PEC 2 HªCMMC


HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL DEL MUNDO CLÁSICO

PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA
BLOQUES II Y III
La Historia de la Cultura Material del Mundo Clásico analiza las culturas clásicas mediterráneas con una perspectiva puramente arqueológica, a partir de la caracterización e interpretación de los diferentes ítems que conforman las realizaciones materiales de estas sociedades, susceptibles de ser conocidas y analizadas mediante la aplicación del método arqueológico. Su marco metodológico y conceptual parte del concepto de Cultura Material, entendiendo que en él se integran no sólo los elementos con valores “estéticos” o “monumentales”, sino todo el conjunto de objetos y elementos producidos por estas sociedades, así como las prácticas ideadas por éstas para producirlos, distribuirlos, usarlos, desecharlos o reutilizarlos. Estudia, contextualiza y secuencia la historia de las sociedades clásicas del ámbito mediterráneo desde la óptica de su cultura material.
I 
1. Analizar cada uno de los siguientes elementos de la cultura material, desde el punto de vista técnico y estilístico. Indicar su función y establecer la secuencia cronológica de la serie: 
Fig. 1. - Crátera de Dipylon con escena de Ekphora. Período Geométrico Tardío (Museo Nacional de Atenas). Crátera funeraria ateniense del Dipylon (750-735 a. C.) Época arcaica (700-500 a. de C.). También se llama a esta cerámica Orientalizante. Tenía las mejores escuelas en Corinto. Aumenta espectacularmente la figura humana, que llega a cubrir todo el vaso cerámico, así como el detallismo como están tratadas. La crátera era una vasija grande y ancha donde se mezclaba el vino con el agua antes de servirlo, y por carecer de fuentes escritas asumen las decoraciones de las cerámicas una gran relevancia para conocer la manera de vida de esta población. En este caso la figura de la derecha se decora con escenas de ritos pre-deposicionales dentro del ritual funerario, lo cual la sitúa claramente en el periodo final del geométrico. Pertenece al Periodo Geométrico (900-7000 a. C.) por cantidad de decoración lineal y por la aparición de figuras humanas y animales, lo cual no sucede hasta el Geométrico Tardío. Sin embargo, las figuras están sometidas a una rígida abstracción geométrica que las reduce a sus rasgos esenciales. La vasija representa una parte del ritual funerario. Este ritual tenía varias partes, la primera serían los ritos pre-deposicionales –Prothesis y Ekphora-, después vendrían los ritos deposicionales y, más tarde, los post-deposicionales de carácter inmediato –en el cementerio y fuera de él— y, por último, los ritos posteriores al fin del duelo. El ritual funerario era de carácter familiar sin ningún sacerdote. Era considerado importante el que tuviera una ceremonia digna, y en el caso de los atenienses hacerlo en su tierra. Estos ritos empezaban cuando la persona se acercaba al final y se terminaban mucho después de su muerte. El primer rito después de la muerte era la Prothesis que consistía en la preparación del cuerpo y su velatorio, que duraba entre dos y diecisiete días. Después venía la Ekphora, rito representado en la vasija, que consiste en el traslado del cuerpo desde el lugar del velatorio, en la casa del difunto, hasta el cementerio. Este traslado podía ser en carruaje o en andas. Esta figura es uno de los ejemplos que actualmente existen para mostrar cómo era el transporte en carruaje. Se cree que este traslado se hacía durante la noche, acompañado de cierta parafernalia musical y un desfile que encabezaban los hombres y cerraban las mujeres. De los ritos deposicionales se carece de información, y de los post-deposicionales, cabe destacar, que s hacían sacrificios en el cementerio y fuera de él se hacía un banquete en la casa del difunto. Por último de los ritos posteriores al fin del duelo podemos nombrar que la memoria del difunto se mantenía por lo menos durante una generación.
Fig. 2. - Prototipos de ánforas destinadas preferentemente a enterramientos masculinos y femeninos. Dentro de los ritos y estructuras funerarias existentes durante la Edad Oscura en la Antigua Grecia, aparecieron en el paso del II al I milenio, cambios más o menos profundos que tienen repercusión en el ámbito funerario. La innovación más importante viene dada por la adopción de la tumba individual, generalmente de tipo cista, que supone el abandono de las sepulturas colectivas que predominaron durante el período micénico. La otra gran innovación que se verifica en gran parte del área griega será el retroceso del rito inhumatorio a favor de la cremación. Según B. D’Agostino, la adopción del nuevo rito pudo deberse a los influjos llegados del área centro-europea y se presenta como un fenómeno independiente, ya que sólo en algunas zonas es concomitante con la afirmación de las tumbas de cista. Los hallazgos atenienses más importantes durante el período Protogeométrico (1050-900 a. C.) se concentran en el Cerámico de Atenas, donde se observa el predominio de la cremación, salvo en el caso de los niños, a los que sistemáticamente se inhuma en cistas o en fosas. La estructura funeraria es sencilla. Consiste en una fosa cuadrada o rectangular de dimensiones reducidas, en cuyo fondo se realiza un orificio para introducir la urna. A veces, se depositaban en la fosa los restos de la pira traídos desde el lugar donde se había realizado la cremación y después se rellenaba, rematando el conjunto con un túmulo de poca entidad. Al final del período Protogeométrico el túmulo empieza a ser señalado por una piedra caliza hincada a la manera de una estela. El empleo de ánforas como contenedores de las cenizas presenta una cierta especialización formal de acuerdo con el sexo del individuo. De esta manera, aunque no se trate de una regla inmutable, para las mujeres se emplean ánforas con las asas en el hombro, en tanto que para los hombres predominan las ánforas con las asas en el cuello. Las escenas se organizaron en franjas horizontales paralelas que permitían su lectura girando la pieza de cerámica. Con el reemplazo del punzón por el pincel los trazados se volvieron más exactos y detallistas. Las piezas de cerámica pintadas comenzarían a experimentar una notable decadencia ya durante el clasicismo (siglos IV y V a. C.) Los ajuares no son ricos, si bien hay que destacar la aparición de armas asociadas a los ajuares masculinos; se trata de puntas de lanza de bronce y hierro y espadas, con frecuencia con la hoja doblada abrazando el cuello del ánfora, en tanto que la empuñadura se introduce dentro de la misma. En los enterramientos femeninos son frecuentes las fíbulas, anillos y las agujas. Las urnas eran cubiertas con un vaso de bronce, con lajas de piedra o con un plato de cerámica.
Fig. 3. - Estela de Hegeso (400 a.C.). Estela ática de época clásica. Dentro de los ritos y estructuras funerarias existentes durante la época clásica en la Antigua Grecia, destacan las estelas. La de Hegeso sirve de muestra para entender el valor de las estelas funerarias áticas, tanto por la hondura de su contenido como por su plasticidad insuperable. Difícilmente se encontrarán más belleza y poesía en la expresión de la melancolía; ni se hará con más elegancia; ni resultará más armonioso el contraste entre mundos diferentes, la joven señora —Hegeso— y la esclava. En aquélla quedan aún resonancias del más depurado estilo partenónico, en ésta late el influjo de la Afrodita de Fréjus. Durante la segunda mitad del siglo V a.C., Atenas se convierte en el centro de producción de lápidas funerarias. La pilastra se hacía ahora más ancha y baja, lo que permitía representar en ella una o más figuras sentadas sin dar la impresión de amontonamiento. Al aumentar la anchura de la pilastra, el pináculo, en lugar de estar formado por una sola palmeta, consistía a menudo en un pedimento con una acrotera de palmetas y antefijas a los lados. La estela de Hegeso, en Atenas, ejemplifica los armoniosos diseños a que se había llegado. En ella observamos a Hegeso, una dama griega, sentada observando y despidiéndose de las joyas que le tiende una joven doncella; cabe señalar la serena expresión de su rostro observando las pertenencias que no podrá llevar consigo cuando la muerte venga a por ella. Pueden observarse en el vestido de la doncella que sostiene la caja de joyas los mismos pliegues que en la Afrodita de los Jardines, de Alkamenes. La dama Hegeso lleva ropajes transparentes, como las diosas del Partenón. Las figuras se proyectan con una cierta libertad fuera del marco de la estela; no están encajonadas dentro del cuadro, como será de rigor más tarde para los fabricantes de monumentos funerarios de este tipo. La inscripción en la franja superior dice: «ΗΓΗΣΩ ΠΡΟΞΕΝΟ», es decir, HEGESO PRÓXENO (título de honor entre los griegos, una especie de cónsul).  El original está esculpido en mármol y mide 1,58 m. de altura. Se halla en el Museo Nacional de Atenas, pero se ha colocado una copia del mismo en el lugar donde se encontró, el Cerámico, la antigua necrópolis que en la Atenas clásica acogió las tumbas de los ciudadanos más ilustres. La estela de Hegeso es la mejor prueba del valor de las estelas funerarias áticas, tanto por la hondura de su contenido como por su plasticidad insuperable. El conjunto denota armonía y elegancia, y la expresión melancólica de los rostros está llena de belleza y poesía.
Fig. 4. - El domador de caballos. Estela funeraria del Período Helenístico, fechada en la segunda mitad del siglo III a. C. y realizada en piedra caliza. Durante el período ptolemaico un tipo distintivo de tumba subterránea para entierros múltiples prolifera en los cementerios de la ciudad de Alejandría. Son cámaras subterráneas excavadas en la roca viva irradiada por un patio central abierto al cielo. La mayoría de las cámaras contenía una serie de lóculos, largos nichos estrechos, escotados en las paredes, que sirvió como ranuras de entierro. Algunos loculi fueron sellados con losas de piedra caliza pintada en forma de pequeños santuarios. Ésta es una representación viva de un hombre tratando de sujetar a un caballo, mientras un niño, de pie, detrás de él, lo acompaña. Es un hombre de Tesalia, al norte de Grecia. Debió ser uno de los extranjeros que se congregaron en la capital ptolemaica. La estela posee esta inscripción: “Pelopides, un Tesalio”, y fue encontrada en una tumba cerca de Alejandría, en Egipto, en 1884.
Fig. 5. - Kouros de Volomandra. Escultura votiva de atleta (Kuros), de 560-550 a. C. Hecha con una serie de convencionalismos: frontalidad, rigidez, simetría, ojos almendrados, cabello geométrico, sonrisa estereotipada (llamada sonrisa arcaica). Los Kuroi, totalmente desnudos, con los brazos pegados al cuerpo y las plantas de los pies adheridas a tierra, solían ser estatuas de atletas, triunfadores en los juegos. Representaban a personajes reales, aunque es inútil buscar en ellos rasgos personales de un sujeto, ya que se realizaban según convencionalismos fijos. A lo largo de esta época, las estatuas griegas experimentaron evidentes progresos y evolucionaron de un fuerte esquematismo primitivo a formas menos rígidas, más naturales: separación de los brazos del cuerpo, cabello corto con menos geometrización. Aun así, los Kuroi de la época arcaica seguirán presentando un aspecto rígido que sólo se superará en el siguiente período, el preclásico y era un elemento de señalización externa de los enterramientos arcaicos.
Bibliografía utilizada para la realización del ejercicio

– M. Zarzalejos Prieto, C. Guiral Pelegrín y Mª P. San Nicolás Pedraz, Historia de la cultura material del mundo clásico. Col. Unidad Didáctica, Uned. Madrid, 2010. pp. 191-223.
– M. Zarzalejos Prieto, C. Guiral Pelegrín y Mª P. San Nicolás Pedraz, Historia de la cultura material del mundo clásico (Addenda). Col. Grado, Uned. Madrid, 2010. pp. 21-96

Páginas web consultadas

Página oficial del Museo Nacional Arqueológico de Atenas
Vídeo representativo de la cultura material de la cultura clásica

Otras

http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/7956.htm
http://www.metmuseum.org/Collections/search-the-collections/130007582

II

2. Leer detenidamente la “Introducción” y el epígrafe “Banquetes públicos y privados en la ciudad griega” del siguiente artículo. GONZÁLEZ REYERO, S.: “El banquete griego en Occidente. La Galia: alcance y límites de un tipo de comensalidad”. Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló, n.º 21 (2000). pp. 227-258.


“Partiendo del significado social del banquete en la Grecia arcaica, el presente trabajo analiza la posible expansión de esta celebración por otras zonas del Mediterráneo durante los siglos VI-IV a.C. En efecto, la significativa importación de productos griegos a lugares como el sur de la Galia ha sido considerada en ocasiones como un indicio de la adopción o transformación de parte de las pautas sociales asociadas a la vajilla griega. No hay, sin embargo, que perder de vista otros factores que pudieron influir de manera importante en el proceso, como la existencia de una comensalidad indígena anterior, en torno a bebidas alcohólicas autóctonas. Dentro de esta perspectiva, los productos griegos se habrían incorporado a una dinámica preexistente, asimilando o reinterpretando su primitivo sentido y significado”.
2.1. Explicar el significado del banquete en la sociedad griega. El banquete fue una de las instituciones más significativas y representativas de la ciudadanía griega. Importante en la toma de decisiones comunitarias, en la aceptación de nuevos miembros para el grupo, etc. Su significado social en la Grecia arcaica ha sido caracterizado en ocasiones como una metáfora de la ciudad. Lograr que se sucediesen de manera correcta los placeres de esta institución era equiparable al arte de gobernar la ciudad: el vocabulario empleado por los antiguos para describir ambas realidades fue el mismo y se ha llegado a hablar del banquete como un microcosmos del mundo político. 
Los estudios realizados sobre esta institución cívica griega llegan a otorgarle un papel definitorio para muchos aspectos de esta sociedad: parece que ciertas ciudades hicieron del banquete en común una institución, un elemento de su politeia, una de las señales del paso a la edad adulta y del acceso a la ciudadanía. 
El banquete nos permite alcanzar una cierta comprensión del arte, la literatura y la religión griega del período arcaico. De tal modo que las esferas de lo religioso y lo “profano” son tan sólo diferenciables desde nuestra mentalidad y no desde la griega antigua y cualquier intento de explicar los sistemas sociales solamente desde una perspectiva meramente funcional no podrá explicarlos, ya que el elemento de la ritualización es básico para la creación de cualquier construcción social. En el espacio geográfico al que nos referimos, se admite que la ciudad griega de Massalia y otras fundaciones griegas de época posterior de la costa del sur de la Galia fueron los originadores de la producción de vino y aceite, ciertos tipos de contenedores cerámicos y de vajillas, etc. El hallazgo de objetos griegos utilizados en el banquete en muchos de estos yacimientos hace pensar en la potencial llegada de parte del significado asociado a esta celebración con motivo de la expansión griega en Occidente y en su mayor o menor incorporación o reinterpretación por parte de las sociedades indígenas de la zona. Por otra parte, la importancia de los rituales o costumbres que acompañan las comidas ha sido destacada por numerosos investigadores. En todas las sociedades, y especialmente en las primitivas, comer es un acto que ocupa un puesto señalado en el cuadro cultural y mítico, con sus tabúes y obligaciones, con todo un lenguaje y costumbres profundamente arraigadas. Los patrones que gobiernan el consumo de los diferentes alimentos están casi siempre dominados por símbolos culturales; es por ello que, en los procesos de aculturación, las costumbres en torno a la comida resultan ser uno de los elementos más resistentes al cambio.
El banquete en la etapa arcaica griega era una de las prácticas colectivas que, de forma conjunta, definían la ciudadanía. Existían varios instrumentos para expresar la soberanía política, concediendo a la institución del banquete en la Grecia arcaica un carácter público por su sentido social: en la ciudad arcaica, lo político no estaba restringido a dos o tres instituciones precisas, sino que ejercían esta función todas las prácticas sociales que servían para definir, calificar o expresar la ciudadanía. Antes de disponerse de unas instituciones públicas diferenciadas, diversos factores influían en las decisiones para el conjunto de la comunidad: el prestigio, la autoridad, el ascendiente, los honores, etc. Aún no existía la distinción de épocas posteriores entre el poder social y el poder político, puesto que eran los mismos hombres —siempre un pequeño número— quienes ejercían ambos. 
Las comidas en común adquirieron la dimensión de intercambios entre iguales, reforzando los vínculos que les unían. El banquete griego era, en esencia, una actividad masculina en la que se adaptó, desde el siglo VIII a. C, el uso de la kliné.
2.2. Describir las distintas fases del banquete. Desde una fecha temprana quedó establecida la separación del banquete en dos partes diferenciadas: El tiempo de la comida —deipnon— y el de la bebida —symposium—. Durante la primera parte del banquete se procedía a tomar la comida, los alimentos sólidos basados principalmente en cereales y carnes cocinados de diferentes formas. El consumo del vino, en la segunda parte, se iniciaba una vez que el apetito se había calmado. Estos dos tiempos se separaban claramente cuando el espacio y el ambiente lo permitían. De esta forma, las mesas sobre las que se había presentado la comida se reemplazaban por otras donde se disponían las copas. En este momento, los invitados se lavaban las manos, se perfumaban y se coronaban, preparándose para la parte más larga y agradable del banquete; el symposium, que conllevaba una elaborada ritualización: la mezcla obligatoria del vino con el agua, los objetos que debían usarse, el orden de quién cantaba o hablaba, los entretenimientos que comenzaban, etc. El symposium ha sido definido como el momento, posterior a la comida propiamente dicha, en el que se bebía en conjunto. Sin embargo, hay autores que señalan cómo en sentido amplio, para la etapa arcaica, se usa este término para la bebida y la comida conjunta, ya que era en definitiva una forma de asociación privada entre individuos; un grupo de hombres que afirmaba así su identidad. En todo caso, existieron formas diferentes de symposium y no un único symposium, una diversidad tan grande como la que ofrecen las comidas y una mayor o menor cercanía al ritual dionisíaco. En definitiva, el banquete griego debía transcurrir según lo descrito: comer y beber en una sucesión determinada constituían las dos partes indisociables y complementarias de esta institución griega. Por otra parte, el consumo ritual y colectivo de la comida fundaba o reforzaba los lazos sociales de una comunidad. En muchas ocasiones esta comida en común era el mejor mecanismo para expresar la comunidad. Así por ejemplo, la comida basada en la distribución de un sacrificio, muy presente en la poesía elegíaca, constituía la expresión de la igualdad cívica. Sin embargo, en la mentalidad griega, este componente “social” era, como ya hemos visto, indisociable de una fuerte carga “religiosa” en cuanto a que el consumo de las carnes, los cereales y la bebida tenían una dimensión sagrada. De esta forma, el hecho de beber vino conllevaba cierta idea de reconocer al dios, llegando así a cierta identificación entre el producto elaborado y la divinidad. En opinión de Píndaro, la comida pertenecía al contexto más amplio de las relaciones de hospitalidad, institución por otra parte fundamental en la vida social de la época arcaica. De hecho, la comida constituía su primer gesto, mostrando más que ningún otro rasgo el evergetismo de los hombres.
2.3. Analizar la vertiente sagrada del symposium. El banquete griego era “sagrado”, formaba parte de la construcción simbólica del mundo que habían elaborado las gentes de la ciudad alrededor de sus creencias y prácticas religiosas. En el ámbito heleno existieron comportamientos que sólo eran plenamente comprensibles atendiendo a su inserción dentro de la esfera de lo sagrado. Pero en la antigua Grecia no existía una separación clara entre el placer de beber que se manifestaba en el banquete y el sentimiento de estar de acuerdo con los dioses, de pertenecer a una comunidad social y de ciertas referencias políticas. De acuerdo con la tradición, los hombres habían aprendido el uso adecuado del vino de Dionisos y la importancia de la mezcla y el correcto reparto. El dios les transmitía uno de los instrumentos principales de la sociabilidad. A partir de ese momento, el uso reglamentado y socializado del vino pasó a ser un componente de todo banquete celebrado en la ciudad. Las cuentas de los santuarios, las prescripciones de las fundaciones, etc., tenían previsto tanto la compra de animales para los sacrificios como las jarras de vino, y se especificaban las cantidades requeridas de vino por cada participante. El symposium era más que una reunión para beber, el consumo ritualizado del vino bajo la mirada de Dionisos y de las otras divinidades invocadas en el transcurso de las libaciones. El consumo del vino en el symposium aparece como una de las señales del culto rendido a Dionisos. En cuanto a los alimentos que aparecían de forma más frecuente en los banquetes, la comida podía adquirir significados diferentes según su contexto y su organización, si se consumía como parte de una institución cívica, de un contexto ritual o si se convertía en ofrendas, ya fuese en las mesas de los hombres o en los altares de los dioses. Era el contexto festivo, cívico o religioso que rodeaba el consumo de estos alimentos la combinación que daba el sentido definitivo a lo que era consumido.
2.4. Explicar en qué consisten las libaciones. La ritualización de que era objeto el banquete se manifestaba en la práctica de la libación, acto que desempañaba un papel fundamental y otorgaba a esta celebración una cierta dimensión religiosa. Eran frecuentes las libaciones en las representaciones de partidas, cuando todos los convidados a un banquete observaban la despedida. Este acto se asocia en la cerámica generalmente con la presencia de ciertos objetos como la jarra, los enócoes, y un recipiente, la copa o phiale. No obstante, éstos no eran los únicos objetos susceptibles de recibir la libación. Todo vaso que sirviese para beber, podía utilizarse con esta finalidad. En las cerámicas griegas la escena de la libación era también característica, además de por la presencia de estos elementos, por el gesto de verter. En definitiva, la libación, la invocación, la oración, el placer, etc., constituían señales de los lazos que existían entre el mundo de los dioses y el de los hombres.

2.5. Realizar un comentario (tipo de producción, técnica y cronología) sobre los siguientes recipientes cerámicos e indagar sobre su uso en el symposium.
Imagen 1.- Crátera del sacrificio de figuras rojas.  Arqueológico de Villa Joiosa.
Imagen 2.- Enócoe del Período Geométrico.
Imagen 3.- Kylix de figuras rojas del pintor Euergidés
La decoración de figuras rojas se llevaba a cabo cubriendo la superficie roja de la cerámica con barniz y reservando la figura, sobre la que se podía aplicar pintura blanca y roja para los detalles. La Crátera era un recipiente profundo de boca ancha que servía para mezclar el vino y el agua. Los comensales se servían introduciendo la copa directamente en ella.
El Enócoe, por su parte, era una jarra que servía para servir el vino. Su boca trilobulada canalizaba el líquido. Respecto al Kylix, ésta era una copa poco profunda, de asas horizontales y alto pie, que servía para beber vino. Puede ser de gran tamaño si su uso era comunitario. Hacia la primera mitad del siglo V a. C. las importaciones de vajillas áticas a Marsella sufrieron un descenso. Sin embargo, la llegada de productos griegos pronto se recobró, alcanzando alrededor del año 400 a. C. altos porcentajes; hasta un 40 por ciento de la vajilla fina de mesa. La presencia de cerámicas griegas en los asentamientos indígenas siguió incrementándose hasta alcanzar su expansión geográfica más amplia. Por otra parte, los notables hallazgos de algunos pecios de esta época han permitido conocer cómo eran los cargamentos de los barcos que realizaban este tipo de comercio. Así, por ejemplo, el pecio de Pointe Lequin ha permitido estudiar el cargamento de un barco que se dirigía seguramente hacia Marsella, destacando en él los centenares de copas, tanto de barniz negro de tipo B2 o de figuras negras de finales del siglo VI a. C. Se trata del tipo de copas que acompañaban el vino massaliota a los diversos lugares de la Galia meridional.
En el siglo siguiente, las importaciones disminuyeron hasta llegar al 325 a. C., fecha en que se constata en muchos asentamientos de la zona un descenso espectacular de las importaciones áticas o incluso su cese definitivo. Respecto al Languedoc oriental destaca cómo, en el siglo VI a. C., la vajilla fina importada que en Grecia se usaba para consumir vino era bastante numerosa dentro de las importaciones en esta zona, contrastando con una proporción mucho menor para las ánforas vinarias y, por tanto, con la importación de la bebida extranjera. Se trató de un momento en que lo que más atraía a los indígenas de esta zona no era el vino, sino los recipientes que servían para beberlo, que podían utilizarse como recipientes para alguna bebida indígena. Según el registro arqueológico de la zona de las Garrigas la situación sufrió un cambio importante en el siglo siguiente, cuando todos los hábitats de la región que han sido objeto de excavaciones proporcionan numerosas ánforas vinarias, etruscas y, sobre todo, massaliotas, así como formas cerámicas asociadas a la vajilla del vino, como cerámicas importadas o, en algunos casos, otros conjuntos fabricados localmente siguiendo las técnicas griegas. El registro arqueológico de la región de las Garrigas parece, pues, indicarnos, que sus habitantes pasaron a disfrutar, en el siglo V a. C., de un aprovisionamiento de vajilla y de vino aproximadamente semejante al de la región costera.
La Cratera del Sacrificio recibe su nombre por la escena representada y no por el uso al que estaba destinada: la mezcla del vino con el agua. Era un elemento indispensable para el correcto discurrir del symposium, sin ella el arte de beber según las normas del ritual no podía realizarse. La crátera se representó frecuentemente en las escenas de cerámicas que aludían al banquete. En ellas, este objeto ocupaba casi siempre un lugar central entre los bebedores, hasta el punto de que ha llegado a afirmarse que la crátera constituía el elemento organizativo de las imágenes. La causa para este protagonismo era que este objeto era el punto de origen para la distribución del vino e indicaba la importancia de compartir de la manera correcta el preciado líquido. De esta forma, la crátera no era simplemente un objeto técnico, en ella convergían algunos valores fundamentales del banquete griego como la mezcla, la distribución, la libación, la reserva de parte de la bebida para los dioses, etc. Era, en definitiva, un símbolo de la convivialidad. 
Por su parte, el Kylix, la copa para beber vino, de cuerpo relativamente poco profundo y ancho, se levantaba sobre un pie y tenía dos asas dispuestas simétricamente. El círculo sobre la base interior de la copa, casi plano, se llamaba tondo y en él aparecía la decoración pintada con figuras rojas del siglo VI y V a. C. Cuando las representaciones estaban cubiertas de vino, las escenas sólo eran reveladas en etapas: cuando el vino era apurado. Fueron a menudo diseñados con el propósito de que las escenas sorprendieran al bebedor.
Bibliografía utilizada para la realización del ejercicio

– S. GONZÁLEZ REYERO: “El banquete griego en Occidente. La Galia: alcance y límites de un tipo de comensalidad”, Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló, 21 (2000). pp. 227-258.
– M. Zarzalejos Prieto, C. Guiral Pelegrín y Mª P. San Nicolás Pedraz, Historia de la cultura material del mundo clásico. Col. Unidad Didáctica, Uned. Madrid, 2010. pp. 64-88, 192-193,196.
– FATÁS, G. y BORRÁS, G. M., Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática. Col. El Libro de Bolsillo, Alianza Editorial, Madrid, 1990.

Páginas web consultadas

– La autora: http://www.cchs.csic.es/es/personal/susana.gonzalezreyero
– Para el documento: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=915678
– Para las figuras: http://iesbarriodebilbao.es/blogs/latin/2009/06/12/recipientes-ceramicos/

Otras

http://www.youtube.com/watch?v=4By_tU5nfuU
http://www.contestania.com/Vilajoyosa.html
III  
3. Leer detenidamente la “Introducción” y los epígrafes 1, 2, 4 y 5 del siguiente artículo. P. GONZÁLEZ MARCÉN, S. MONTÓN SUBÍAS y M. PICAZO GURINA: “Continuidad y cambio social en la cultura material de la vida cotidiana”. Complutum 18 (2007). pp. 175-184.
LA CASA GRIEGA

3.1. Describir brevemente cuáles son las actividades de mantenimiento en una sociedad y explicar su relación con los cambios sociales en el seno de la misma. La investigación histórica ha supuesto que las formas de actividad humana relacionadas con la vida cotidiana tiendan a ser similares y sin grandes cambios en todo tiempo y lugar. En la línea de la historia se presenta el ámbito doméstico como una constante, ajeno, por tanto, a las transformaciones sociales, económicas, ideológicas y políticas que confieren dinamismo y creatividad a los cambios en las sociedades humanas. Se revisan aquí dos casos arqueológicos del área mediterránea en los que la cotidianeidad y su expresión material en la organización del hábitat, y en la innovación y gestión del conocimiento tecnológico, han experimentado importantes transformaciones, creando nuevas formas de convivencia diaria.
3.2. Describir las características arquitectónicas de la denominada casa de tipo pastas y situar este tipo de casa en la secuencia evolutiva de la casa griega. A partir del estudio de diferentes aspectos de la cultura material de una sociedad situada en el Mediterráneo, se analiza el caso particular, en el que se observa concretamente cómo se modifican las formas de residencia y convivencia dentro de las comunidades griegas desde la época arcaica a la clásica. Dicho caso se centra en el yacimiento de Olinto (Calcídica, Grecia). El período arcaico de la historia de Grecia se considera el de la formación de la polis griega. En la transición de la época arcaica a la clásica se sitúa la emergencia de la democracia como forma política de algunas poleis griegas. Tras la larga etapa que siguió al hundimiento de los palacios de la Edad del Bronce, las comunidades griegas iniciaron una fase de grandes cambios desde finales del siglo IX a. C., marcada por un aumento de asentamientos relacionado con un crecimiento demográfico generalizado, un rápido desarrollo de los intercambios comerciales, intensificación de la producción agrícola y evolución de los sistemas políticos, muy ligada a los conflictos sociales entre grandes propietarios y el pequeño campesinado. Estos factores han sido muy analizados por la investigación académica, en cambio, se ha dado escasa importancia al estudio de la vida cotidiana en la Grecia arcaica y a los cambios que experimentó el ámbito doméstico en las comunidades griegas en la época formativa de la polis. No obstante, trabajos recientes sobre la arquitectura doméstica de algunos yacimientos griegos permiten una aproximación a esta temática: el yacimiento de Olinto, yacimiento de época clásica (432 a.C.-348 a.C.) situado en la península de la Calcídica. Gran parte del yacimiento se excavó entre 1928 y 1938 por David M. Robinson, quien publicó los restos de más de 100 casas, que todavía hoy constituyen el mejor conjunto de datos arqueológicos para el estudio de la casa y la organización urbana de la Grecia Clásica.
Planta de la casa A VII4 de Olinto en la Calcídica (432 a.C.-348 a.C.). (Fuente: Robinson, D.M. y Graham, J.W.(1938): The Hellenic house: a study of the houses found at Olynthus with a detailed account of those excavated in 1931 and 1934 Excavations at Olynthus, Part VIII, Johns Hopkins Press, Baltimore: fig. 5).
Una de las casas más extendidas en la polis griega clásica es la que se denomina de tipo pastas, por un elemento que funciona a modo de pasillo (sin techo) y que, junto con un patio, comunica todas las estancias internas. Se trata de una casa cerrada al exterior, con una única entrada, sin ventanas o con unas pequeñas y altas, para evitar que se pueda ver desde el exterior. Los dos espacios abiertos, el patio y el de pastas, conectan físicamente las diferentes partes de la casa e iluminan las habitaciones. Socialmente definen las zonas de mediación entre las diferentes actividades y grupos de la vida doméstica. Este tipo de casa emergió a lo largo del siglo VI a.C. en la cuenca egea, a partir de las viviendas de la Edad del Hierro.
3.3. Definir la estancia denominada andrón. La mayor diferencia entre las casas de la Edad del Hierro y las del período clásico parece haber sido la intención de sus constructores de crear una nueva privacidad en el entorno doméstico y de separar físicamente a los ocupantes de la casa y a sus actividades del mundo exterior. Sin duda, la habitación mejor conocida en la casa clásica es el andrón. El andrón constituye también la habitación más destacada, la mejor iluminada, la que presenta unas características más elaboradas (suelos, paredes, decoración, etc.) y el único espacio abierto al exterior. Socialmente, el andrón representa un área que proporciona una zona de ocio y comensalidad a los huéspedes del cabeza de familia a través de la celebración del simposio, al que no podían asistir las mujeres de la familia. Estas ocasiones sociales habían de mantenerse separadas del resto de las actividades domésticas, lo que implicaba un cuidadoso control de la comunicación en el contexto doméstico. Aún así, la evidencia textual y artística sugiere que, dentro de la casa y de una misma familia, las mujeres y los hombres estaban en estrecho contacto entre sí en diferentes momentos de la vida cotidiana. Es posible que algunas habitaciones se ocuparan más por hombres o por mujeres, pero las pautas de actividad probablemente debían cambiar en los diferentes momentos del día o en las diferentes estaciones del año. La separación tan solo era estricta en el espacio y el tiempo del simposio, cuando huéspedes ajenos a la familia se mantenían lejos del contacto con las mujeres de la misma.

3.4. Explicar los conceptos ideológicos que subyacen en el cambio de las estructuras domésticas. La reorganización del espacio doméstico a lo largo del siglo VI a.C. está relacionada con profundos cambios en la ideología de género dominante. La asociación simbólica entre exterior/público/masculinidad e interior/privado/ feminidad, tan fundamental en el pensamiento ateniense clásico sobre el género, aparece directamente relacionada con la emergencia de las casas de habitaciones múltiples y patio que se conoce en algunos lugares desde comienzos del siglo VII a.C. A partir de entonces, el espacio doméstico representó para la mujer, al mismo tiempo, su propio espacio y la restricción de su autonomía. Las clases ‘medias’ sostuvieron una política de individualismo agresivo y de competición donde la familia nuclear era una necesidad de la vida y la esposa tenía que formar parte del esfuerzo corporativo. Su función más importante tenía que ser proporcionar un heredero, algo crucial para la supervivencia y continuidad de la familia, pero también era esencial su función como guardianas del ámbito doméstico y organizadoras de las importantes actividades económicas que tenían lugar en las casas griegas.

Bibliografía utilizada para la realización del ejercicio

– P. GONZÁLEZ MARCÉN, S. MONTÓN SUBÍAS y M. PICAZO GURINA: “Continuidad y cambio social en la cultura material de la vida cotidiana”. Complutum 18 (2007). pp. 175-184.
– FATÁS, G. y BORRÁS, G. M., Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática. Col. El Libro de Bolsillo, Alianza Editorial, Madrid, 1990.

Páginas web consultadas

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IV 
4. Contextualizar las siguientes piezas en su ámbito cronológico y cultural y realizar un comentario razonado de su decoración. Indicar la bibliografía empleada.
En Creta, pese a la ausencia de una escultura monumental en piedra, existieron artífices altamente especializados en el trabajo de la piedra aplicado a la talla de vasos. Éstos formaban parte del ajuar de los palacios y las casas desde la época de los Primeros Palacios. Se explotaba una importante variedad de piedras, mostrando preferencia por las que resultaban más fáciles de trabajar. Sus formas más difundidas fueron las tazas, los cuencos y las lámparas. Por otra parte, la cerámica es uno de los fósiles directores para restablecer los contactos de la cultura micénica durante los siglos XIV y XIII a.C. A lo largo de este período, existe constancia del mantenimiento de contactos comerciales con Chipre —que juega un papel primordial en el desarrollo del comercio micénico—, Macedonia y las tierras ribereñas del Mar Negro, Italia, el Mediterráneo Central e, incluso, la Península Ibérica. La decoración de la cerámica continental y muchas de sus formas dependieron de Creta en sus etapas más antiguas. Después, fueron experimentando un desarrollo propio que se concreta en una progresiva estilización de los motivos minoicos. La producción del Heládico Reciente IIIC está marcada desde el punto de vista formal por el desarrollo de una forma que se ha convertido en fósil-director del período Monopalacial cretense y a la que se denomina convencionalmente «copa Efirea». De perfil robusto, esta copa de pie bajo posee dos asas y está decorada en ambos lados con un mismo motivo. A este período corresponde el estilo decorativo denominado “Segundo Estilo Pictórico”, en el cual se documenta la prosecución de la tendencia figurativa de la etapa anterior.
Fig. 1. (Izq.) - Rhyton de clorita procedente de Kato Zakro (Museo de Heraklion) Esta figura corresponde a la categoría de los vasos rituales. Remite claramente al período de los Segundos Palacios y posee gran elegancia y un cuidado trabajo en relieve. Su empleo en los actos rituales resulta difícil de reconstruir. Se piensa que las formas cónicas pudieron usarse para llenar de líquido recipientes más pequeños, en tanto que otro recipientes pudieron emplearse para rociar, aunque algunos autores proponen que estas piezas también se usarían en banquetes. Fig. 2. (Dcha.) - Vaso de los Guerreros. Descubierto por Schliemann en Micenas. Se trata de una crátera decorada en una cara con un desfile de guerreros con su implementa militar, que se dirigen hacia una mujer de luto. En la otra cara se representó otro desfile de guerreros vestidos de manera idéntica, excepto en lo que se refiere a sus cascos que están cubiertos por espigas. El tema y estilo del vaso resulta similar a los larnakes o sarcófagos, a menudo decorados con escenas de funeral o con representaciones de marcha.
Bibliografía utilizada para la realización del ejercicio

– M. Zarzalejos Prieto, C. Guiral Pelegrín y Mª P. San Nicolás Pedraz, Historia de la cultura material del mundo clásico. Col. Unidad Didáctica, Uned. Madrid, 2010. pp. 85-88.
– M. Zarzalejos Prieto, C. Guiral Pelegrín y Mª P. San Nicolás Pedraz, Historia de la cultura material del mundo clásico (Addenda). Col. Grado, Uned. Madrid, 2010. pp. 17-29, 43-49 y 79-97.
– FATÁS, G. y BORRÁS, G. M., Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática. Col. El Libro de Bolsillo, Alianza Editorial, Madrid, 1990.

Páginas web consultadas

http://www.youtube.com/watch?v=cyvNgDMZEdw
http://www.youtube.com/watch?v=4By_tU5nfuU 
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ZARZALEJOS PRIETO, M.; GUIRAL PELEGRÍN, C.; SAN NICOLÁS PEDRAZ, M. P.: Historia de la cultura material del mundo clásico. Col. Unidad Didáctica, Uned. Madrid, 2010. 516 pp. A lo largo de sus páginas se analizan las culturas clásicas mediterráneas con una perspectiva puramente arqueológica, esto es, a partir de la caracterización e interpretación de los diferentes ítems que conforman las realizaciones materiales de estas sociedades que son susceptibles de ser conocidas y analizadas mediante la aplicación del método arqueológico. El marco metodológico y conceptual de este trabajo parte del concepto de Cultura Material, entendiendo que en él se integran no sólo los elementos con valores “estéticos” o “monumentales”, sino todo el conjunto de objetos y elementos producidos por estas sociedades, así como las prácticas ideadas por éstas para producirlos, distribuirlos, usarlos, desecharlos o reutilizarlos. 
GUIRAL PELEGRIN, C.; ZARZALEJOS PRIETO, M.: Historia de la Cultura Material del Mundo Clásico (Addenda) UNED. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACION A DISTANCIA, 2010. 217 pp. Este libro se ha diseñado como herramienta complementaria de aprendizaje para la preparación de la asignatura Historia de la Cultura Material del mundo clásico. Sus contenidos pretenden ofrecer al estudiante un marco de referencia que le ayude a contextualizar algunos aspectos puntuales de la materia que compone el programa oficial de la asignatura. Este marco de referencia está integrado por diversos tipos de material didáctico. El primero de ellos adopta la forma de comentarios sobre una serie de asuntos seleccionados por el Equipo Docente. El segundo está integrado por una selección de imágenes comentadas sobre cada una de las lecciones incluidas en el temario. El tercer grupo de materiales está conformado por documentos de carácter práctico como son los test de autoevaluación. 
ROBERTSON, M. El arte griego. Alianza, Madrid, 1985. La publicación en 1975 de la monumental History of Greek Art marcó un hito en los estudios sobre el arte clásico, la síntesis de ese libro, realizada por el propio Martin Robertson con la finalidad de ampliar el círculo de sus posibles lectores, conserva la profundidad del análisis y el inteligente uso de la erudición que caracterizan a la versión original. Orientada según criterios básicamente pedagógicos, esta edición abreviada reduce el número de las obras estudiadas pero respeta la primitiva distribución de capítulos. Así, El arte griego permite seguir, en un orden básicamente cronológico, la apasionante andadura de la tradición artística griega, desde su nacimiento en los oscuros tiempos prehelénicos (los períodos geométrico y orientalizante) hasta su «barroquización» en el período helenístico, pasando por el arte arcaico maduro, el momento clásico y su evolución a lo largo del siglo IV. 
FATÁS, G. y BORRÁS, G. M., Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática. Col. El Libro de Bolsillo, Alianza Editorial, Madrid, 1990. Esta obra recoge además del vocabulario utilizado en los ámbitos de la escultura, la pintura, la arquitectura y las artes decorativas; los términos propios de una gama de ciencias auxiliares como son la numismática y la heráldica. El objetivo de esta obra es que el estudiante que accede a la Universidad adquiera los conocimientos básicos sobre la evolución del arte a lo largo de la historia, desde la Prehistoria hasta el siglo XX, a través de la terminología y los elementos propios del arte de cada período. Asimismo el estudiante aprenderá el contexto histórico, las características principales de cada periodo artístico y sus obras más representativas, en arquitectura, escultura o pintura. En algunos temas, sin embargo, se encontrarán otro tipo de manifestaciones artísticas (vidrio, cerámica, orfebrería, instalaciones, etc…) que por su importancia en ese momento no pueden ser obviadas. Con estos conocimientos, el estudiantes deberá ser capaz de desarrollar cualquiera de los temas que estudiará en las asignaturas con brevedad, orden y coherencia.
BIBLIOTECA DE LA UNED. Guía de uso de los servicios bibliotecarios para estudiantes [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2013]. Disponible en la web: http://www.uned.es/biblioteca/tutorial_uso_etico/citar.htm
GALERÍA ANTIQVARIA. Términos artísticos [en línea]. [Consulta: 13 de abril de 2013]. Disponible en web: http://www.antiqvaria.com/Comunes/Diccionario.asp?SrcCat=DIC&Tipo=0&Categoria=c
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ARQUEOLOGÍA. Historia de la Cultura Material del Mundo Clásico analiza las culturas clásicas mediterráneas con una perspectiva puramente arqueológica, a partir de la caracterización e interpretación de los diferentes items que conforman las realizaciones materiales de estas sociedades, susceptibles de ser conocidas y analizadas mediante la aplicación del método arqueológico. Su marco metodológico y conceptual parte del concepto de Cultura Material, entendiendo que en él se integran no sólo los elementos con valores “estéticos” o “monumentales”, sino todo el conjunto de objetos y elementos producidos por estas sociedades, así como las prácticas ideadas por éstas para producirlos, distribuirlos, usarlos, desecharlos o reutilizarlos. Estudia, contextualiza y secuencia la historia de las sociedades clásicas del ámbito mediterráneo desde la óptica de su cultura material.