La Tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, de W. Shakespeare

Imagen | La Tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca

MONÓLOGO DE HAMLET
ACTO III

Ser, o no ser; he ahí la cuestión:
si es más noble soportar en la mente los golpes y flechazos de la fortuna adversa,
o tomar las armas contra un mar de dolores, y luchando darles fin.
Morir: dormir; no más;
Decir que con un sueño acabamos con las angustias,
Y mil desventuras naturales que son herencia de la carne,
Es un fin ardientemente deseable.
Morir, dormir; dormir: quizá soñar…
Ahí está el problema; pues en el sueño de la muerte, sueños pueden venir,
Cuando ya nos hayamos desprendido de esta vida turbulenta,
Que nos hagan considerar; ahí está el respeto que hace calamitosa una vida tan larga;
Pues, ¿quién soportaría los latigazos y desdenes del tiempo,
La injusticia del opresor, la injuria del orgulloso,
Los dolores del amor despreciado, la lentitud de la ley,
La insolencia del cargo, y el menosprecio que el mérito paciente recibe de los que nada valen,
Cuando él mismo pudiera crear su tranquilidad con un puñal desnudo?
¿Quién soportaría está carga, gruñendo y sudando bajo el peso de una vida hastiada,
Si no fuera porque el miedo de lo que hay más allá de la muerte
En el país desconocido de cuyos confines no retorna ningún viajero,
Desconcierta la voluntad y nos hace soportar los males presentes
Antes que volar hacia los que no conocemos?
Así la conciencia nos hace cobardes a todos,
Y así el colorido nativo de la resolución
Se torna enfermizo con el pálido tono del pensamiento,
Y empresas de gran elevación e importancia con esta consideración
Desvían sus corrientes torcidamente y pierden el nombre de acción. ¡Silencio ahora!...
FIN ACTO III
William Shakespeare
GARCÍA LÓPEZ, José. Historia de La Literatura Española y Universal (Antología). Sexto Curso (Colección Lope de Vega), Editorial Teide, S.A., Barcelona, 1963 (pp. 76-77) Libro de enseñanza de los viejos planes de estudio de mediados de los años 50 que recoge la historia de la literatura española y universal, reuniendo en su antología a diversos autores. En el plan de estudios de 1953 (del ministro Ruiz-Giménez) el bachillerato se dividió en dos partes: elemental y superior. El primero constaba de cuatro cursos entre los 10 y 14 años (después de la primaria, que se empezaba con 6 años), denominados 1.º, 2.º, 3.º y 4.º; y el segundo de dos cursos, para estudiantes de 15 y 16 años, llamados 5.º y 6.º curso. Ambos tenían un examen final de reválida (reválida de cuarto y reválida de sexto), que se hacía en un centro oficial, normalmente en un instituto dependiente del Ministerio de Educación. Los que seguían la enseñanza primaria obligatoria (de 6 a 14 años) podían hacer el bachillerato superior, aprobando la reválida de cuarto curso. Paralelamente existía el bachillerato laboral o técnico, creado en 1949 y dirigido a los alumnos que deseasen realizar estudios técnicos o profesionales. El bachillerato superior tenía dos ramas: de Ciencias y de Letras. Para poder realizar el examen de reválida (elemental o superior) había que tener aprobadas todas las asignaturas...