[I]

Los relatos inconclusos de la ficticia aldea de iznaritz se encuentran alojados en el blog de homónimo nombre creado a tal efecto. 
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Este pequeño apartado —que se desarrolla dentro del particular mundo de iznaritz (con minúscula)— sirve para dar contestación a algunas preguntas que, en un momento dado, otros blogueros, a los cuales tengo en gran estima, decidieron plantearme. Al no poseer ninguna sección específica dentro de nördlich dirigida a tal efecto, he creado este espacio —sí, ya sé que nadie tiene apartados específicos para tales asuntos dentro de ninguna sección, pero a mí me ha parecido una buena idea (yo tengo ideas brillantes una vez al día, tengo que aprovecharlas)—. En este apartado iré colgando cuestionarios semejantes (si los hubiese) y cualquiera otra cosa que pueda parecerme oportuna en relación con todo esto. Gracias por leer estas líneas.
LA NIEVE BAJO LOS ROBLES

Y será como la nieve de iznaritz, siempre nueva bajo los robles
Han pasado más de treinta años, padre. He vuelto a casa, a nuestro hogar. Me he instalado hace unos meses, antes de que la temperatura impidiese realizar los últimos arreglos en el tejado. Te gustaría ver cómo lo hemos dejado, y el cobertizo. Todo ha quedado como antes, salvo por algún detalle nuevo. Ya no hago nada en barro, ahora trabajo algo el roble y las piezas que salen las coloco en cada hueco que veo. En esta época del año, la nieve cae y se acumula en la repisa de la ventana, donde una hilera de pajarillos tallados forman níveas figuras que contemplan las ramas bajas de los bellos robles…
La vida en iznaritz transcurre lenta, silenciosa y tranquila. Sólo el viento, a ratos silbante, a ratos furioso, golpea y arrastra algún objeto distrayéndome de la lectura…Empieza a nevar ahora
He cerrado la puerta. Me he sentado a la mesa y he hojeado la correspondencia. Retiro la carta con membrete y leo. La misiva es de alguien muy especial que ha tenido la gentileza de incluirme en una curiosa lista para un certamen cuya finalidad no es otra que fomentar la participación y difusión de algunos blogueros (y sus blogs correspondientes), a la par que se reconoce su labor.
Le agradezco enormemente a Aránzazu_MS que me haya nominado en su blog Bibliomanías y otros desvaríos al premio Liebster Award, cuyas normas, si se acepta participar, son las siguientes:
1.- Agradecer al blog que te ha nominado y seguirlo.
2.- Responder a las once preguntas formuladas.
3.- Nominar a 10 blogs con menos de 200 seguidores.
4.- Avisarles de su nominación.
5.- Realizar 11 preguntas nuevas a tus blogs nominados.
Rechazo amablemente participar en este magnífico certamen. No pienso presentarme, porque yo nunca gano. No es que me haya presentado vez alguna a un concurso para comprobarlo (Reinventando a Dickens no cuenta, y no se va a repetir), pero tengo la absoluta convicción de que será así. Sufro al pensar lo poco que la gente valorará lo mucho que valgo y me niego a aceptar un premio que sea de color rosa (la estética también es importante en mi vida, y no la aplico sólo a la escritura. El que ves es negro, pero el original es rosa).
Sí, voy a contestar a las preguntas, pero no voy a crear ninguna lista negra con todos aquellos blogs que llevo persiguiendo desde hace meses porque independientemente del número de seguidores que posean todos estos blogs, son muy importantes para mí y los tengo bajo observación las veinticuatro horas del día, como parte de mi obsession. No voy a ponerme a contar sus seguidores porque eso no es propio de mí, y no voy a buscar blogs nuevos, porque ya llegarán, siempre llegan más que me gustan. En definitiva, no voy a ceñirme a las reglas de ningún juego, me gusta la espontaneidad y también los espíritus libres.
Seguramente mi opinión no resulte demasiado diplomática, se debe a que no lo soy. Esto no es preocupante, pues leerme no es necesario como no lo es leer aquellos libros que a uno le disgustan o no le interesan. Dicho esto, ahí van mis respuestas a las interesantes preguntas de Zazou, a quien aprecio profundamente (sin ironía):
¿Por qué decidiste abrir el blog? 
Obviamente, la pregunta se refiere a nördlich, un blog de reciente creación (*) que recoge cuantos despropósitos se me puedan ocurrir a lo largo de este 2015 (quizá lo amplíe hasta 2016). En principio, la idea es escribir artículos acerca de temas que llamen mi atención y algún que otro relato, para aliviar un poco mi graforrea, porque llevo meses sobrecargando las cajas de comentarios de los blogs que visito y parece que no tengo hogar donde soltar mis neuras; ahora sí, lo he llamado nördlich. (Lo de la sección de poesía no pienso explicarlo.) 
(*) En 2015 cambié la cabecera y el nombre de mi blog (antes, entre 2012-2015, fue un blog de contenido didáctico-académico) y también sufrieron múltiples cambios y sustanciales modificaciones las distintas secciones del blog, ahora dedicado a mis hobbies (esas aficiones que otros desempeñan por oficio: lecturas y reseñas literarias, escritura de artículos de opinión y relatos, estudio de diversas disciplinas de artes, humanidades y ciencias, e investigación centrada en la exploración y experimentación de distintos medios para recabar información y obtener documentación válida para nada en particular...)  
¿De qué tema te cuesta más hablar? 
De poesía… 
¿Cuál es tu receta para cogerle el punto a una entrada? 
No entiendo muy bien lo de “cogerle el punto”. De hecho, creo que, en el caso de nördlich, las entradas son mi personalidad en estado puro, no hay receta, ni guión, yo escribo sobre la marcha siempre. Simplemente borro lo que no me gusta y ya. En mi blog serio (*) no, claro. 
(*) El blog “serio” se refiere a los studia humanitatis (una serie de entradas de índole académico) que pasaron de ser una simple sección dentro de un blog de divulgación histórica a convertirse en blog independiente (y actualmente, de nuevo, en una sección dentro de nördlich). 
¿Hasta qué punto se entrelazan los libros en tu vida? 
Hasta tal punto que no se concibe mi existencia sin ellos, ni concibo yo la vida en sí en ausencia de ellos. En mi vida, si no hay libros no hay existencia. Nací y me crié en un mundo lleno de libros. Decir demasiados cuando se trata de libros no es apropiado, lo sé, pero cuando algunos son sectarios, el adverbio se agradece. En mis mudanzas tuve que dejar algunos en casa de mis padres, pero jamás he vivido alejada de los libros. 
¿Ha habido algún libro que haya hecho temblar tu mundo? 
¿Sólo uno? Frankenstein de Shelley; Niebla de Unamuno; Hamlet de Shakespeare; Ilíada de Homero; Rimas y Leyendas de Bécquer; la poesía de Espronceda, de Quevedo y de Miguel Hernández; Sonetos a Orfeo de Rilke; Las palabras de Sartre; Una habitación propia de Virginia Woolf… Ha habido muchos importantes, pero, sobre todo, recuerdo El rey de los Alisos de Michel Tournier, porque pertenecía a la colección de lecturas de mi madre y ella tenía libros extraordinarios que leí a una edad bastante temprana y que me marcaron profundamente. Ella no limitaba las lecturas por cuestión de edad. 
¿A qué le das más importancia en la lectura: el fondo o la forma? 
Le doy mucha importancia al fondo, pero no puedo evitar observar las palabras y las frases, su formación. Cuando me encuentro con ciertos pensamientos o sentimientos escritos con sonoridad, expresados de manera impetuosa, apasionada, desgarradora, furiosa… por rápido que vaya en mi lectura, me detengo y lo repito, lo repito en voz alta. Lo declamo para hacerlo mío. Me gustan esas lecturas… 
¿Cuál es ese libro con el que no te has puesto todavía? 
Guerra y paz de Tolstoi. No tengo tiempo, de veras. Necesito leerlo de seguido, no me apetece leerlo a plazos, como Don Quijote, que, de tanto cogerlo y dejarlo lo he abandonado y ahora debo retomarlo. No pienso desistir de leerlo, pero no lo haré si no es del tirón y debo aplazar tantas lecturas… Bueno, tendré que mentalizarme. 
¿Y ese autor tan afamado al que no puedes soportar? 
Decirlo así es muy cruel. No diré que es insoportable, diré sólo que hay cierta literatura que no me agrada. No puedo nombrar a un autor sin explicar qué me impulsa a rechazar su obra. El alquimista, de Paulo Coelho, me cabreó mucho: no me gusta nada que intenten adoctrinarme. No ha sido el único que me ha desagradado y tampoco creo que el hecho de que a mí no me agrade lo convierta en un mal libro ni a su autor en un mal escritor. Es el caso de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, tampoco me agradó, y jamás leí una crítica mala sobre él. No se parecen en nada las dos historias, ni por supuesto la escritura de ambos autores, pero es otro novelista que no me gustó, su forma de narrar me agobió mucho y la historia más todavía. 
¿Crees que la lectura está en peligro de extinción? 
¿Existe alguien que en la obscuridad no haya recreado alguna vez las letras de los textos que ha leído? El ser humano no es capaz de vivir sin leer, creo firmemente en ello. Necesita adquirir información a través del lenguaje escrito. Sé que hay personas que no leen a menudo, pero en la actualidad y en un mundo dominado por Internet, me niego a creer que se lea menos, más bien lo contrario, aunque esa lectura sea diferente, pues no hablamos sólo de libros. En cuanto a la calidad de los textos, eso dependerá de lo que aporten al lector en cuestión, independientemente de que el contenido sea de menor o mayor calidad, el que lee debe poseer cierta capacidad crítica para discernir y valorar qué es bueno y qué no lo es sin que otros lectores le influyan en dicha decisión pues le estarían condicionando a no leer o a leer según qué cosas, quizá libros que no vayan con él, con sus gustos y preferencias. 
¿Qué libro le regalarías a tu peor enemigo? 
No hay enemigo pequeño. Jamas regalaría un libro a alguien que no aprecio, existen multitud de objetos inservibles y absurdos para ser regalados. Un libro se abandona, se presta, se guarda, se lee en voz alta, se recomienda, se confía durante un tiempo, pero jamás se regala. Si es dado, se hace con la mayor de las penas. 
Si tu vida fuera una novela, ¿cómo la titularías? 
Yo, sólo yo y un océano de recuerdos 

NUEVE CARTAS A IZNARITZ

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Y en un viaje sin retorno, andarás el camino que conduce a iznaritz
He cerrado bien las ventanas y he tratado de sujetar con fuerza la aldaba para que, cuando sople el viento y me recueste a leer junto a la ventana, no me asuste al golpear la puerta. Un pequeño cordel trenzado, a duras penas amarrado al hierro, lo mantiene sujeto a la manilla de la ventana más alta. Parece que soportará bien el envite del viento. Dos ramas que cayeron durante la noche cierran el paso de la entrada norte, pero el cartero no vendrá hasta pasado el temporal y, durante ese tiempo, pocos se atreverán a rondar por estas tierras.
Febrero ha llegado a iznaritz y, con las últimas y escasas luces del día, me dispongo a realizar la ardua tarea de contestar las cartas recibidas hace apenas unas semanas. En un tiempo pasado que, poco a poco, se vuelve lejano, contemplo una brizna junto al fuego, que prende y se agota, mucho antes de que la mirada se ausente en un guiño.
Observo la letra impresa en los sobres de enero, su cuidada grafía y las cintas color arena que cubren, parcialmente, los caracteres. Desanudadas con la misma delicadeza con la que fueron colocadas al envolver las cartas, las cintas se deslizan sobre la mesa. Al enviarlas, alguien se preocupó de protegerlas de la humedad del entorno y del duro trayecto que amenazaba con abrirlas. Recuerdo que llegaron cubiertas con un plástico, eran nueve. La cera, aún adherida a la cinta, advierte que fue vertida con sumo cuidado en los extremos y que la presión ejercida, para imprimir el sello, fue la justa para que aquella no desbordara.
Se precintaron los sobres, todos llevaban el emblema de NOVE. Miro con atención las cartas. Se hallan descolocadas, esparcidas sobre el escritorio, abiertas, …esperando respuesta.
Hace días que consulté su contenido, pero hasta ahora no había encontrado el momento oportuno para darlas contestación. Sé que en las distantes tierras de NOVE aguardan mi respuesta. Me acerco al escritorio y levanto el sobre para leer la misiva. Con el papel en la mano, acerco una vela…
Alguien a quien estimo mucho —y que se ha convertido en muy poco tiempo en una persona importante para mí dentro de este mundo virtual— ha pensado en mí a la hora de confeccionar su propia lista de candidatos al premio Best Blog cuya finalidad coincide con la que ya otorgaba el premio Liebster Award que pretende fomentar la participación y difusión de algunos blogueros (y sus blogs correspondientes), a la par que se reconoce su labor.
En esta ocasión, agradezco el detalle y tan amable gesto a Elena A.G. (sobre todo, más que por la nominación en sí, por lo divertido que ha sido el modo de recibirla). He sido nominada (mi blog, nördlich, mejor dicho) por el blog de Elena, Nihil Omnis Veritas Est al premio Best Blog, cuyas normas, si se acepta participar, son las siguientes:
1.- Agradecer el premio al blog que te ha nominado y seguirlo.
2.- Responder a las preguntas formuladas por quien te lo concede.
3.- Nominar a otros blogs que te gusten, con menos de 200 seguidores.
4.- Visitar e informar del premio otorgado a los blogs que has nominado.
5.- Redactar nuevas preguntas, a las cuales responderán tus blogs nominados.
6.- Visitar los blogs de aquellos que han sido nominados contigo, pues han sido premiados y se merecen que los conozcas (en realidad, muchos aún no premiados, también). 
Rechazo amablemente participar en este magnífico certamen, cuyo simbólico premio posee un profundo valor para mí, pero no deja de ser de un horrible y detestable color rosa (ya sé que lo importante es lo que simboliza, sin embargo, no quiero recibirlo, me niego a aceptar nada que sea rosa). Podría esgrimir razones de peso, en vez de escudarme en tan absurdo argumento, tales como la falta de calidad que, se presume, ha de tener un blog al que se le premia como “el mejor”, o el modo arbitrario en que su autora hace, deshace, crea y destruye cuanto le place en el interior del mismo, sin previo aviso, a capricho… Pero lo cierto es que odio el color rosa y no me parece más femenino que, por ejemplo, el amarillo. No me gusta, no me identifico con él y me da tirria. (El logotipo de Best Blog que el lector ve aquí es negro porque he modificado su color original, no pienso incluir en mi blog nada rosa. Jamás).
Y ahora, sin más preámbulos —ni arrebatos que serían propios de una desequilibrada, más que de una persona cuerda (por otra parte, frecuentes en mí y que de no existir, no sería quien soy)— mis respuestas a las interesantes preguntas de Elena A.G.:
¿Blogger o WordPress? ¿Por qué?
Ambos. Aunque he leído que “lo normal” es crearse uno en Blogger, para empezar, porque es el más sencillo de utilizar y sus funciones las más fáciles. Pero yo he elegido Blogger porque puedo modificarlo a placer, dadas las muchas opciones que permiten los diseños de sus plantillas. Llevo diseñando cosas desde que tengo uso de razón. Quizá esta última frase, y en especial esta afirmación que hago, debería tomarse con la seriedad que merece, pero voy a ser excepcionalmente conmiserativa con quienes no saben apreciar mis virtudes, que son muchas… y permitiré que me juzguen (mientras no escriban sandeces en la caja de comentarios, pues soy muy sensible a las críticas…) Respecto a WordPress, simplemente lo adoro. Sus funciones, su fácil manejo, su apariencia, la cantidad de opciones que permite y, sobre todo, las posibilidades que ofrece en cuanto a la creación de un blog profesional a partir de uno amateur (aunque yo no lo utilice aún de ese modo.) La verdad es que también mucha gente a la que sigo lo tiene y me permite comunicarme con ellos (léase soltar mi graforrea) más fácilmente...
¿Cuál es la palabra o etiqueta más usada en tu blog?
“Artículos” (seguida de “Twitter”). Lo he consultado y, en contra de lo que yo misma creía, no era “Ilustración” y tampoco “Poesía”..., ni siquiera "Novelas" o "Cómic". Si bien es cierto que el #hashtag (la etiqueta) de “Reseñas” engloba muchos de los apartados que recoge el blog.
¿Y la categoría de la que más abusas?
“Reseñas” (seguida de “Obsession”). El gerundio “usada”, que corresponde a la pregunta anterior, me ha parecido lógica, pero no tengo muy claro lo que se pretende insinuar con ese verbo acusador que, en esta nueva pregunta, afirma: “abusas”. Quiero dejar claro que yo hago un uso muy moderado de las categorías y que esa pregunta me parece tendenciosa. Se trata de una mera coincidencia que precisamente en el momento de la pregunta se encuentre ésta muy por encima de las otras. No tiene nada que ver el hecho de que me pase el día leyendo...
Tres palabras que te definan
En el supuesto de que no fueran inventadas, serían subjetivas, lo que las convierte en igual de falsas. Si la intención es descubrir qué clase de persona se esconde detrás de la obsesiva, graforréica y egocéntrica autora de este blog, confesaré lo siguiente: me preocupa (y mucho) la educación que se imparte en las casas, las guarderías, las escuelas, los institutos, las universidades y, en general, en todos los centros educativos y en todas las sociedades existentes, más allá de lo que podría explicar… y me gusta la naturaleza (e incluso algunos mortales, pero nada excesivo, lo justo).
Tres palabras que, desde tu punto de vista, definan a la sociedad
Conflicto, Cambio, Adaptación.
Tres cosas que NO llevarías a una isla desierta
Alguien me preguntó una vez por qué me iría a una isla desierta. La verdad es que, de ser premeditado, ¿qué me llevaría yo y no otro? ¿qué no llevaría yo? No llevaría a ningún otro ser vivo conmigo, tampoco llevaría armas ni comida. Llevaría una foto en blanco y negro.
Una persona (real o ficticia) con la que NO querrías verte atrapado en una isla desierta
Esta pregunta no admite una respuesta más lógica: no querría verme atrapada con el malvadísimo Jack de El señor de las moscas (William Golding, 1954).
Un sueño imposible
¡Ah, aprender a tocar piezas de piano en un año y que suenen como si las hubiese interpretado siempre...!
Un color
Negro (aunque, técnicamente, el negro es un tono, no un color. La obscuridad que muestra se debe a que absorbe todos los demás colores en su conjunto.) ¡Yo..., oiga, déjeme contestar, no interrumpa. Por supuesto que puedo extenderme lo que quiera en mis respuestas, sólo faltaba!
Un número
El uno. Me siento plenamente identificada con ese número. Individual, soberbio, solitario… Sí, claramente, no me veo, bajo ningún concepto ni en ninguna situación que se me pueda proponer o pueda surgir espontáneamente, tratando de asumir una segunda posición. Me gustan las personas, animales y cosas auténticos, individuales, únicos… y que ocupan un lugar principal en sus propias vidas.
Un recuerdo
La mar, en dos orillas diferentes.