women Who Changed Science. And The World http://hydrogeneportfolio.tumblr.com/post/32224401551/minimal-posters-six-women-who-changed-science
Otras fuentes (y artículos de interés sobre Mujer y Ciencia): 
Los doodles de ‘mujeres con ciencia’
Cinco mujeres que destacaron en distintos campos de la ciencia