En 1980 ya circulaban por las librerías de nuestro país ejemplares traducidos —por José Ferrer Aleu, Jaime Zulaika, Adolfo Martín, Ramón Buenaventura y Jordi Fibla— de la obra de Philip Roth tales como El lamento de Portnoy (Bruguera, 1980), Cuando ella era buena (Bruguera, 1981) o La liberación de Zuckerman (Argos Vergara, 1981). Esta última, que posteriormente ha sido publicada por otras editoriales (Alfaguara, Seix Barral, Debolsillo...) bajo el título de Zuckerman desencadenado, pertenece a una serie de novelas cuyo protagonista es siempre Nathan Zuckerman, alter ego del autor. La editorial Galaxia Gutenberg reunió las primeras novelas con Zuckerman de protagonista en su trilogía Zuckerman encadenado de 2010 (La visita al maestro, 1979; Zuckerman desencadenado, 1981; La lección de anatomía, 1983) cuya obra completa un relato largo, a modo de epílogo, La orgía de Praga (1985). El resto de novelas en que aparece Zuckerman son La contravida, de 1986; Pastoral americana, de 1997; Me casé con un comunista, de 1998; La mancha humana, de 2000 y Sale el espectro, de 2007.
En este caso nos interesa especialmente la Trilogía americana de cuya traducción al castellano se encarga Jordi Fibla Feito (Barcelona, 1946). El volumen completo consta de 1212 páginas (Pastoral americana, 466 págs.; Me casé con un comunista, 351 págs.; y La mancha humana, 393 págs.) y puede encontrarse en la editorial Galaxia Gutenberg (2.ª ed., Obra selecta I, 2012). En dicho volumen encontramos un Índice general que presenta las distintas partes en que se divide la obra —algunas de estas partes, a su vez, se subdividen en diversos capítulos cada una—: Pastoral americana (I. Paraíso recordado, 3 cap. / II. La caída, 3 cap. / III. Paraíso perdido, 3 cap.); Me casé con un comunista (cap. I-VIII); y La mancha humana (1. Todo el mundo sabe, 2. Esquivar el golpe, 3. ¿Qué haces con la niña que no sabe leer?, 4. ¿Qué maníaco la concibió?, 5. El ritual de purificación).
PASTORAL AMERICANA
Pastoral americana se publicó en Estados Unidos en 1997. Con ella Philip Roth obtendría el Pulitzer al año siguiente, entre otros galardones. ¿Qué encontramos en su interior? Nada más empezar conocemos al Sueco Levov a través de la exhaustiva mirada de Nathan Zuckerman, un viejo escritor de origen judío que rememora pasajes de su niñez y de su juventud en Newark, un barrio judío de New Jersey. Toda la atención de la historia se centrará en el Sueco, a quien el viejo escritor idolatra.
En la primera parte, Paraíso recordado, conocemos al Sueco Swede Levov, un judío rubio de ojos claros al que todo el mundo quiere y con el que todos simpatizan, quien encarna a la perfección el sueño americano. Su hermano pequeño, Jerry, crítico e impulsivo, será, sin proponérselo, el nexo de unión entre su hermano y Nathan Zuckerman, su compañero de escuela. Con breve y deliberada minuciosidad retrata el narrador en sus primeras páginas el barrio judío de Newark: sus casas, sus familias, la escuela de Weequahic y el lugar que ocupa el Sueco en ella. El propio distrito judío, con sus avenidas y sus calles sirve de telón de fondo para conocer a sus gentes, cuyos retratos son examinados por Zuckerman, nuestro narrador, al detalle. Especial atención recibe el oficio desempeñado por el padre del Sueco, Lou Levov, curtidor de pieles. Pero lo interesante comienza cuando Zuckerman recibe una carta, a través de su editor, escrita por el Sueco Levov en la que le pide a éste que escriba un elogio a su padre ya fallecido. Zuckerman responde a la carta y se cita con Levov con la intención de averiguar cuáles son las verdaderas razones por las que le ha elegido a él para homenajear a su padre, pues el contenido de la carta parece indicar que existe algo más profundo y obscuro que un simple elogio. Fragmentos de la vida del Sueco se alternan con pequeñas pinceladas de la propia vida del narrador en esa cita. Mientras, diversas suposiciones van dando paso a otros recuerdos a punto de cerrar el primer capítulo un Zuckerman convencido de su error y de que lo único de lo que quería dejar constancia el Sueco es de su apacible y ordinaria vida. Tras un pequeño receso (de un capítulo, nada menos) que transcurre en la reunión de viejos alumnos sexagenarios a la que acude Zuckerman, ya con 62 años —y en la que conocemos a varios de sus antiguos compañeros de escuela, entre 1945 y 1950—, regresamos a 1995 para descubrir que Jerry Levov se encuentra entre los allí presentes. Ese reencuentro en el último capítulo nos permite descubrir no ya las fascinantes personalidades de ambos personajes —si bien en las páginas anteriores el autor apenas las había esbozado, aquí las disecciona de un modo fascinante y con frases muy precisas—, sino la verdadera vida del Sueco y el secreto que, efectivamente, éste escondía. La postura del hermano pequeño es crítica. El mayor tenía la capacidad de someterse a todo y a todos, una contención voluntaria con la idea obsesiva de hacer siempre lo correcto.
En la segunda parte, La caída, esta vez con la guerra de Vietnam (1955-1975) como telón de fondo, dejamos atrás no sólo la reunión de antiguos alumnos de la escuela de Weequahic que conforma el relato objetivo de Nathan Zuckerman sobre la vida en Newark, sino la relación del Sueco Levov con Meredith (Merry), su hija tartamuda. Enterado nuestro narrador, por medio de Jerry, de la muerte del Sueco así como del sino de la hija —y removido por la carta que el Sueco le mandó intentando contarle algo—, Zuckerman inicia su propio relato, totalmente subjetivo, sobre todo lo acontecido. No teniendo ya acceso a ninguna fuente de información dado que Jerry desapareció de la reunión y puesto que el Sueco está muerto, Zuckerman nos introduce en un relato que parte de hipótesis propias, inexactas, acerca de lo que sucedió, a sabiendas de que el Sueco vivió una vida muy distinta a la que él había imaginado: imperfecta, real y, sobre todo, humana. Da comienzo entonces una ficción sobre la ficción. La narración se llena de sentimientos, de dudas y de la incertidumbre de un hombre torturado por la pregunta sin respuesta: ¿qué pasó para que mi hija terminara asesinando a gente inocente? Zuckerman nos muestra a un personaje sólido, generoso, ético y, mientras la imagen del Sueco comienza a difuminarse —de hombre perfecto, ideal, de alguien superficial—, aparece un personaje cuya profundidad crece más y más, consiguiendo conmover al lector. El Sueco Levov, ciudadano ejemplar, buen marido y buen padre, se encuentra un día de 1968 con una hija terrorista que dinamitará su vida. El amor por su hija es un tema constante en esta segunda parte, la necesidad de comprenderla, recuperarla, perdonarla. En el proceso de indagar el por qué de la decisión de Merry, el viejo Zuckerman elabora conjeturas e imagina un beso perturbador entre el padre y su hija pequeña y lo propone como la causa del desorden posterior. Aquí se inicia el imparable sentimiento de culpa. La novela se convierte, desde ese momento, en el examen de conciencia que Zuckerman le atribuye al Sueco y en ese proceso, el escritor de la ficción va levantando capas para introducirse en el interior del personaje en una búsqueda del hombre alejado ya del mito.
En la tercera parte, Paraíso perdido, Zuckerman, nuestro narrador, se aleja del Sueco modélico que era sólo una bella máscara y nos ofrece una lectura en la que un incansable padre se pregunta hasta el agotamiento qué pudo suceder para que su hija se convirtiera en una asesina despiadada. Al principio quiere creer que es un error, que ella no fue la causante de ninguna muerte. Más tarde, cuando se entera por los medios de comunicación la existencia de atentados posteriores, desea secretamente que fuera ella la autora porque de ser así, su hija fugada estaría viva. Cuando, después, recibe la carta de Rita Cohen con los datos de Merry, acude sin demora al reencuentro con su hija para encontrarse, de pronto, con una chica sucia, dueña de un discurso absurdo, convertida a una secta, prácticamente loca. Este encuentro lo trastorna. Si existe algún rasgo de arrepentimiento en ella éste se manifiesta en una actitud pasiva, de abandono total, apática hasta la locura para no matar ni al más insignificante de los bichos que están en el ambiente. Merry se ha convertido en el horror. Sin embargo, a pesar de lo que ve y oye, el Sueco no renuncia a ella, sigue amando a su hija. Cuando llama a su hermano pidiéndole consejo, Jerry le plantea que actúe de manera drástica, pero él se queda paralizado, es su hija. El Sueco desea mantener la calma, no reaccionar para no crear más problemas, estar alerta y no abandonar.
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Nunca antes había leído a Philip Roth. Si bien sabía de su existencia y he tenido en mis manos más de un ejemplar de su extensa obra, no me había sentado a leerlo hasta este momento. Atractivas tramas argumentales se dan cita en estas obras que Galaxia Gutenberg ha reunido en un único volumen. Admito que Pastoral americana de Philip Roth me ha fascinado y abrumado a partes iguales. Sobre todo me ha gustado la visión del país que el autor nos muestra a través de diversos personajes de distintas generaciones. Extraordinaria forma de hilvanar los sucesos que narra. Pero si hubiera de poner una pega al libro, diría que, quizá, se ha extendido y ha desarrollado en exceso, casi obsesivamente, la trama. No obstante, se trata de una magnífica historia que deja al lector sumido en profundas y constantes reflexiones
Biografía del autor. Philip Roth nació en Newark, Nueva Jersey, en 1933. Considerado uno de los mayores novelistas vivos, su obra ha merecido los premios más prestigiosos y el reconocimiento de la crítica y del público lector. Desde Goodbye, Columbus and five short stories, su primer libro publicado en 1959, y con el que ya ganó el National Book Award for fiction, ha publicado treinta obras de ficción, además de ensayos y obras de teatro. Ampliamente traducido al español, sus obras más recientes son: Indignación (2008), La humillación (2009) y Nemesis (2010). En 2012 se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias a las Letras y recientemente recibió, además, los dos premios más prestigiosos del Pen club (asociación de escritores). Roth es el único escritor norteamericano vivo cuya obra está publicando la Library of America en una edición completa y definitiva. La obra de Philip Roth ha ido creciendo en maestría a lo largo del tiempo sin decaer en ningún momento. De manera que cada nueva novela es todo un acontecimiento. [Biografía de la editorial Galaxia Gutenberg]
ROTH, Philip. Trilogía americana (2.ª ed.), Editorial Galaxia Gutenberg, S.L, Barcelona, 2012. 1212 páginas. Este volumen reúne las tres novelas que componen la Trilogia americana de Philip Roth: Pastoral americana (1997), Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000). Las tres tienen un mismo protagonista, Nathan Zuckerman, quizá el personaje central de la novelística de Roth, alter ego del escritor o «alter mente» como él mismo lo llama. A través de sus ojos, se reflejan tres momentos de la realidad americana posterior a la Segunda Guerra Mundial, las décadas de los sesenta, los cincuenta y los noventa, respectivamente. En Pastoral americana, Zuckerman cuenta la historia de Swede Levov, encarnación del sueño americano: atleta legendario en sus años de estudiante, casado con una antigua Miss Nueva Jersey y heredero de la fábrica de su padre. Un día de 1968 la América idílica por la que luchó se le hunde. Me casé con un comunista es la historia de Iron Rinn, hombre hecho a sí mismo, que de trabajador en una mina llega a ser un famoso actor radiofónico. Soldado en la Segunda Guerra Mundial, defensor de los derechos oprimidos, acaba en la lista negra y sin empleo denunciado por su mujer durante los furiosos años del macartismo. Finalmente, La mancha humana muestra cómo Coleman Silk, decano de universidad, ve su reputación y su carrera arruinadas por el fanatismo de la corrección política, cuando moralidades en conflicto y divisiones ideológicas desatan una nueva caza de brujas, en la cual la inocencia no es siempre excusa suficiente. Pocas veces como en esta trilogía el arte narrativo de Philip Roth ha llegado tan alto. [Sinopsis de la editorial Galaxia Gutenberg]
BIBLIOGRAFÍA