HOMININOS
EL LARGO TRAYECTO HACIA EL LENGUAJE
Todo estudiante debe saber, antes de comenzar este apasionante viaje por la evolución humana, que los nombres científicos en latín de plantas y animales, que van siempre en cursiva, sólo llevan mayúscula inicial en la primera palabra. De este modo escribimos Homo sapiens (mayúscula inicial en la primera palabra y minúscula en la segunda) para referirnos a la especie humana moderna. Actualmente, también, usamos el término homininos para referirnos a los antepasados más directos del ser humano, mientras que el más clásico de homínidos abarca a todos los grandes simios, incluidos nosotros. Sólo hace 35.000 años que se sabe de la existencia de una especie, el Homo sapiens pero si no hubiera perdurado esta especie, hubiera sido otra, como por ejemplo el Homo neanderthalensis. A lo largo de la Historia han vivido más de 6.000 especies de simios, de los cuales, la gran mayoría se ha extinguido. En nuestros días existen alrededor de 120 especies. Los seres humanos y los monos modernos tienen antepasados comunes. Algunas de esas especies ancestrales se desarrollaron y evolucionaron convirtiéndose en los monos de hoy en día, mientras que otro grupo siguió otra vía evolutiva diferente y se convirtió en el ser humano actual. Saber qué sucedió y cómo es una tarea ardua y complicada. Sobre todo porque todo lo que se conoce es a través de los restos fósiles que se encuentran en los yacimientos.
(Autor: David Sánchez)
Si tuviéramos que hacer un gráfico del proceso evolutivo del ser humano no recurriríamos a una escalera, sino a una especie de árbol con ramificaciones. Serían distintos los senderos por los que habrían ido las diversas especies de homininos, pero si quisiéramos reconocer al primer ejemplar que se podría llamar así, lo identificaríamos con la aparición del bipedismo (andar sobre dos patas). Ésta es la característica que se asocia a la familia de los homininos. El primer ejemplar existió en África del Este hace seis o siete millones de años. Sería un ser parecido a los simios de entonces, y en cierto modo sería bípedo aunque no completamente, ya que la bipedación se desarrollaría de manera gradual. Luego este ejemplar hizo dos salidas desde África. Una primera por el Oriente Próximo y Medio hacia Europa protagonizada por el Homo erectus hace 1.800.000 años, y así se pobló con homininos todo el Viejo Continente. Homo erectus, en Asia, evolucionaría hacia Homo neanderthalensis, en Europa; y Homo erectus, en África, evolucionaría hacia Homo sapiens (quedándose en África). Posteriormente, unos 200.000 años atrás en nuestra Historia, vuelven a salir de África los Homo sapiens y desplazan de Asia y Europa a los Homo erectus y Homo neanderthalensis. Nosotros somos la consecuencia de esta última salida pero aún no se sabe cómo los Homo sapiens lograron anular al resto de especies. Si observamos la bibliografía actual, entre los libros publicados hace unos 20 años, con las últimas variaciones en la Paleoantropología, nos damos cuenta que aquel sencillo gráfico que reflejaba la Evolución del ser humano, desde el Australopithecus hasta el Homo sapiens, pasando por Homo habilis, Homo erectus y Neandertal, ya no tiene nada que ver con la complejidad de nuestro árbol genealógico actual.
TOUMAÏ (7 MILLONES DE AÑOS)
Toumaï (Sahelanthropus thadensis). Un cráneo hallado por el estudiante Ahounta Djimdoumalbaye en julio del 2001 en la región de Toros-Menalla, en el Chad, revolucionó el mundo de la Paleontología. “Toumaï” significa “esperanza de vida” en la lengua local, pero en el Chad es el nombre que se le da a los niños que nacen en la estación seca. Lo importante, sin embargo, es que tiene entre seis y siete millones de años y parece ser que se trata del último ancestro común entre el chimpancé y el género Homo. Su caja craneal se parece mucho a la de un mono moderno pero su rostro es más corto y los dientes, en especial los colmillos, son pequeños y se parecen mucho a los de un ser humano moderno. El arco supraorbital también es muy prominente. Pudo ser el primer ejemplar hominino o, por lo menos, uno de los primeros en empezar el camino que llevaría hasta el Homo sapiens. Sus descendientes habrían dado origen al Homo habilis o al Homo rudolfensis. Según palabras del director del equipo, Michael Brunet, “aún cabe esperar nuevas sorpresas”. El equipo de investigación franco-chadiana, es amplio y en él han participado David Pilbeam, Patrick Vignaud y algunos españoles, como Pablo Peláez y Nieves López. Según Brunet, la nueva especie de hominino, si se tienen en cuenta las dimensiones del cráneo, “probablemente tuviera un tamaño similar al del chimpancé común”, aunque “Toumaï” “no se parece a un chimpancé, ni a un gorila ni a los fósiles de homínidos más recientes”. “Su gran antigüedad y sus caracteres anatómicos sugieren una estrecha relación con el último antecesor común entre los humanos y los chimpancés. Esto implica una separación entre simios y seres humanos probablemente más temprana que lo que indicaban la mayor parte de los estudios moleculares”, agrega. “Toumaï, el homínido más antiguo conocido, puede ser considerado el antecesor de todos los homínidos posteriores, es decir, el ancestro del linaje humano”, según Michael Brunet.
ORRORIN TUGENENSIS (6 MILLONES DE AÑOS)
Millenium Man (Orrorin tugenensis). El antropólogo británico Martin Pickford y la paleoantropóloga francesa Brigitte Senut, del Museo de Historia Natural de París, hallaron en octubre de 2000 en las colinas de Tugen -centro de Kenia- fragmentos de esqueletos de unos cinco simios, cuya antigüedad fue calculada en 6 millones de años, el Orrorin tugenensis. Un simio de 1,40 metros de altura que vivió hace seis millones de años en lo que ahora es Kenia ya tenía un fémur y una dentadura similares a los de los humanos. El fémur indica que tenía una marcha bípeda muy parecida a la nuestra. La dentadura, que tenía una dieta omnívora, rica en frutas y en proteínas obtenidas probablemente de hormigas y otros insectos. Estos rasgos, sin embargo, se apartan de los de los australopitecos que vivieron hace entre 4 y 2 millones de años y que tenían dientes grandes en relación con el tamaño del cuerpo y una marcha bípeda bamboleante.
ARDIPITHECUS KADABBA (5,8 MILLONES DE AÑOS)
Ardipithecus kadabba. La diversidad taxonómica de los primeros ancestros humanos se acentúa aún más tras el descubrimiento en Etiopía de seis dientes fosilizados de gran antigüedad. En un estudio publicado en “Science”, tres destacados conocedores de las primeras fases de la evolución humana aseguran que esa dentición corresponde a una nueva especie de homínidos llamada Ardipithecus kadabba, que vivió hace 5,8 millones de años y fue uno de los más antiguos ancestros humanos. Hasta ahora, el Ardipithecus kadabba había sido catalogado como una subespecie del Ardipithecus ramidus, homínido de hace 4,4 millones de años cuyos restos fueron hallados en 1994 en el valle etíope del río Awash por Tim White, Gen Suwa y Yohannes Haile-Sellassie, de las universidades de California (EE.UU.), Tokio (Japón) y Museo de Historia Natural de Cleveland (EE.UU.), respectivamente. Sin embargo, a la luz de estos seis dientes posteriormente encontrados de Ardipithecus kadabba, este trío de científicos sostiene ahora que es una especie diferenciada y más primitiva, con seguridad un eslabón en la transición de los chimpancés al Ardipithecus ramidus, las posteriores especies de Australopithecus y las primeras especies de nuestro genero Homo. White, Suwa y Haile-Sellassie hallaron los seis dientes en noviembre de 2002 en la región de Awash. En esas piezas dentales se aprecian rasgos muy primitivos que probablemente existieron en el último ancestro común de los primates y los humanos. La característica más acusada es la disposición de sus grandes y afilados dientes caninos sobre los premolares inferiores, un rasgo que se detecta en la dentición de los primates, pero no en homininos. Por ese motivo, estos tres científicos precisan que los rasgos morfológicos de los dientes de las especies de homininos más antiguas podrían ser un mejor criterio de clasificación que otros atributos más complejos y difíciles de analizar por falta de fósiles adecuados, como el bipedismo. En este sentido, precisan que las especies A. kadabba, A. ramidus y otras de este mismo periodo podrían pertenecer a un único género. A juicio del antropólogo David R. Begun, de la Universidad de Toronto (Canadá), esa posibilidad es sugerente pero difícilmente contrastable porque entre los fósiles preservados de esas especies africanas hay pocas piezas comunes. Su descubrimiento por el etíope Haile Selassie en la región de Awash (Etiopía), amplía la lista de homininos.
La revista Science de 2009 informaba en 11 artículos de 47 científicos en 10 países, que tras 17 años de estudios habían determinado que un esqueleto hallado en la región etíope de Afar —apodado Ardi por su nombre científico Ardipithecus ramidus— es el más antiguo en la rama homínida de los primates que incluye al Homo sapiens, así como también a los chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos. Hasta su hallazgo, el esqueleto más antiguo era el de una Australopithecus afarensis bípeda de cráneo reducido, que vivió hace 3,2 millones de años antes de Nuestra Era y le debe su nombre a una canción de los Beatles. Lucy fue encontrada en 1974, unas 45 millas al norte de donde se halló a Ardi, una hembra más de un millón de años mayor que ella.
De momento son pocos los datos ofrecidos por su descubridor, Tim White, aunque se sabe que son escasos y fragmentarios. Los hallazgos se produjeron en el curso medio del río Awash, en la región de Aramis, Etiopía. Con una antigüedad estimada en torno a 4,4 millones de años. Parece ser que habitaba los bosques, porque sus restos se han encontrado con otros fósiles de mamíferos de vida ligada al medio forestal. Además, los dientes del Ardipithecus ramidus presentan un esmalte fino que nos dice que se alimentan de frutos, hojas, tallos tiernos, brotes y otros productos vegetales blandos, productos que ofrece la selva. No se sabe con certeza si estos primitivos homínidos eran ya bípedos o no. Se ha levantado gran expectación ya que los restos encontrados tienen, en palabras del propio White, “una locomoción curiosa que no es bípeda ni cuadrúpeda”. Esta afirmación justifica la expectación suscitada ya que podría aclarar el debatidísimo tema del origen del bipedismo. Ardipithecus ramidus (los vocablos ardi y ramid proceden de la lengua del lugar y significan, respectivamente, “suelo” y “raíz”, mientras que pithecus significa “mono” en griego). Se conservan de este ejemplar la mayor parte del cráneo, las manos, los pies, las piernas y la pelvis. Vivía en los bosques, trepaba árboles y tenía 1,20 metros de altura y 50 kilos de peso. Las extremidades de Ardi no se parecen a las de los chimpancés o gorilas, sino que son similares a las de ciertos simios ya extintos. Las manos tampoco se asemejan a las de los chimpancés o gorilas. Los homínidos y los simios africanos siguieron diferentes caminos evolutivos y no podemos considerar a los chimpancés como próximos a nuestro último antepasado común. La única forma de despejar la incógnita es encontrar los restos de un ancestro común entre homínidos y simios.
AUSTRALOPITHECUS ANAMENSIS (4 MILLONES DE AÑOS)
Australopithecus anamensis. Sus muelas poseían gruesos esmaltes, por lo que se deduce que no comía solo hojas y frutos sino alimentos más duros. Vivió en un ambiente forestal pero más abierto que el de sus antepasados ramidus y caminaba erguido. Presentaban un claro dimorfismo sexual en tamaño corporal. Es posible que formaran comunidades de varios machos emparentados, en las que cada uno agruparía un pequeño harén de hembras. Las mandíbulas y los dientes de A. anamensis presentan rasgos que recuerdan a A. afarensis, pero existen diferencias muy claras. Aunque es evidente que se trataba de un australopiteco, el conjunto de características primitivas que se observan demandaba el nombramiento de una nueva especie para estos homínidos: Australopithecus anamensis. En septiembre de 1995 Meave Leakey, esposa de Richard Leakey, anunció a la comunidad académica el hallazgo de unos fósiles de hace 4,1 millones de años, que corresponderían a una nueva especie de homínidos. Esta nueva especie fue denominada Australopithecus anamensis (anam significa lago en lengua turkana).
Lucy (AL 288-1) es el esqueleto fosilizado casi completo de un homínido perteneciente a la especie Australopithecus afarensis, de 3,2 millones de años de antigüedad, descubierto por el estadounidense Donald Johanson el 24 de noviembre de 1974 a 159 km de Adís Abeba, Etiopía.
Se trata del esqueleto de una hembra de alrededor de 1 metro de altura, de aproximadamente 27 kg de peso (en vida), de unos 20 años de edad (las muelas del juicio estaban recién salidas) y que al parecer tuvo hijos, aunque no se sabe cuántos. Dotada de un cráneo minúsculo, comparable al de un chimpancé, Lucy andaba sobre sus miembros posteriores, signo formal de una evolución hacia la hominización. La capacidad bípeda de Lucy puede deducirse de la forma de su pelvis, así como también de la articulación de la rodilla. El nombre de Lucy proviene de la canción «Lucy in the sky with diamonds» del conjunto musical The Beatles, que escuchaban los miembros del grupo investigador la noche posterior al hallazgo. Hasta 1977, la comunidad científica no tomó en consideración el hallazgo de Johanson y su equipo del International Afar Research Expedition. La revista Kirtlandia aceptó publicar el descubrimiento del nuevo homínido, al que sus autores asignaron el nombre científico de Australopithecus afarensis.
Mediante la aplicación del método de potasio-argón, bioestratigrafía y paleomagnetismo, entre otros, se obtuvo la datación de 3,2 millones de años de edad para Lucy. En el mismo sitio, un año después, se hallaron restos pertenecientes a seis individuos más, dos de ellos eran niños de unos cinco años, pero el esqueleto más completo fue el de Lucy, de quien se encontraron un total de 52 huesos. Actualmente los restos de Lucy están guardados en una caja fuerte en Adis Abeba, capital de Etiopía. Lucy es la fémina más espectacular que se ha conocido nunca, y no sólo para los estudiosos de la evolución humana.
PARANTHROPUS AETHIOPICUS (2,5 MILLONES DE AÑOS)
Paranthropus (o Australopithecus) aethiopicus. El Australopithecus aethiopicus habitó África entre los 2.6 y 2.3 millones de años atrás. El tamaño de su cerebro era muy pequeño, algunas partes de su esqueleto semejan a los del Australopithecus afarensis. Es probable que los Australopithecus aethiopicus sean los antecesores de los A. Boisei. La primera especie robusta conocida, Australopithecus aethiopicus, vivió en África oriental hace unos 2,7 millones de años. En 1985 el paleoantropólogo estadounidense Alan Walker descubrió a orillas del lago Turkana, Kenia, el fósil de un cráneo datado en 2,5 millones de años de antigüedad que ayudó a definir esta especie. A este fósil se le denominó el “cráneo negro” por el color que presentaba tras absorber los minerales del suelo. El cráneo presentaba una elevada cresta sagital hacia la parte posterior del cráneo y una parte inferior del rostro que sobresalía con respecto a la frente. El A. aethiopicus compartía algunas características primitivas con el A. afarensis —es decir, rasgos que se habían originado en el primitivo australopitecino de África oriental, lo que pudiera indicar que el A. aethiopicus había evolucionado a partir del A. afarensis. Alan Walker descubrió a orillas del lago Turkana, Kenia, el fósil de un cráneo datado en 2,5 millones de años de antigüedad que se denominó el “cráneo negro” (Australopithecus aethiopicus).
AUSTRALOPITHECUS AFRICANUS (3-2 MILLONES DE AÑOS)
Australopithecus africanus. El primer descubrimiento de los australopitecos se produjo en África del Sur, y lo constituía un cráneo infantil procedente de Taung, cuyo estudio realizó R. Dart en 1924. La mayoría de los yacimientos proceden de África del Sur, principalmente Sterkfontein y Makapansgat, encontrándose restos de probables A. africanus en el Omo (formación Shungura) y Koobi Fora. Por lo general, en África del Sur los restos se encuentran en yacimientos en cueva, o procedentes de cuevas posteriormente desmanteladas por la erosión, de manera que aparecen en brechas concreccionadas que presentan una gran dificultad de extracción. En este sentido, la antigüedad y características de los hallazgos hacen más difícil su datación que en África oriental. Así en el caso de Taung la tendencia más reciente es asociar el depósito a la actividad de carnívoros y no a los homínidos. Durante largo tiempo el problema de la asociación a útiles líticos y fauna introdujo la polémica sobre la capacidad cazadora y utilización de instrumentos por el Australopiteco, surgiendo la teoría osteodontoquerática de R. Dart. En la actualidad no se les niega la capacidad de utilizar instrumentos, dada la protocultura detectada en los chimpancés, pero sí su capacidad cazadora. La cronología es difícil de determinar, situándose como probable los 2 millones de años, según se ha detectado en Sterkfontein y Makapansgat. Sterkfontein era una cueva en la que se acumularon los depósitos a través de fisuras. Estos depósitos fueron después cimentados con los derrumbes del techo y paredes de la misma, formando una brecha que la erosión posterior dejó en superficie. Makapansgat se debe a una acumulación de fauna producida por una ocupación de hienas, sin que aparezcan instrumentos líticos y se le ha atribuido una edad, quizá demasiado antigua, de 3 millones de años. Las características de A. africanus, también denominados A. gracilis por oposición al A. robustus, se basan en una capacidad craneana de 430 a 520 centímetros cúbicos, con una media de 440 centímetros cúbicos, un 10 por 100 más que en el A. afarensis. En general la cara es más corta y presenta menor prognatismo, unido a un menor tamaño de las piezas dentarias. Los caninos son cortos y no se ha detectado dimorfismo sexual en el tamaño de los mismos. Asimismo desaparece el diastema, o es muy raro. En resumen, se ofrece una reducción de los caninos e incisivos, y hay un mayor énfasis de la masticación en el resto de la dentición. El esqueleto postcraneal es similar al A. afarensis. Era bípedo pero también un ágil trepador de árboles. El peso y la altura estimada recientemente para individuos adultos se encontraría entre los 33 y los 67 kilos y su estatura media oscilaría alrededor del 1,45 metros. El primer A. africanus encontrado fue el “Taung baby”, el fósil de un niño, que murió entre los tres y cinco años. Raymond Dart tuvo la suficiente inteligencia para darse cuenta que este fósil representaba una nueva especie. Sin embargo, al publicarlo, tuvo que enfrentar el descrédito y la indiferencia.
AUSTRALOPITHECUS GARHI (2,5 MILLONES DE AÑOS)
Australopithecus garhi. Los restos fósiles del Garhi fueron descubiertos entre 1996 y 1998. Un equipo de 40 científicos, dirigidos por Tim White, de la Universidad de Berkeley, en California, y el etíope Berhane Asfaw los descubrieron en la región del Medio Awash, en Etiopía. Aunque es una zona hoy desértica, hace dos millones de años y medio poseía más vegetación, un lago y numerosos animales, entre los que se encontraban los homínidos. Los restos fósiles dejados por estos seres vivos son los encontrados por este equipo. Para los investigadores, entre las particularidades más interesantes de estos fósiles de homínido se encuentran la unión de caracteres simiescos, como son los brazos cortos, con otros más cercanos a los de los humanos, como son los miembros inferiores largos; además, los rasgos de sus dentaduras se acercan más a los del hombre que a los del mono; y, por último, aquellos lejanos homínidos parecen ser también los primeros seres vivos que utilizaron instrumentos de piedra para romper los huesos, descarnar y trocear los animales que cazaban y de los que se alimentaban. Los paleontólogos llegaron a la conclusión de que se podía hablar del descubrimiento de una especie desconocida, y la bautizaron con el nombre de Australopithecus garhi. “Garhi” es una palabra etiópe que significa “sorpresa”, con ella quisieron tanto aludir a la sorpresa que el descubrimiento les causó, como a que este se produjo en Etiopía. Junto a los restos del homínido Australopithecus garhi se han encontrado igualmente fósiles de animales en los que aparecen huellas de haber sido descarnados con instrumentos de piedra y sus huesos fracturados con el mismo sistema, para absorber una sustancia de tanto valor nutritivo y tan apreciada como el tuétano. De cualquier modo no se puede asegurar que fueron los Australopithecus garhi quienes mataron a los animales, aunque parece lo más probable, dado que los restos fósiles de unos y otros se encuentran en la misma zona. El descubrimiento, en Etiopía, de unos restos fósiles cuya antigüedad se mide en dos millones y medio de años, parece ayudar a completar, en gran medida, la historia de los antecedentes más cercanos del hombre.
AUSTRALOPITHECUS SEDIBA (2 MILLONES DE AÑOS)
El Australopithecus sediba, nuevo ancestro del ser humano moderno en la palestra. Restos fósiles desvelan que tenían características similares a la de los humanos (Inc. Paleontología y geología, d. Evolución humana on septiembre 8, 2011 at 18:05). Entre los restos está la mano de homínido más completa que se conoce. Según los estudios, el Austrolopithecus sediba usaba herramientas. Los fósiles de dos jóvenes homínidos encontrados en una cueva de Malapa, cerca de Johannesburgo (Sudáfrica), podrían revolucionar el árbol evolutivo que soporta la rama del ser humano. Cinco investigaciones, publicadas en la prestigiosa revista ‘Science’, analizan varios aspectos de la morfología del Australopithecus sediba y concluyen que este homínido primitivo podría ser la base del género Homo (que incluye a la especie humana Homo sapiens) en el árbol de la vida. Además, uno de los estudios, dirigido por el investigador del Instituto de Evolución Humana de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, retrasa la edad de ambos ejemplares hasta hace casi dos millones de años (concretamente 1,977 millones de años).
Este dato sitúa a esta especie antes que las apariciones más tempranas en el registro fósil de los ‘Homo’. Los fósiles más antiguos del género que condujo hasta el ser humano moderno datan de hace 1,9 millones de años y corresponden con ejemplares de Homo habilis y Homo rudolfensis, antecesores del ancestro humano indiscutible, el Homo erectus. Pero la edad más antigua de los fósiles de A. sediba indican que esta especie más antigua que los ‘Homo’ es un linaje diferente a partir del que podría haber evolucionado el Homo erectus, según indican los autores. “La edad es particularmente interesante porque está muy cerca del tiempo de la transición clave que dio lugar al género Homo”, aseguró Brooks Hanson, editor en jefe de la revista Science en la presentación de una teleconferencia de prensa con los investigadores. “Por supuesto, el retraso de la edad de los fósiles con respecto a la que ofrecimos cuando se presentó el descubrimiento de A. sediba postula a la especie como el mejor candidato para ser el ancestro que condujo hacia el surgimiento del género ‘Homo’”, aseguró Lee Berger, durante la teleconferencia. Además, los nuevos detalles aportados en las diferentes investigaciones publicadas en Science sobre el cerebro, la pelvis, las manos y los pies de Australopithecus sediba dejan claro que este antiguo pariente del ser humano tuvo varios rasgos modernos, parecidos a los humanos, al tiempo que mantiene algunas características muy primitivas. Esta naturaleza “mosaico” hace pensar a los investigadores que A.sediba es el mejor candidato para ser el ancestro del género ‘Homo’. “El panorama evolutivo del ser humano es una gran sopa de letras y hay muchos pretendientes para ser el primer ancestro”, explica Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social y codirector del Proyecto Atapuerca. “Esta nueva investigación supone una buena hipótesis, pero es muy difícil de comprobar. Las muestras genéticas de los homínidos primitivos están muy fragmentadas, pero la tecnología avanza muy deprisa. Cuando la genética pueda aplicarse a ejemplares de más de 100.000 años podremos tener la solución definitiva para la sopa de letras”. Los nuevos hallazgos incluyen la mano más completa jamás descrita en un homínido primitivo y una de las pelvis más completas jamás descubiertas. Además aportan piezas completamente nuevas del pie y tobillo que permiten a los investigadores saber que Australopithecus sediba caminaba erguido sobre sus dos piernas. Otro de los grandes descubrimientos relacionados con el análisis de la mano es que la especie ya fabricaba herramientas de piedra, lo que hasta la fecha sólo se relacionaba con el género Homo. “Hay estructuras en la mano que reflejan un gran énfasis en la fabricación de herramientas asociada a una manipulación muy fina de esas herramientas para resolver los retos ambientales de la especie”, explicó Steven Churchill, otro de los autores de los estudios.
PARANTHROPUS ROBUSTUS (1,9 MILLONES DE AÑOS)
El Paranthropus robustus fue encontrado en cuevas de breccia en Kromdraai y Swartkrans, en Sudáfrica. Data de hace 1,9 millones de años hasta 1,5 millones de años. P. robustus se distingue por un masivo aparato masticatorio, con premolares y molares grandemente expandidos. Los dientes frontales, sin embargo, son mucho más chicos comparados con los de A. africanus, así que la cara es mucho más corta. La arquitectura de la cara está construida fuertemente para soportar las tensiones generadas por la dentición. El tamaño del cerebro es mayor que el de A. africanus, pero es difícil estimar su proporción con respecto al cuerpo, por la falta de fósiles postcraneanos. El cerebro, sin embargo, era lo suficientemente pequeño como para que los músculos masticatorios lo rodearan, formando una “cresta sagital”.
La aparición de esta especie está asociada a un resecamiento del clima en África del sur. Sabemos que P. robustus vivía en praderas abiertas, al contrario de A. africanus, que vivía en ambientes más selváticos. Teniendo en cuenta esto, podemos comprender que la dentición de P. robustus estaba bien adaptada para masticar lo que su ambiente le ofrecía – rizomas, tubérculos, y cosas así-. El único tipo de herramienta posiblemente asociado con esta especie son fragmentos de hueso y cuernos encontrados en Swartkrans. Estos fragmentos están desgastados de la misma forma en que se desgastarían si hubieran sido usados para excavar. Hay que añadir que no hay otra evidencia firme acerca del uso de herramientas en Paranthopus. Convivieron con los Homo durante 1,5 mill. de años. Es el único de esta especie encontrado en el sur de África y no en el este. Presentaban un claro dimorfismo sexual en tamaño corporal.
PARANTHROPUS BOISEI (1,8 MILLONES DE AÑOS)
Paranthropus boisei. El primer hallazgo de un fósil de esta especie lo debemos a Louis Leakey, quien en 1959 reportó el hallazgo de una nueva especie “Zinjanthropus”, en la garganta de Olduvai, en Tanzania. Este especímen fue datado en 1,8 millones de años.
Hallazgos subsecuentes de esta especie se produjeron en el norte de Tanzania, en el norte de Kenya y en el sur de Etiopía. Esta especie ha sido descrita “como P. robustus, pero más”, ya que tiene un cráneo más desarrollado incluso, muelas más expandidas, y más pequeños caninos e incisivos. Los medioambientes en que P. boisei vivía varían considerablemente. En Olduvai los fósiles estaban depositados cerca de un lago; cerca del borde de éste crecían árboles, pero daban paso rápidamente a una pradera seca. En Etiopía, durante el espacio de tiempo en que vivió esta especie, hubo un resecamiento del clima, aunque el bosque probablemente persistió alrededor de los cursos de agua, de donde salieron los depósitos fosilíferos. Así, podemos ver que la aparición de esta especie no coincide con un cambio climático, como en Sudáfrica. Más aún, durante el largo espacio de tiempo en que vivió esta especie, no sufrió cambios anatómicos sustanciales, pese a los grandes cambios climáticos de su época. El Paranthropus boisei convivió con el Homo durante 1,5 mill. de años. El Bosei fue encontrado por el matrimonio Mary Leaky y Louis Leaky en 1959 y vivió hace 1,8 mill. de años. Presentaba un claro dimorfismo sexual en tamaño corporal. Es posible que formara comunidades de varios machos emparentados, en las que cada uno agruparía un pequeño harén de hembras.
HOMO HABILIS (1,8 MILLONES DE AÑOS)
En octubre de 2013 los medios de comunicación y las redes sociales se hicieron eco de una nueva “revolución” en la Paleoantropología. La revista Science había publicado un estudio realizado por el equipo que trabaja en el yacimiento de Dmanisi, en Georgia.
Las conclusiones, tras analizar uno de los restos craneales de homínidos más completos y antiguos conocidos fuera de África ―con cerca de 1.8 millones de años de antigüedad― y su relación con otros fósiles del mismo yacimiento, apuntaban a que la variabilidad de los homininos de Dmanisi relativizarían las diferencias que hasta ahora habían servido para identificar especies como Homo habilis, Homo rudolfensis, Homo ergaster u Homo erectus (para Lordkipanidze, autor principal de la investigación, «las diferencias entre estos fósiles de Dmanisi no son más pronunciadas que las que existen entre cinco humanos modernos o cinco chimpancés»). Siguiendo este razonamiento, los investigadores sostienen que todos ellos formarían parte de una misma especie, siendo como mucho variantes regionales o «razas» de un único linaje que habría ocupado durante cientos de miles, o incluso millones de años, la práctica totalidad de los continentes euroasiático y africano. Para poder llegar a esta conclusión, eso sí, los autores han partido de la premisa de que los cinco individuos encontrados en Dmanisi vivieron en el mismo lugar y en el mismo tiempo geológico, pertenecieron a la misma población y, por ende, a la misma especie. De esta forma, en lugar de varias especies de Homo ecológicamente especializadas, los autores creen que existió una sola especie que surgió en África. El equipo al menos ha sido cauto a la hora de proponer un nombre científico y ha preferido denominarlo el «Homo temprano».
Homo habilis es el primer representante del género Homo (el nuestro). Homo habilis no era muy diferente del Australopithecus africanus, tenía una capacidad craneal media de unos 600 centímetros cúbicos y era quizá un poco más pequeño que los Australopithecus y que sus contemporáneos del género Paranthropus. Los restos fósiles encontrados por el matrimonio Leakey, en 1959, en las gargantas de Olduvai (Tanzania) revelan que eran individuos de unos 140 cm de altura, con una capacidad craneal de unos 600 cm3 de promedio y un esqueleto con rasgos anatómicos más modernos que los de los australopitecos y con piezas dentarias más pequeñas. El nombre asignado a esta especie (habilis) hace referencia al hecho de que estos humanos son los primeros talladores que tenían la capacidad técnica para fabricar utensilios. Fabrican las primeras herramientas de piedra y son cantos rodados y piedras talladas toscamente por una cara (choppers) o por dos (chopping tools). Los análisis al microscopio electrónico de las muescas de desgaste de la dentadura, junto con otras evidencias indirectas, muestran que su dieta incluía la carne, sin embargo no podemos decir que fueran todavía cazadores, practicaban más bien una actividad de carroñeo. Probablemente solían aprovechar el tuétano de los huesos procedentes de los despojos de la caza de otros depredadores. Los cantos tallados serían utilizados para fracturar el hueso y extraer el tuétano. También utilizarían los instrumentos de piedra para cortar plantas y triturar ciertos productos vegetales duros. El Homo habilis todavía no conocía el uso del fuego, ni tampoco estaría en posesión de un lenguaje articulado, aunque en los moldes de un cráneo de un Homo habilis se ha observado que tenían una circunvolución de Broca bastante desarrollada. Analizando algunos de los huesos de las extremidades recuperados se puede reconocer que se trata de una especie con un aspecto mucho más humano. La cabeza del fémur es mucho más grande y de forma más corta y redondeada. También la pelvis tiene un aspecto mucho más moderno.No hay dudas que su andar era erguido, así lo atestiguan los rasgos de su pelvis, columna, miembros y foramen magnun. Podemos concluir que tanto los huesos de las manos como de las piernas estaban más próximo a los seres humanos modernos que a los antropomorfos. Homo Habilis tenía ciertos rasgos simiescos como unos brazos muy largos con respecto a las piernas. Sin embargo experimentó una expansión cerebral a la vez que una reducción del aparato masticador, y, lo que es más importante, sus restos son los primeros, de momento, que han aparecido asociados a industrias líticas.
Este estudio ha suscitado un intenso debate y duras críticas por parte de otros colegas: “Dmanisi nos trae de cráneo” por María Martinón-Torres, responsable del grupo de antropología dental del CENIEH, y “Los nombres escritos en las rocas”, de E. Bruner. El vivo interés que estas investigaciones despiertan en el público en general se hace patente cuando se escuchan comentarios en la calle sobre la evolución humana, se leen las anotaciones en blogs que normalmente no tratan estos temas, así como el impacto en las redes sociales.
HOMO RUDOLFENSIS (1,6 MILLONES DE AÑOS)
Es una especie problemática, hasta el punto de que muchos expertos niegan su existencia. Tendría como características principales un cerebro de unos 750 centímetros cúbicos (mayor que en H. habilis), una cara y unas mandíbulas mayores que en Homo habilis, con mayor prognatismo y una cavidad craneal más redondeada. Los restos de H. rudolfensis hallados hasta el momento dan un arco cronológico menor que en H. habilis. Así H. rudolfensis habría vivido hace entre 1,9 y 1,6 millones de años. Además H. rudolfensis sólo ha sido hallado en las orillas del lago Turkana, antes lago Rodolfo, en Kenia. La división de esta especie en dos, habilis y rudolfensis no ha convencido a muchos paleoantropólogos. Sin embargo, H. rudolfensis tiene características que permiten distinguirlo; por ejemplo, una mayor capacidad craneal.
Homo rudolfensis, Alexeev, 1986. Hallazgos en Kenia (Koobi Fora), Malawi, y Etiopía (Hadar). En 1972 Bernard Ngeneo, del equipo de Richard Leakey halló ER 1470, con un cerebro mayor, esqueleto facial más grande, ancho y plano, torus poco marcado y mandíbula y dientes mayores con grandes muelas de esmalte grueso, similares a las de los parántropos. Junto a él, ER 1472 (un fémur derecho) ER 1475 (fragmento proximal de fémur derecho), un fémur izquierdo, fragmentos distales y proximales de una tibia izquierda y ER 1481, una fíbula distal izquierda. Leakey los atribuyó a Homo sapiens indet. (Leakey, 1973). Posteriormente se atribuyó a Homo habilis. Para algunos, constituye un nueva especie (Homo rudolfensis o Kenyanthropus rudolfensis). Para Alexeev (1967) y Wood (1993) los individuos de Olduvai serían habilis mientras el resto serían de otra especie que Alexeev llamó Homo rudolfensis (de Lago Rodolfo, nombre colonial del Lago Turkana, en cuya cuenca se encontraron la mayor parte de los fósiles). H. rudolfensis es más grande que habilis. Rightmire (1995) no acepta rudolfensis, pero defiende la presencia de una especie más pequeña Homo sapiens, tanto en Olduvai como en Koobi Fora. Una revisión de 2007 situó los hallazgos atribuidos a rudolfensis dentro del rango del habilis. En 2012 Meave Leakey et al, relacionaron tres fósiles hallados recientemente (ER 60000, ER 62000 y ER 62003) con ER 1470. Estos hallazgos suponen una confirmación de la especie.
HOMO ERGASTER (1,2 MILLONES DE AÑOS)
Homo ergaster. Sustituyeron a los habilis y es la especie más humana del género Homo que aparecen. Humana en el sentido de su gran cerebro, estatura y proporciones corporales, parecidas a las de los humanos posteriores. Su capacidad craneal se sitúa entre 800 y 950 cc. Así mismo, su modelo de desarrollo era más lento que el de sus antepasados y esto implica un entorno social más protector (la alimentación y la complejidad social son imprescindibles para la expansión y reestructuración cerebral). Además trajeron consigo una nueva forma de tallar la piedra, el Achellense o Modo 2, que consiste en núcleos o grandes lascas talladas por las dos caras denominados bifaces, como las hachas de mano, los hendedores y los picos. Se trata de una técnica que perduraría durante muchísimo tiempo ya que son de múltiple uso.
Fue el Homo ergaster el homínido que salió de África por primera vez y comenzó a adaptarse a otros tipos de vida diferentes como los de Asia y Europa. Las primeras huellas fuera de África datan de hace 1 millón de años, y los más conocidos son los del Homo erectus de Java. A partir de aquí ya nos acercamos claramente a nuestra especie. Gracias al descubrimiento, en 1984, por un equipo comandado por Richard Leakey de un esqueleto completo en un 60% de un adolescente ergaster de hace 1,6 millones de años en el lago Turkana, conocemos varias características de su especie. Este individuo murió cuando tenía alrededor de nueve años, lo que corresponde en términos humanos a once o doce años. Al morir, sus restos se hundieron rápidamente en un pantano, quedando así a salvo de animales carroñeros. Sus proporciones eran muy parecidas a las de los habitantes modernos del lago Turkana. Era delgado y con extremidades largas. Esto es una adaptación al clima tropical de la zona. Era bastante alto: al momento de morir medía cerca de 1,60 mt., lo que estaba muy por debajo del metro ochenta que hubiera alcanzado si hubiera completado su desarrollo. Aunque la mayor parte de la opinión científica aún agrupa estos fósiles como H. erectus, hay una tendencia creciente en agrupar los especímenes africanos en su propia especie, Homo ergaster.
HOMO ERECTUS (1 MILLÓN DE AÑOS)
El descubrimiento de útiles o herramientas fosilizadas y esqueletos de grandes mamíferos cerca de los fósiles de Homo erectus (hombre erguido) sugiere que estos ancestros humanos llevaron una existencia más compleja que las especies anteriores. A pesar de que su estructura anatómica se parece a la de los seres humanos actuales, los antropólogos han encontrado que el cerebro humano sufrió muchos cambios durante la evolución de una especie a otra.
Los Homo erectus son los primeros viajeros intercontinentales. Desde África se dispersan a través de Asia Menor y el Próximo Oriente, llegando por un lado hasta España y por el otro hasta cerca de Pekín, en el norte de China, y hasta la isla de Java, en Indonesia. Los fósiles más antiguos de Atapuerca, cerca de Burgos, que tienen 800.000 años, son descendientes de ellos. El Homo erectus más antiguo de Europa se ha encontrado en Georgia, donde vivía hace 1,6 millones de años. (La localidad de Dmanisi, donde se han encontrado estos fósiles, está cerca del límite generalmente reconocido entre Europa y Asia.) Además de fabricar hachas de mano de piedra, el Homo erectus también dejó los primeros restos de viviendas construidas, de objetos de madera tallada, la primera lanza de madera y el recipiente más primitivo, un cuenco de madera. Pero su mayor avance cultural fue que aprendió a manejar el fuego. Se han encontrado los primeros indicios de su utilización en China, hace 300 mil años y se atribuyen al “hombre de Pekín”, una versión del Homo erectus. El ejemplar más antiguo tiene 1 millón de años y el más joven tan solo de 100.000 y corresponden a Java (Asia). En China se han encontrado de una antigüedad de entre 800.000 a 230.000 años. Se parece mucho al Homo ergaster, pero tiene mayor capacidad craneal (750-1.300 cc). Los ejemplares de Java y China difieren en algunos aspectos, considerándose como dos subespecies, el Homo erectus erectus, para los primeros, y el Homo erectus pekinensis, para los segundos. Los antropólogos piensan que el Homo erectus vivió hace 1,8 y 0,2 millones de años. Pero el fósil más antiguo se encontró en África, en Oulduvai, por lo que se piensa que esta especie se originó en este continente y después emigró.
HOMO ANTECESSOR (800.000 AÑOS)
800.000 años atrás en el tiempo, una especie común a los neandertales y a los Homo sapiens vivía en la Sierra de Atapuerca (Burgos). Homo antecessor salió a la luz en 1997. Sus descubridores, J.M. Bermúdez de Castro, J.L. Arsuaga, E. Carbonell, A. Rosas, I. Martínez y M. Mosquera, le definieron como el pionero, el que antecede a los demás. La mayoría de los restos humanos de TD6 (Gran Dolina) se encuentran en un estado de conservación excelente, pero corresponden en general a fragmentos de tamaño variable. Esta fragmentación, así como otros caracteres de los restos (marcas de corte, golpes producidos por instrumentos líticos, tipos de fractura, etc), que también se observan en los restos fósiles de los ungulados, representan evidencias muy claras de un acto de canibalismo.
Prácticamente el 50% de los fósiles humanos presentan cortes o fracturas producidos por instrumentos líticos, y se encuentran indistintamente en los huesos craneales y en los del esqueleto postcraneal, lo que indica un consumo total de los cadáveres. Además, todos los individuos presentan algún estigma de canibalismo. Las connotaciones en el árbol de los homínidos provocadas por este hallazgo han sido muy importantes y, sin duda, ha sido uno de los grandes descubrimientos en el campo de la paleontología. Esta especie demostró que en Europa ya vivían seres humanos hace más de 800.000 años, mucho antes de lo que se pensaba. Su morfología revolucionó la idea que se tenía hasta ese momento de la evolución de nuestra especie. Su capacidad craneal era elevada (más de 1.000 cc) y poseía una cara muy moderna, es decir, esta especie sufrió una reestructuración total del neurocráneo, la mandíbula, los dientes y la cara, es totalmente diferente a todo lo anterior. Desgraciadamente, no se han encontrado aún fósiles en África de la misma antigüedad que podrían hacer seguir la pista de esta especie, y los de Asia contemporáneos a ella se refieren únicamente al Homo erectus. Se podría decir que es el eslabón que une al Homo ergaster y enlaza con formas más cercanas a nosotros. Si aceptamos que el origen de nuestra especie debe buscarse en África hace entre 100.000 y 200.000 años, debemos aceptar un origen africano para la especie H. antecessor, muy probablemente a partir de poblaciones pertenecientes a la especie H. ergaster. También debemos aceptar una continuidad evolutiva de H. antecessor en África, que culminaría con la aparición de las poblaciones humanas modernas. A pesar de todos los estudios realizados, esta nueva especie está aún muy cuestionada por paleontólogos y especialistas. Estas luchas dialécticas son muy comunes entre los especialistas y hasta que no hay una evidencia abrumadora (y a veces ni eso) no se ponen de acuerdo en las afirmaciones que realizan.
HOMO HEIDELBERGENSIS (500.000 AÑOS)
Entre Homo antecessor, una especie poco conocida basada en fósiles de las colinas de Atapuerca, en España, y los linajes sapiens y neanderthalensis existió una especie con fósiles en Europa desde hace medio millón de años, y en África un poco más tempranamente, que presenta caracteres intermedios entre H. erectus / ergaster y H. sapiens. Los fósiles en cuestión son una mezcla de especímenes que datan entre 500.000 y 250.000 años. El más antiguo es una mandíbula inferior encontrada en Mauer, cerca de Heidelberg. Posteriormente, en una cueva llamada Arago, en Francia, se encontraron los restos, mayormente fragmentarios, de una docena de individuos. El más completo es la cara y parte de la caja craneana de un individuo, que tiene gran parecido a un cráneo encontrado en Petralona, Grecia.
Juntos, estos fósiles revelan un homínido con un cráneo más “inflado” que el de ningún erectus, aunque todavía posee arcos supraciliares. La parte trasera del cráneo es más redondeada que en erectus, y las mejillas son infladas, como en los neanderthalensis, aunque la cara es más plana. Los utensilios asociados con estos fósiles son generalmente muy rudos, consistiendo básicamente en simples “piedras de cortar” y algunas herramientas de lascas como puntas y raspadores, siendo ellos los iniciadores de esta técnica. Se han encontrado fósiles de esta especie en África en los sitios de Bodo, al noreste de Etiopía, con un ejemplar más robusto pero similar que data de hace 600.000 años, y en Kabwe, en Zambia. Los huesos postcraneales concuerdan con los de Arago, e indican que ésta era una forma robusta, pero moderna. También en el sitio chino de Dali se ha encontrado un cráneo que concuerda con este grupo. Otros sitios son los de Steiheim, Alemania; Swascombe, Inglaterra; Lago Ndutu, Tanzania, y en la Sima de los Huesos, en España se encontraron fósiles con características neandertalianas. Hay que notar que en Terra Amata, Francia, se encontraron restos de refugios construidos durante la época de H. heidelbergensis. Estos refugios tenían una forma ovalada, con veinticinco pies de largo y veinte de ancho. Dentro del refugio se encontraron restos de ceniza. El Homo heidelbergensis es un individuo muy alto (1,80 m) y fuerte (llegaría a 100 kg), de gran cráneo (casi 1.400 cm3) todavía muy aplanado, con mandíbula saliente y gran abertura nasal. Especie intermedia entre el Homo antecessor, neanderthalensis y sapiens. Datan entre 500.000 y 250.000 años.
HOMO RODHESIENSIS (200.000 AÑOS)
Homo rhodesiensis fue hallado por primera vez en 1921 en la localidad llamada por los ingleses Broken Hill, actualmente Kabwe, en Zambia (antigua “Rhodesia del Norte” por lo que se denominó Hombre de Rhodesia). Se considera que vivió solamente en África, desde hace 600.000 hasta 160.000 años antes del presente, durante el Ioniense (Pleistoceno medio). La capacidad neurocraneal del Homo rhodesiensis era relativamente alta, entre 1280 y 1325 cm³. Un cráneo que podría ser el más antiguo de esta especie, hallado en Bodo, Etiopía, datado en 630.000 años antes del presente, tenía una capacidad endocraneana de 1.250 cm³. Otros fósiles con características morfológicamente similares han sido encontrados en Sudáfrica (Hombre de Saldaña), Tanzania, Marruecos y Argelia. Morfológicamente conserva ciertos rasgos antiguos comunes a Homo erectus, Homo ergaster y Homo antecessor, tiene otros que han permitido relacionarlo con Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis, pero además presenta rasgos que apuntan hacia el Homo sapiens. Por tales características intermedias ha sido comparado con el Hombre de Petralona. Phillip Rightmire (1998) considera que los fósiles africanos del Pleistoceno medio, deben ser incluidos dentro de la especie Homo heidelbergensis, de la que por tanto descenderían tanto los nendertales como H. sapiens.
Por su parte, el paleoantropólogo francés Jean-Jacques Hublin (2001), supuso que Homo rhodesiensis es de una especie precursora del Hombre de Neanderthal, que no tuvo que ver en la filogénesis del H. sapiens. Pero, según Tim White (2003), es muy probable que H. rhodesiensis sea antepasado de Homo sapiens idaltu. Manzi (2004) también considera que identificar una sola especie entre Homo erectus y Homo sapiens, resulta una simplificación excesiva y oscurece la decisiva presencia de linajes separados en escalas macro-regionales. Desde hace años científicos como Koenigswald (1971) habían propuesto clasificar los hallazgos de Europa y África en una línea preneanderthal y una línea presapiens, respectivamente. El estudio de los haplogrupos humanos del ADN mitocondrial y del cromosoma Y, ha demostrado que todos los humanos actuales provienen de África. Por consiguiente, a pesar de los parecidos, los fósiles africanos del Pleistoceno medio pertenecen a una línea evolutiva propia y forman un grupo separado de la línea evolutiva europea. Para designar esas poblaciones africanas en la línea de H. sapiens se justificaría emplear entonces la denominación de Homo rhodesiensis como una especie diferenciada (Arsuaga et al., 1999; Bermúdez de Castro et al., 2003).
Finalmente, algunos expertos separan otro clado en una especie más reciente, Homo helmei, o al menos en un grupo diferenciado. Rightmire (2009) clasificó los fósiles africanos de Bodo, Elandsfontein, Ndutu, Omo 2 y el de cráneo de Kabwe en un grupo diferenciado de otro al que antecede, del que haría parte el cráneo de Florisbad, junto con LH 18 (Ngaloba, en Laetoli), KNM-ER 3884 y Omo 1, grupo este último, que representaría la población antecedente inmediata de los primeros H. sapiens y que coincide con el grupo del propuesto H. helmei, que para Sally McBrearty y Alison Brooks (2002) se relaciona con la última etapa de la paulatina aparición en África, del moderno comportamiento humano; y para Robert Foley y Martha Mirazón Lahr (1997) se asocia con la aparición de la tecnología que difundió H. sapiens.
HOMO NEANDERTHALENSIS (300.000 AÑOS)
Ahora sabemos que Homo neanderthalensis no es, como se creía, un antepasado directo nuestro, sino que eran una rama paralela en el árbol evolutivo. Una rama que guarda muchos secretos. Por ejemplo, no sabemos por qué se extinguieron, no sabemos si poseían un lenguaje. Poco faltó para que a los neandertales se los conociera como calpenses, en honor de un cráneo de tipo neandertal hallado en 1848 en la cantera Forbes en Gibraltar: Calpe es el nombre clásico de Gibraltar. Sin embargo, el hallazgo del cráneo gibraltareño precedió en 8 años al de la cueva Feldhofer en el valle del río Neander (Alemania) que dio nombre al popular tipo humano fósil (Neanderthal, significa valle del Neander). El nombre científico Homo neanderthalensis fue creado por William King (1863). Los neandertales son los humanos extinguidos que mejor conocemos, sin ningún género de dudas.
Los neandertales eran más bajos que nosotros, pero tenían una musculatura extremadamente fuerte. Sus esqueletos eran masivos, y tienen prominentes marcas musculares. Su anatomía en general está hecha para el territorio no muy agradable en el que vivían. Incluso los niños eran más musculosos que los niños actuales. La característica facial que más llama la atención es su nariz, que es grande y bulbosa. Esta adaptación les servía para calentar y humidificar el aire que inhalaban, y para perder calor con el que exhalaban, protegiéndose así de sufrir de sobrecalentamiento. La fauna que acompañaba a los neandertales era bastante rica, y un poco extraña para lo que uno pensaría. Por ejemplo, había mamuts, rinocerontes lanudos, hienas, leones, y toda clase de animales que uno asociaría con África, en versiones adaptadas a climas fríos. También habían especies gigantes de venados y osos. La flora alternaba entre la típica de la tundra, cuando la temperatura promedio era baja, y los bosques, en los periodos en que el clima se hacía más agradable. En vez de utilizar un tipo de herramienta multipropósito, como el hacha de mano acheuliana, crearon diferentes tipos de herramientas según la necesidad. Tenían diferentes herramientas para cortar carne, raspar, trabajar la madera, etc. Algunas puntas tienen signos de haber sido parte de flechas. Además, los neandertales deben haber sido expertos en usar la piel de animales muertos y convertirla en cuero. Algunos resultados experimentales nos conducen a pensar que comían grandes cantidades de carne. También manejaban el uso del fuego, el que probablemente podían crear por sus propios medios. Hacia el final de la era de los neandertales, vemos un avance en las técnicas y pasamos a una etapa llamada Chatelperroniana. Este avance se supone debido a copias de los neandertales de las técnicas sapiens. Ahora encontramos aparte de herramientas, objetos tales como pendientes, dientes de animales agujereados, y lo que parecen ser los cimientos de una cabaña. La faringe era más corta que en los humanos modernos. Esto quiere decir solamente que no podían producir exactamente los mismos sonidos que nosotros, pero no quiere decir que no poseyeran lenguaje. Probablemente poseían un lenguaje articulado, gestos u otras formas, pero no sabemos si poseían síntaxis, gramática o un alto nivel de razonamiento simbólico. En un análisis hecho por Lieberman, se llegó a la conclusión de que los neandertales podían pronunciar al menos tres vocales: a, i, u. Comparado con otros homínidos, esto es un gran avance. Los neandertales no parecen haber dependido de símbolos, al menos en la forma en que nosotros (y los primeros sapiens). De hecho, aparte de las tumbas, es difícil encontrar conductas simbólicas. Conchas de invertebrados y moluscos fosilizados se han encontrado en sitios de neandertales, que muestran algún tipo de sentido estético o curiosidad. Debemos desterrar completamente la idea acerca del primitivismo de los neandertales. Ellos eran una especie tan evolucionada y adaptada a su medio, el que era hostil, que no puede dejar de sorprendernos el hecho de que hayan podido sobrevivir en él. Probablemente no tenían las mismas habilidades cognitivas que nosotros, ni se representaban al mundo de la misma manera, pero sin duda pudieron arreglárselas perfectamente, al menos hasta que llegamos nosotros, y causamos probablemente su extinción.
El hombre de Neanderthal constituye la primera especie de homínido moderna que vivió por toda Europa, y representa una forma que se adaptó al clima imperante hacia los 300 mil años atrás. Desarrolló un volumen craneal que llegó a ser superior al nuestro, alcanzado los 1500 cc. Desapareció hace unos 30 mil años, refugiado en cuevas del sur de la península Ibérica. Homo neanderthalensis de hace 75.000 años en Iraq Un grupo de científicos de la Universidad de Leipzig descifró una proteína ósea de un hombre de Neanderthal que vivió hace setenta y cinco mil años, anuncia el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Es la proteína (osteocalcina) más antigua descifrada hasta ahora por la ciencia. “Con ayuda de este análisis pueden ser estudiados también restos fósiles que ya no poseen más ADN (ácido desoxirribonucleico, información hereditaria)”, indica Sandra Jacob, portavoz del instituto. Al igual que el ADN, los aminoácidos pueden brindar información sobre el parentesco entre especies vivientes y extinguidas. Los científicos de Leipzig están interesados en determinar la probable relación genética entre el hombre de Neanderthal, que desapareció hace 35,000 años, y el hombre moderno. Los expertos sólo habían podido investigar restos que contenían todavía trazas de ADN. La comparación de esa proteína ósea con restos primitivos del hombre moderno indican que el hombre de Neanderthal no desempeñó ningún papel determinante en la evolución genética de la humanidad, aunque teóricamente ambos pudieron haber generado descendientes comunes. El hombre de Neanderthal y los antecesores prehistóricos del hombre moderno vivieron en la misma época. El primero habitó en Europa, parte de Asia y Oriente Medio hace 150 mil años, y el segundo apareció en África hace 100 mil años. El resto óseo investigado ahora fue de un hombre de Neanderthal que vivió hace 75 mil años en las cuevas de Shanidar (Iraq).
Prehistoria, los orígenes de nuestra especie. Su cuerpo no difería mucho del de una actual habitante del altiplano andino o una esquimal. Sus cuerpos eran cortos y anchos, una adaptación a la Edad de Hielo en que vivieron, ya que con esta forma concentraban mejor el calor. El cerebro de las neandertales no difería mucho del nuestro, y en algunos casos llegó a ser más grande. Su cara era larga y grande, dominada por una nariz ancha, y prominente, adaptada para respirar aires fríos, ya que al ser grande tenía muchos vasos sanguíneos que permitían calentar el aire antes de que llegara a los pulmones. La dentadura de las neandertales era grande y proyectada hacia adelante, mientras que tenían su mentón hacia adentro. Estaban capacitadas para el habla. Nuevos descubrimientos permiten inferir con seguridad que ya se comunicaban entre sí. Su tecnología era simple, pero efectiva: piedras muy bien talladas, como armas de caza, hachas, hasta elementos para el preparado de las comidas. Las neandertales vivieron en la época de las llamadas Glaciaciones, período en que los hielos del Ártico llegaban hasta el norte de España y Francia, y cubrían gran parte de Norteamérica. En la Europa de los neandertales, las temperaturas eran las que hoy se pueden dar en Groenlandia, la Siberia rusa o el norte de Canadá. Sabemos los rasgos que hemos heredado de la mujer de Neandertal gracias a los estudios de muchos/as científicos/as. Es la imagen más parecida a la mujer de Neanderthal: fuerte, atlética, no muy alta, y con un rostro prominente. Poseía capacidad de habla, pensamiento simbólico, enterramiento de cuerpos. Un equipo de la Universidad de Murcia (UMU), describió en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) el primer esqueleto articulado de una neandertal adulta hallada en el litoral mediterráneo europeo. Excavación realizada en la Sima de las Palomas del Cabezo Gordo (Torre Pacheco, Murcia).
La investigación anatómica llevada a cabo en la Universidad de Washington de Saint Louis muestra que el esqueleto cuenta con la pelvis femenina neandertal más completa del mundo, lo que va a permitir al grupo de investigadores de la Universidad de Murcia profundizar en aspectos de la reproducción de los neandertales. Además, al tratarse de un esqueleto casi completo se ha podido comparar sus dimensiones con las de otros neandertales del norte de Europa, resultando los mediterráneos de talla más baja. Los restos fueron descubiertos bajo una acumulación de grandes piedras y tumbados de lado, con los brazos flexionados y las manos cerca del rostro, posición que se repite en otros esqueletos, lo que lleva a pensar a los autores que se intentaba impedir el deterioro de los cadáveres por hienas y leopardos. En el lugar donde se encontró el cadáver, el artículo documenta la presencia de huesos quemados de caballos y otros animales, además de restos de otros neandertales, lo que sugiere que el sitio era considerado especial por los individuos prehistóricos. Un estudio reciente sobre un fósil encontrado en 1957 se ha tornado en polémica ya que la teoría indica que las Homo Sapiens y los Homo neanderthalensis pudieron haberse reproducido, demostrando que ambas especies tuvieron un contacto más que íntimo durante su vida sobre la tierra. El fósil en cuestión fue una mandíbula de neandertal encontrada dentro de una cueva conocida como Riparo di Mezzena, en Italia. Durante décadas, este descubrimiento antropológico fue el ejemplo primordial de la anatomía de esta especie temprana de la humanidad. Sin embargo, un análisis en 3D descubrió los secretos que este fósil guardó durante decenas de miles de años. El estudio fue llevado a cabo por un equipo conducido por Silvana Condemi, directora de investigaciones de la Universidad de Ai-Marseille, el cual indicó que la peculiar forma de la mandíbula de Mezzena engañó a los científicos al no parecerse a la del humano moderno, el mismo que muestra un desarrollo mandibular más avanzado que la de su primo el neandertal. El hombre moderno pudo haberse mezclado con la Femina neanderthalensis. Un estudio más profundo demostró que la mandíbula de Mezzena evidencia que perteneció a un neandertal pero además contiene restos genéticos pertenecientes al Homo sapiens, revelando que el antiguo dueño del fósil fue producto de la unión de un macho moderno con una hembra neandertal pues los genes de este tipo se heredan de madre a hijo.
Homo denisoviensis. El genoma del denisovano, secuenciado. El investigador Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leizpig (Alemania), logró secuenciar el genoma del homínido de Denisova, una misteriosa especie encontrada en 2010 en Siberia y emparentada con los neandertales, a partir de un fragmento de un dedo meñique infantil y dos piezas dentales. El análisis permitió comparar a los denisovanos con el hombre moderno y reveló que el hueso pertenecía a una niña de ojos marrones, cabello castaño y piel morena que vivió hace entre 74.000 y 82.000 años. Cruce ancestral: Tras los estudios de 2010 que mostraron que los europeos y los asiáticos heredaron entre 2% y 6% de su ADN de los neandertales, nuevos análisis mostraron que el apareamiento con cavernícolas favoreció a los humanos desde el punto de vista inmunológico, y planteó nuevas preguntas sobre si el diestro fabricante de herramientas Australopithecus es el antepasado directo del humano moderno.
A veces, los mayores descubrimientos científicos pueden encontrarse en las pruebas más pequeñas, y la paleontología es un ejemplo constante. Así, el que bien pudiera ser uno de los mayores hallazgos científicos de este año, quizá de la década, nace a partir de apenas dos gramos de polvo de hueso, más o menos lo que cabe en una cucharadita de café enrasada. En efecto, con esta cantidad de material del fémur de un Homo heidelbergensis de hace 400.000 años hallado en la Sima de los Huesos de Atapuerca, un equipo de científicos españoles y alemanes ha logrado secuenciar el ADN humano más antiguo obtenido hasta ahora. Además de un logro técnico sin precedentes, los resultados sitúan de forma inesperada a estos homínidos como parientes de los denisovanos, una enigmática rama extinta de nuestra familia humana hallada hace cinco años en Siberia, y no de los neandertales, como se esperaba. La Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca, en Burgos, es el enclave más importante del mundo en fósiles humanos del Pleistoceno Medio, con al menos 28 esqueletos excavados y reconstruidos desde 1976. El yacimiento de Atapuerca, codirigido por los investigadores Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, incluye otros enclaves donde se han encontrado restos de importancia científica mundial, como el Homo antecessor del Pleistoceno Temprano, que fue un ancestro de la línea evolutiva de Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis. Pero vayamos por partes, ya que la técnica que ha permitido el análisis, hasta ahora imposible, de un material genético tan antiguo se desarrolló a partir de trabajos anteriores de los propios investigadores de Atapuerca. En 2006, en efecto, los investigadores de la Sima de los Huesos desenterraron los restos de un oso de las cavernas que vivió hace 430.000 años. A partir de los huesos del animal extrajeron pequeños fragmentos de su ADN mitocondrial, una cadena de ADN circular que no está incluida en los cromosomas, sino en múltiples copias en unos orgánulos de la célula que actúan como centrales de energía, y que se heredan solo por vía materna. El ADN estaba roto en pedazos muy pequeños, inferiores a los 50 pares de bases (las letras del ADN), pero gracias a la colaboración del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), el centro en el que se gestó la secuencia del genoma neandertal, los científicos lograron reconstruir y leer el genoma mitocondrial del oso. El trabajo se publicó en septiembre de 2013 en la revista PNAS.
Partiendo de esta proeza técnica, los investigadores de Atapuerca y del Max Planck se plantearon secuenciar el genoma mitocondrial de un Homo heidelbergensis de 400.000 años de antigüedad. Para ello se pulverizaron dos gramos del Fémur XIII, un hueso del muslo de uno de los esqueletos encontrados en la Sima de los Huesos. De este material se extrajo el ADN mitocondrial que, como en el caso del oso, solo contenía fragmentos de un tamaño máximo de 45 pares de bases. Pieza a pieza, los científicos consiguieron recomponer un puzle de 15.800 pares de bases, lo que corresponde al genoma mitocondrial casi completo de este antiguo homínido. El mensaje que encierra esta proeza técnica va dirigido, en palabras de Juan Luis Arsuaga, uno de los firmantes del artículo de Nature, a todos los científicos que se encuentran con pequeños fragmentos de ADN prehistórico: “El mensaje es, no tire usted sus fragmentos pequeños de ADN, porque los puede usar”. La secuencia de este ADN mitocondrial y su interpretación se publican esta semana en la revista Nature. Sin embargo, y además del incuestionable avance técnico, los resultados ofrecen desconcertantes conclusiones que no encajan fácilmente con el perfil disponible hasta ahora del Homo heidelbergensis. Se suponía, en efecto, que esta especie del Pleistoceno Medio estaba en la línea evolutiva de los neandertales, tal y como indican sus características morfológicas. Sin embargo, la secuencia de ADN analizada sugiere que el homínido de la Sima de los Huesos compartió hace 700.000 años un ancestro común con los denisovanos, un grupo que vivió hace 40.000 años y que fue descubierto en 2008 en una cueva del sur de Siberia, sacudiendo los cimientos de la paleoantropología. “El hecho de que el ADN mitocondrial (ADNmt) del homínido de la Sima de los Huesos comparta un ancestro común con el ADNmt de los denisovanos, en lugar de los neandertales, es inesperado, ya que los restos de su esqueleto tienen rasgos derivados de los neandertales”, dice Matthias Meyer, el autor principal del estudio. Los denisovanos ocupan una rama evolutiva paralela a la de los neandertales. Ambos compartieron un ancestro común hace unos 640.000 años, y este a su vez divergió de la línea del Homo sapiens hace unos 800.000 años. Se ha propuesto que los denisovanos proceden de un grupo que abandonó África en una migración más temprana que la que dio lugar a los neandertales y a los humanos modernos. El genoma de esta especie revela que tuvo descendencia común con neandertales y sapiens. Su huella genética hoy se conserva sobre todo en la etnia melanésica. Sin embargo, sus rasgos morfológicos son un misterio, ya que hasta ahora solo se han recuperado dientes y pequeños fragmentos de dedos.
HOMO SAPIENS (150.000 AÑOS)
Podemos suponer que nuestra especie, Homo sapiens, se originó en algún lugar de África hace alrededor de 150.000 años. Especies más arcaicas parecen haber continuado durante un tiempo. La especie se expandió relativamente lento, llegando a Australia hace 40.000 años. En Europa, la especie parece haber entrado más lentamente, entre 40.000 y 35.000 años, por España y por el este.
Las herramientas de nuestra especie se asocian en cuatro periodos. El primero de ellos es el Auriñaciense, que apareció hace 40.000 años y persistió hasta hace 28.000, está marcado por una explosión de creatividad. Aparecen el arte, la decoración de objetos, la decoración personal, la música (en forma de instrumentos). Este periodo es seguido por el Gravetiano, entre los 28.000 y los 22.000 o 18.000 años. Es aquí cuando aparecen las agujas de coser, aparte de cuchillos más pequeños y afilados. Seguidamente aparece el Solutreano, entre los 22.000 y los 18.000 años. Este periodo se caracteriza por los cuchillos “hoja de laurel”, llamados así por su forma. Algunos de estos cuchillos son tan delgados y delicados que no es posible imaginar que hayan tenido un uso práctico. Finalmente, llegamos al Magdaleniense, el que se extiende de los 18.000 a 10.000 años atrás. Con este periodo termina el paleolítico superior. Encontramos un trabajo sofisticado del hueso y las astas, junto con abundantes “microlitos”, pequeñas herramientas de piedra que eran seguramente puestas en mangos. Encontramos también enterramientos, siendo mucho más complejos que los de los neandertales. La superexplosión del Toba casi supuso la extinción de nuestra especie. El Toba fue un supervolcán que se encontraba en Sumatra y hace 74.000 años su caldera explotó de la forma más violenta que ha existido. Esta caldera tenía aproximadamente la superficie que tiene ahora el lago que dejó en su lugar, unos 100 km de largo y 60 km ancho. Esto supuso un cambio climático en la Tierra durante muchos años. La radiación solar no podía llegar a la superficie porque la estratosfera estaba totalmente colapsada. La luz no penetraba para alimentar a las plantas y los animales (entre ellos nosotros) no podían alimentarse de ellas ni de otros animales porque escaseaban. Los veranos se hicieron más frescos, la nieve no se derretía y se acumulaba para el invierno siguiente. Para remontarnos en nuestra historia evolutiva no hay nada como el ADN mitocondrial, es decir, aquel que vive alojado en las mitocondrias de las células y no en el núcleo. Este ADN mt se transmite únicamente por vía materna y, por su peculiaridades, es el único que nos habla de las mutaciones y cambios habidos en nuestra especie, es decir: si ha habido un aumento de la población y cuándo, si ha habido un descenso, si una población se ha mezclado con otra, etc.
Dos genetistas, Lynn Jorde y Henry Harpendin, averiguaron que en la historia de la humanidad hubo un momento en el que la población descendió de forma alarmante. Sólo sobrevivieron unos pocos miles, pero no sabían por qué. Fue un antropólogo, Stanley Ambrose, quien relacionó la explosión del Toba con la casi extinción de nuestra especie. Cuando aparece el hombre es cuando encontramos por primera vez indicios de actividad artística, como en las famosas cuevas de Lascaux y Altamira, hechas por el Hombre de Cro-Magnon, primer ejemplo de Homo sapiens europeo.También podemos considerar el arte rupestre que practican los aborígenes en Australia. Las asociaciones entre distintos grupos de animales, y entre un conjunto aparentemente regularizado de símbolos abstractos indican un enorme complejo de creencias, historias y mitos. El arte en la edad del hielo se dio en sitios de Francia y España particularmente favorecidos por la naturaleza. La estepa abierta y la tundra soportaban grandes grupos de herbívoros grandes y medianos, que no deben haber sido problema para cazar. En los sitios en que se desarrolló el arte paleolítico, la supervivencia no debe haber sido un gran problema. Los problemas empezaron probablemente al terminar la edad de hielo. Con el progresivo calentamiento del clima, los grupos de mamíferos empezaron a moverse hacia el norte, y la estepa comenzó a transformarse en bosque. Los magdalenianos descubrieron entonces que era mucho más difícil cazar entre los bosques que en las pradera abiertas, y hace 10.000 años su rico estilo de vida, materialmente hablando, empezó a transformarse en manifestaciones culturales más simples, que reciben el nombre de Epipaleolítico. Irónicamente, estos mismos cambios climáticos contribuyeron a desarrollar las innovaciones que, hacia el sur y el este, dieron lugar a una de las revoluciones fundamentales en la historia humana: la agricultura. Los recientes estudios del ADN mitocondrial postulan que los humanos modernos vivieron en África antes que en otros continentes. Hay que recordar que este material genético se transmite a través de las mujeres. Sólo si hay continuidad femenina se puede retroceder en el tiempo hasta llegar a una hipotética primera mujer (madre). A esta primera madre se le ha llamado Eva, y su antigüedad oscila entre los 150.000 y 200.000 años. Desde África los sapiens habrían avanzado hacia el Cercano Oriente (Palestina), donde hay yacimientos antiguos de alrededor de 100.000 años. A Europa estos hombres modernos habrían entrado hacia los 40.000 años; a Australia, entre los 40.000 y 50.000 años, y a América, un poco más tarde. El sapiens es el antepasado más directo de la actual Humanidad. Por lo tanto, posee una desarrollada cultura, que con el correr del tiempo se hizo cada vez más compleja. Tiene una anatomía igual a la nuestra y una gran capacidad cerebral (1350 cm3). Fue la especie que invadió todos los continentes y la que organizó su vida en variadas estructuras sociales y políticas.
BIBLIOGRAFÍA Y OTROS RECURSOS EN CASTELLANO
AGUIRRE, E. (2008), Homo Hispanico. Espasa Forum. Pozuelo de Alarcón (Madrid). Estos últimos años han llegado hasta nosotros noticias de más y mejores hallazgos de fósiles humanos, y detallados estudios sobre ellos, que nos permiten conocer cada vez con más detalle cómo vivían, dónde y a qué se dedicaban nuestros antepasados. Los excepcionales yacimientos excavados en España están contribuyendo significativamente al desarrollo de ciencias como la Antropología, la Arqueología, la Paleontología o la Prehistoria, y a disciplinas tan innovadoras como la Taxonomía experimental, la Paleogenética o la Paleopatología, que generan sólidos conocimientos sobre la evolución de la Humanidad. La Ciencia vivirá mientras siga preguntando. Cada respuesta engendra nuevas preguntas. Excavar es preguntar. Los fósiles acrecen el saber sobre nuestra especie y su trayectoria evolutiva. Los de Orce y Sima del Elefante, de hace más de un millón de años; los depósitos en series largas de El Castillo, Cova Negra, Carihuela, Zafarraya; los numerosos humanos en Atapuerca, El Sidrón, Cabezo Gordo, y múltiples cuevas de Gibraltar, en el marco global de la Paleontología Humana, responden a la curiosidad sobre nuestra evolución. Esta juega con la diversidad, el diálogo y el intercambio. Si nacen nuevas preguntas, no lo sintamos. Es para alegrarnos.
AGUSTÍ, J. y LORDLIPANIDZE, D. (2005), Del Turkana al Cáucaso. La evolución de los primeros pobladores de Europa. Ed. Nacional Geographic. Barcelona. En la ciudad caucasiana de Dmanisi un grupo de paleontólogos, entre los que se encontraban los autores, halló los restos fósiles de homínidos de casi 1,8 millones de antigüedad. Estos ejemplares se clasificaron como Homo georgicus, y posiblemente son la especie «puente» entre el Homo habilis y el Homo erectus. Este hallazgo es de una importancia decisiva porque abre nuevas vías de investigación sobre el debate en torno a la primera colonización humana de Europa y contribuye al desarrollo del estudio de la evolución de nuestros antepasados: en el año 2004, la última mandíbula encontrada en el yacimiento pertenecía a un «anciano» que había perdido los dientes y al cual debieron de alimentar los miembros de su familia o de su comunidad.
ARSUAGA, Juan Luis (et alii). Atapuerca y la evolución humana, Scientific Films S.L., Madrid, 2009. [Fotografía: Javier Trueba] Espectacular edición, profusamente ilustrada con imágenes de gran calidad. Formato grande, didáctico y muy ameno en sus explicaciones. Debería leerse antes que cualquier otra obra sobre el tema. como por ejemplo “Los señores de la tierra”, ya que aporta una base de conocimiento amplia y rigurosa. El proyecto cultural y científico “Atapuerca, Cultura de la Evolución” nace con el objetivo de dar a conocer uno de los yacimientos paleontológicos más destacados del mundo. Los hallazgos de la Sierra burgalesa representan la colección más importante del planeta de restos humanos fósiles, tanto por la cantidad como por las respuestas que de ellos se desprenden en el proceso evolutivo humano. Es, pues, lógico que la UNESCO los declarara en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad. La exposición itinerante “Atapuerca y la evolución humana” pretende acercar a diferentes lugares de España la realidad de ese proyecto científico, un tesoro cultural que está cambiando nuestra manera de entender los orígenes de la humanidad y que, año tras año, aporta nuevos y reveladores descubrimientos que aumentan el caudal de nuestro conocimiento... [Leer más]
Atlas culturales de la Humanidad. El amanecer de la Humanidad. Los primeros humanos. Debate, Madrid, 1995. Sumario: Prólogo. Prefacio. Introducción. Vol. 1. ¿Qué es la Humanidad? Artículos temáticos [1] La garganta de Olduvai: una ventana al pasado. [2] De los sonidos a las palabras: un descubrimiento humano. [3] De la agresión y la guerra, ¿forman parte del ser humano? [4] Los papeles sociales en función del sexo en la Prehistoria. Vol. 2. Orígenes de la Humanidad. Artículos temáticos [1] El dimorfismo sexual: perspectivas comparativas y evolutivas [2] Nuestros primeros antepasados [3] ¿Cuándo nació el lenguaje? [4] Tan parecidos pero tan diferentes: los grandes antropoides y nosotros. Vol. 3. Hacia el Homo sapiens. Artículos temáticos [1] ¿Cazador poderoso o carroñero marginal? [2] ¿Qué nos dicen los hallazgos de Zhoukoudian? [3] El hombre de Neanderthal [4] ¿Hubo una religión de Neanderthal? [5] La datación del pasado. Vol. 3. El hombre moderno en África y Europa. Artículos temáticos [1] El hielo a través de los tiempos [2] Los animales del Período Glacial en Europa [3] Radiocarbono: una llave para el pasado. Vol. 4. El Nacimiento del Arte. Artículos temáticos [1] Las estatuillas de Venus [2] Pech-Merle: un santuario de hace 20.000 años [3] La gruta de Cosquer: una antigua galería de arte sumergida… [+info]
AA.VV. Historia Universal, Salvat Editores, S.A., Barcelona, 2004. Enciclopedia ilustrada en 24 volúmenes, que contienen 10.500 páginas, 350 mapas, 9.500 fotografías y numerosos gráficos y cronologías de cada época. Editados por Salvat, cada libro tiene más de 500 páginas. En cada uno de los 24 tomos aparece al inicio el índice temático del volumen. Además, el último tomo contendrá un gran índice general de nombres propios, lugares geográficos y conceptos más relevantes aparecidos en la obra, para facilitar su búsqueda en las más de 500 páginas que conforman cada volumen de este gran esfuerzo editorial. Para este trabajo: Vol. 1.- Los orígenes: Origen y evolución de la especie humana: la Paleontología (pp. 130-173), Los orígenes del arte (pp. 174-212), Las primeras edades de la piedra en Europa (pp. 213-257) / Vol. 21.- Atlas Histórico / Vol. 22.- Diccionario de Términos Históricos I / Vol. 23.- Diccionario de Términos Históricos II / 24.- Cronología Universal (pp. 1-18)
AA.VV. (2015) Orígenes: El universo, la vida, los humanos. Grupo Planeta, Barcelona. Esta obra aborda en profundidad tres de las preguntas más fascinantes que la ciencia actual tiene planteadas: el origen del universo, la emergencia de la vida y la aparición de nuestra especie. La investigación sobre estos tres orígenes no sólo alcanza las fronteras del conocimiento científico sino que lo trasciende e involucra a otros campos de la cultura y el pensamiento. En este libro, marcadamente interdisciplinar, cada parte ha sido escrita por un experto en el origen correspondiente: un cosmólogo, un bioquímico y un paleoantropólogo. Con ello, la obra viene a llenar un vacío en la literatura científica en español y es esperable que tenga una amplia aceptación entre distintos tipos de lectores. Los accesibles textos, que a la vez son rigurosos y están muy actualizados, se completan con un buen número de ilustraciones muy sugerentes, y van precedidos por un prólogo escrito por el reputado investigador Ricard Solé.
AZCARATE, B. y otros (2006): Atlas histórico y geográfico universitario. Editorial UNED. Maillo Fernández, José Manuel. El Atlas Histórico y Geográfico Universitario es una obra de equipo en la que han participado profesores de todos los Departamentos de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED. Contiene más de 400 mapas que tratan los grandes hechos de la Historia Universal y de España, así como los aspectos naturales, demográficos y económicos del mundo actual,de los grandes espacios geográficos y de España.Todos van acompañados de un comentario, con las pautas principales para su lectura e interpretación. INDICE: Presentación. Prehistoria. Historia antigua. Historia medieval. Historia moderna. Historia contemporánea (hasta 1914). Historia contemporánea (desde 1914). Historia del arte. Geografía del mundo. Geografía de continentes y grandes espacios regionales. Geografía de España.
BAQUEDANO, E. (dir. 2007), El universo neandertal. Fundación Duques de Soria, Soria. [RAPOSO, L., VEGA TOSCANO, L.G., D’ERRICO, F., TURQ, A., MUSSI, M., CARBONELL, E. y VENIGER, G.CH. El Universo Neanderthal I. Madrid, Ibersaf, 2007. 242 pp.] Esta publicación es el resultado del Curso El Universo Neanderthal, celebrado en Rascafría (Madrid), del 5 al 8 de septiembre de 2005, que fue dirigido por D. Enrique Baquedano (Director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid). Esta obra de 242 páginas está coeditada por la FDS y la Editorial Ibersaf.El mundo de los primeros homínidos y, particularmente el de los neanderthales, ha causado fascinación desde antiguo, no sólo entre los estudiosos de la Prehistoria, sino también entre el gran público interesado por conocer nuestros orígenes. Por ello, y entorno al proyecto de investigación sobre los yacimientos pleistocenos de Pinilla del Valle, dirigido por Juan Luis Arsuaga, Enrique Baquedano y Alfredo Pérez-González, la Fundación Duques de Soria organizó este curso que tiene vocación de continuidad. El libro recoge siete intervenciones que giran entorno a aspectos geográficos del fenómeno neanderthal, tratados por investigadores de la talla de Luis Raposo, director del Museo Nacional de Arqueología del Portugal; Alain Turq, conservador jefe del Museo Nacional de Prehistoria de Les Eyzies-Tayac, en Francia, y Margherita Mussi, profesora Asociada del Departamento de Ciencia Histórica, Arqueológica y Antropológica de la Antigüedad, de la Universidad de la Sapienza de Roma [+info]
HARARI, Yuval Noah (2014), Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Debate. Harari (1976) es profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se especializó en historia medieval e historia militar, pero tras doctorarse en Historia por la Universidad de Oxford, pasó al campo más amplio de la historia del mundo y los procesos macrohistóricos. Su libro Sapiens. De animales a dioses es un ensayo divulgativo que pretende determinar los principales hitos de la historia del Homo sapiens, desde su aparición hace 200.000 años hasta el momento actual. Naturalmente, un relato de este tipo lleva consigo señalar sólo los acontecimientos más relevantes, dejar largos periodos casi en blanco y asignar un holgado espacio a la interpretación personal de los hechos. Dividida en cuatro partes, la primera nos enfrenta con los orígenes del mundo (campo para la física, la química y la biología), con la aparición sobre la Tierra del género Homo, con su evolución hasta llegar al triunfo del Homo sapiens sobre otras especies humanas (que quedaron extinguidas) y animales (a la aniquilación de muchas de las cuales contribuyó de forma efectiva), mientras se producía una "revolución cognitiva" con la creación de un lenguaje ficcional como fundamento de su superioridad (el punto "en el que la historia declaró su independencia de la biología")... [Leer más]
SHREEVE, J. “El camino de la evolución: una mujer de cuatro millones de años” en National Geographic, vol. 27. n.º 1. Barcelona, julio 2010, pp. 45-78. En portada: Alemu Ademassu, técnico del Museo Nacional de Etiopía, sostiene una recreación del cráneo de Ardipithecus ramidus, de 4,4 millones de años (Foto de Tim D. White). El Awash medio es el lugar de la Tierra que ha estado poblado con más persistencia. En esta zona etíope han vivido, han muerto y han quedado enterrados miembros de nuestro linaje durante casi seis millones de años. Los huesos que la erosión está sacando a la luz permiten ahora reconstruir, paso a paso, cómo evolucionó un primate primitivo de cerebro pequeño hasta conquistar un planeta. ¿Qué mejor lugar para averiguar cómo llegamos a ser humanos? En el desierto etíope de Afar hay muchas formas de morir. Hay enfermedades, pero también ataques de fieras, mordeduras de serpientes, caídas desde un risco… Tim White, paleoantropólogo de la Universidad de California en Berkeley viaja hasta la cuenca de Afar, que se encuentra justo sobre una fractura cada vez más ancha de la corteza terrestre. Con el tiempo, los volcanes, los terremotos y la lenta acumulación de sedimentos se han combinado para sepultar los huesos y sacarlos mucho después a la superficie convertidos en fósiles. El proceso no se ha detenido. Es excepcional la perdurabilidad de los restos.El proyecto de investigación del Awash medio, del que White es codirector junto con sus colegas etíopes Berhane Asfaw y Giday WoldeGabriel, anunció en 2010 el descubrimiento, que se produjo 15 años atrás, del esqueleto de un miembro de nuestra familia muerto hace 4,4 millones de años en un lugar llamado Aramis, a unos 30 kilómetros al norte del actual lago Yardi. Perteneciente a la especie Ardipithecus ramidus, se trata de una hembra adulta («Ardi»), más de un millón de años más antigua que la famosa Lucy y mucho más esclarecedora respecto a uno de los santos griales de la evolución: la naturaleza del antepasado común que compartimos con los chimpancés. Es casi un acto reflejo para los medios de comunicación decir que cada nuevo hallazgo «echa por tierra los conceptos anteriores sobre nuestros orígenes». En el caso de Ardi, parece ser cierto.
SLOAN, Ch. P. “La niña más antigua del mundo” en National Geographic, vol. 19. n.º 2. Barcelona, noviembre 2006, pp. 13-28. Vivió hace 3,3 millones de años en la actual Etiopía y murió a los tres años de edad. Hoy, el hallazgo de sus huesos fosilizados ofrece nuevas perspectivas sobre la infancia de nuestros ancestros. Zeresenay Alemseged tiene dos niños. Uno es Alula, que pasa casi todo el tiempo en brazos de su madre en un acogedor bungalow de Addis Abeba, la capital de Etiopía. El otro es una niñita de tres años, que pasó 3,3 millones de años sepultada en arenisca, hasta que el científico etíope y sus colaboradores descubrieron sus restos y los extrajeron laboriosamente de la roca. Fue como un segundo nacimiento, lento y prolongado, para una niña de los albores de la humanidad.La recién llegada es el fósil más completo de un niño del pasado, y probablemente el mejor fósil de su especie, Australopithecus afarensis. Es la especie a la que pertenece Lucy, la superestrella de los fósiles, una hembra adulta de 3,2 millones de años de antigüedad hallada en 1974 a 10 kilómetros de la niña de Dikika. A diferencia de Lucy, la niña conserva algunos dedos, un pie y el tórax completo. «Pero la diferencia más notable entre ellas es que esta niña tiene cara», dice Zeresenay.El montoncito de huesos podría ser además testimonio de un importante hito en la evolución de los homininos (término que designa a los humanos y sus ancestros): el comienzo del largo período de dependencia de la infancia, durante el cual crece nuestro gran cerebro.
La odisea de la especie es un documental francés de una hora y media de duración, dirigido por Jacques Malaterre y emitido por primera vez en televisión el 7 de enero de 2003 en France 3. Relata, mediante animación por ordenador o actores caracterizados, el surgimiento de la humanidad a partir de los primeros homininos, hasta llegar al hombre moderno (el Homo sapiens). La línea temporal descrita por el documental empieza 10 millones antes del presente, con la formación del Rift africano, un gran valle desprovisto de árboles. Al desaparecer los árboles, los simios empiezan a evolucionar hacia especies bípedas, lo que les permite ver por encima de las hierbas de la sabana. La odisea de la especie expone, pues, la teoría conocida como East Side Story. Las especies representadas en el documental son a partir de ese momento Australopithecus, Homo habilis, Homo ergaster y Homo neanderthalensis, entre otras. La odisea de la especie contó con el asesoramiento científico del paleontólogo Yves Coppens, codescubridor del fósil de Australopithecus conocido como Lucy (representada en el documental mediante animación por ordenador). Para la versión española del documental, emitida por La Primera de TVE, fueron rodadas escenas suplementarias que incluían la intervención y el asesoramiento científico de Juan Luis Arsuaga.
Caminando con cavernícolas. Miniserie de TV. 4 episodios. Un prestigioso equipo científico, compuesto por climatólogos, geólogos, antropólogos y genetistas; y las más modernas técnicas digitales y de maquillaje, han hecho posible la dramatización de la evolución humana a través de 4 episodios: [1] Primeros ancestros. Hace 3,5 millones de años, al este de África, el Australopithecus afarensis había dado sus primeros pasos sobre sus dos piernas. El bipedismo ofrece a los afarensis la oportunidad de desarrollar toda una serie de nuevas habilidades que cambiarán para siempre la forma de vida humana. [2] Familia primitiva. Hace 1,5 millones de años el Homo ergaster ha dado el siguiente paso para convertirse en humano. Tiene una nariz larga que enfría el aire a medida que respiran. Sus cuerpos sin pelo, con millones de glándulas sudoríparas, controlan su temperatura. Y posee un enorme cerebro, casi dos tercios del nuestro. [3] Hermanos de sangre. En África hace 2 millones de años existían media docena o más de especies de hombres-mono como los Paranthropus boisei y los Homo habilis. Cada una de ellas ha explotado el medio ambiente de forma diferente y ha desarrollado su propia estrategia de superviviencia. [4] Los Supervivientes. Medio millón de años atrás, el Homo heidelbergensis vaga por la Tierra. Son feroces cazadores que utilizan herramientas sofisticadas y viven en grupos familiares. Pero todavía carecen de algo. Los Heidelbergensis carecen de un aspecto que nos hace humanos a nosotros: la imaginación.
El ser humano es un auténtico filón de huesos e historia del hombre, pero de literatura, también. Nos encontramos ante muchos libros y revistas que narran, de mano de los directores científicos de los distintos yacimientos, todos los hallazgos y su significado. En ellos se intenta explicar cuáles fueron las circunstancias en las que se produjo la evolución desde los primeros homininos africanos hasta lo que somos en la actualidad. El punto fijo de la historia es el trabajo del paleoantropólogo, centrado naturalmente en las actividades desarrolladas por el autor y en sus hallazgos en el yacimiento.
A pesar de repasar muchos lugares comunes en lo que respecta a la evolución de los homininos, como el uso de las herramientas, los cambios climáticos y paisajísticos acaecidos, la organización social, la relevancia del fuego o la aparición del pensamiento transcendente, estos libros tienen partes muy entretenidas. Están adornados con interesantes anécdotas y la narración es de buen nivel, manteniendo la atención e informando, no limitándose sólo a aspectos cuantitativos (como el aumento de la capacidad cerebral, por ejemplo).
Rosas, A. 2015. Los primeros homininos. Paleontología humana. Ed. CSIC y Catarata, Madrid. Pocos temas resultan tan atractivos como el que aborda en este libro el paleoantropólogo Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC). Indagando en las raíces evolutivas de los humanos, intenta esclarecer cómo era el último antepasado que compartimos con los chimpancés y cuál fue su evolución hasta llegar al género Homo. Su talento comunicativo facilita enormemente la comprensión de este apasionante pero enrevesado capítulo de nuestra historia evolutiva. ¿Qué es un fósil humano? ¿Cuál es la diferencia entre la paleoantropología y la paleontología humana? ¿Los humanos somos homínidos u homininos? ¿Cuál es la especie más antigua del género Homo? ¿Cuáles son los rasgos que definen el linaje humano? Éstas y otras muchas preguntas surgen de la lectura de este libro y en él encontramos respuestas.
REFERENCIA DE LAS IMÁGENES
– BIBLIOTECA DE LA UNED. Guía de uso de los servicios bibliotecarios para estudiantes [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://www.uned.es/biblioteca/tutorial_uso_etico/citar.htm
– PORTAL-CIENCIA. Sobre los Homínidos (Clasificación) [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://www.portalciencia.net/antroevo.html
– AFÁN POR SABER. Para entender la Paleoantropología [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://www.afanporsaber.es/2013/11/para-entender-la-paleoantropologia-1a-parte-los-fosiles/#.U0mnAVV_slp
– EVOLUCIÓN HUMANA. Ciencia y Ficción (Universidad de Ciencias de Zaragoza) [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://cienciayficcion.wordpress.com/tag/evolucion-humana/
– LA VELLETA VERDA. Homínidos que difieren del ser humano [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://pladelafont.blogspot.com.es/2012/06/hominidos-que-difieren-del-ser-humano.html
– LA PEQUEÑA HEIDELBERGENSIS. Homínidos: la evolución humana [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://thelittleheidelbergensis.blogspot.com.es/
– E-CIENCIA. Divulgación científica en internet [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://e-ciencia.com/blog/divulgacion/ejemplos-rapidos-de-divulgacion-cientifica-en-internet/
– ATAPUERCA. Página oficial (Exposición itinerante) [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://www.atapuerca.tv/tablon/
– MUSEO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA. El proyecto [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://www.museoevolucionhumana.com/~museoevo/es/atapuerca/el-proyecto
– YACIMIENTO DE LA SIERRA DE ATAPUERCA. En busca de Nuestra Historia [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://www.atapuerca.org/patronato.pdf
– PALEORAMA EN RED. El Australopithecus sediba [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2014]. Disponible en la web: http://paleorama.wordpress.com/2011/09/08/revista-science-el-australopithecus-sediba-nuevo-ancestro-del-ser-humano-moderno-en-la-palestra/