El rey del Río de Oro, de John Ruskin

Cubierta del libro El rey del Río de Oro, de John Ruskin (Alborada, 1988)
John Ruskin (Londres, 1819 - Brantwood, 1900). Crítico de arte, sociólogo y escritor británico. Heredó de su padre la afición por la literatura y el arte, y de su madre el interés por la música, el dibujo y la observación del mundo. Sus primeras inclinaciones fueron hacia el campo de la literatura. A los nueve años compuso un poema del universo y llenaba sus cuadernos con versos y obras de teatro. A los quince años publicó en una revista científica un ensayo (sobre los estratos de las montañas y el color del Rhin) y a partir de 1937 se inclina hacia el arte. Escribió una serie de artículos (sobre la «poesía de la arquitectura») y publicó varios libros sobre pintura y arquitectura. Dio numerosas conferencias, primero difundiendo sus ideas estéticas y luego exponiendo sus puntos de vista sobre la sociedad, el trabajo, la religión, la economía, las guerras... Publicó trabajos de carácter revolucionario, dedicados a los trabajadores, y, además, ayudó económicamente, entregando incluso sus bienes, para construir viviendas para obreros, cooperativas y museos. A los cincuenta años fue nombrado profesor de la Universidad de Oxford. Su vida fue desventurada y sólo en su pasión constante por el arte encontró consuelo. 
Los editores estiman que, en atención al autor de este cuento de hadas, es justo que se expongan las circunstancias de su publicación. El rey del Río de Oro se escribió a petición de una dama de muy pocos años de edad, con el único fin de que le sirviera de distracción, y sin la más mínima idea de darlo a conocer al público. Desde entonces ha estado en manos de una persona y al consentimiento pasivo del autor deben los editores la oportunidad de publicar la obra. Confiamos en que las ilustraciones de Richard Doyle hayan sabido plasmar las ideas del autor con su peculiar espíritu. (Preámbulo, p. 67)
Todas las obras y conferencias de Ruskin giraron siempre en torno a la belleza, que él entendía como fin supremo de la vida. La razón por la que escribió este cuento maravilloso, El rey del Río de Oro o los Hermanos Negros (1841) nos la explican los editores en el Preámbulo, al inicio del libro. A través de esta primorosa narración, el escritor deja traslucir sus conocimientos pictóricos y su visión artística de la naturaleza. 
Tres hermanos eran dueños de un valle muy fértil. Los dos mayores eran crueles e injustos. Cuando el pequeño cobija a un anciano, recibe el castigo físico de sus hermanos, y éstos arrojan al peculiar visitante de su casa. Resultó ser el Viento que viendo el recibimiento promete no volver por allí... En los cuentos maravillosos el número tres se repite frecuentemente; en ésta narración, también: tres hermanos (Hans, Schwartz y Gluck), tres gotas de rocío (sobre tres pétalos de una flor), tres oportunidades, etc. En las narraciones de Ruskin, además, se percibe su pasión por la pintura y la arquitectura en los adjetivos de color que utiliza y en cómo describe los paisajes empezando por elemento más bajo hasta llegar al más elevado, como cualquier edificio arquitectónico. 
 
La bruma cruzaba el valle en sucesivas líneas de tenue rocío por encima de las cuales se erguía el macizo montañoso... las primeras cumbres, pálidas sombras grises..., las más altas, a las que ya alcanzaban los rayos de sol, se dibujaban en fuertes pinceladas de rojizas tonalidades sobre los escarpados riscos... Mucho más arriba surgían quebradas masas de almenadas rocas... Y todavía más arriba... dormían en el azul del cielo las más altas cumbres de la nieve eterna. (p. 93)
Para que un cuento sea maravilloso, además de tener una estructura determinada, el héroe, algún objeto u organismo vivo, o aquel otro personaje que le ayuda, tiene que tener poderes maravillosos. Recordemos, también, que la mayor parte de los cuentos fueron contados a la luz de unas velas hace ya mucho tiempo. Cuando el cuento maravilloso no tiene autor conocido y se ha transmitido de forma oral, este cuento es popular. En los cuentos maravillosos el héroe triunfa sobre el villano/los villanos y éstos reciben su merecido. Siempre, siempre esconden una moraleja y persiguen una intención determinada, que consiste en enseñar al lector las consecuencias de una mala ética.   
 
RUSKIN, John. El rey del Río de Oro. Ed. Alborada S.A. (Colección La Locomotora, nº 36), Madrid, 1988. ISBN: 84-7772-080-0 [Ilustraciones de Richard Doyle / Trad.: Mary-Carmen Beaven / Cubierta: Batlle-Martí] "Preámbulo: Los editores estiman que, en atención al autor de este cuento de hadas, es justo que se expongan las circunstancias de su publicación..." [Libro doble: Acoge en el mismo volumen: "Alicia para los más pequeños", de Lewis Carroll y "El rey del río de oro" de John Ruskin].