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Fotografía tomada en 1882 por Napoleon Sarony |
El 16 de octubre de 1854 nació en Westland Row (Dublín) Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde. Esta fila de patronímicos y apellidos sonoros y singulares le fueron dados el día que se le bautizó: Oscar es un antiguo nombre que se halla en el folklore céltico. Fingal, padre de Ossian, el fabuloso monarca y bardo escocés del siglo III, simboliza la leyenda contra el invasor romano. O’Flahertie, en cambio, es el primer historiador de Irlanda, que compuso en la segunda mitad del siglo XVIII una relación exacta de los primeros acontecimientos irlandeses (la familia Wilde, en su actitud, algo teatral siempre, pretendía que ese O’Flahertie descendía de los primitivos reyes de Irlanda). El apellido Wills recuerda una antigua familia escocesa; sin embargo, los Wildes eran de origen inglés…
“Puse todo mi genio en mi vida, y sólo mi talento en mis obras”
Wilde en 1882, por Sarony
Oscar Wilde fue educado en su casa hasta los nueve años, demostrando una inteligencia notable y una particular facilidad para el francés y el alemán. Era, ya por aquel entonces, un conversador excelente; sus capacidades descriptivas excedían con mucho a lo usual, y sus exageraciones humorísticas de los sucesos eran altamente divertidas. En 1864, a la edad de diez años, ingresó en la Port Royal School de Enniskillen (Irlanda) hasta cumplir los diecisiete. Durante su estancia allí murió su hermana pequeña Isola, la cual le inspiraría ese condenado y finísimo poema titulado Requiescat (Descansa).
Pisa ligeramente, ella está cerca,
bajo la nieve;
habla suavemente, ella puede oír crecer las margaritas.
Toda su brillante cabellera dorada
está empañada por la herrumbre;
ella, que era joven y bella,
se ha convertido en polvo.
Semejante al lirio, blanca como la nieve,
apenas sabía
que era mujer,
tan dulcemente había crecido.
Las tablas del ataúd y una pesada losa
se apoyan sobre su pecho;
mi solitario corazón está afligido;
ella descansa en paz.
Silencio, silencio, ella no puede oír
la lira o el soneto;
toda mi vida está enterrada aquí,
amontonad tierra sobre ella.
El 19 de octubre de 1871, a los diecisiete años, Oscar Wilde ingresó en la Universidad de Dublín, en el Trinity College, donde estudió a los clásicos durante los siguientes tres años. Ocupó unas habitaciones que daban a Botany Bay, una de las plazas más antiguas de la ciudad, habitaciones éstas sombrías y mal cuidadas. Oscar no recibió nunca en ellas. Sus rarísimos visitantes veían siempre un paisaje inacabado sobre un caballete. La vida que llevaba allí era una vida apartada, dedicada al estudio; además de su preparación para los exámenes de Humanidades, leía ávidamente lo mejor de la literatura inglesa, en especial al admirable Algernon C. Swinburne, cuyos poemas leía constantemente. Mientras estuvo en Trinity jamás opinó sobre cuestiones sociales, religiosas o políticas; las letras absorbían por completo su actividad. Cuando Oscar llegó a Trinity, fue un alumno excelente durante el primer año; el número uno en clásicos; pero no quedó igualmente bien en los exámenes del segundo año para la beca de clásicos, obteniendo sólo el quinto puesto; lo que se consideró un verdadero triunfo, pues Oscar Wilde no estaba hecho para la lucha sostenida.
A lo largo de los cuatro años que Oscar Wilde pasó en Oxford, encontró en sus tutores, Walter Pater y John Ruskin, dos grandes figuras a las cuales admirar intensamente. Ambas personalidades influyeron en su concepción, tanto artística y literaria como estética. De ello da buena cuenta el ensayista francés André Maurois, en sus agudos Études anglaises (1927), donde lleva a cabo una certera comparación entre Ruskin y Wilde (inclinándose, quizá, con mayor simpatía levemente injusta hacia el primero) y donde los denominó del siguiente modo: a Ruskin, el «idólatra inconsciente», y a Wilde, el «idólatra empedernido».
El escritor irlandés tuvo una breve vida. Pero sus obras, qué duda cabe, se hicieron famosas y serán siempre recordadas, por su enorme importancia literaria. En 1878 Oscar Wilde ganó el premio Newdigate por su poema Ravenna. En 1881 publicaría su primera recopilación de poemas, lo que le granjeó el éxito, llevándole a dar conferencias a lo largo y ancho de Estados Unidos durante un año. En 1884, después de su periplo por Norteamérica y París, Oscar Wilde contrajo matrimonio con Constance Lloyd, con la que tuvo dos hijos, Cyril y Vyvyan. A partir de ahí comienza el periodo más fructífero y creativo de su carrera, publicando numerosas obras dentro del género de los cuentos como las compilaciones El príncipe feliz y otros cuentos (1888) y Una casa de granadas (1892). Pero la obra más recordada de Wilde es El retrato de Dorian Gray, la única novela que publicó el autor y que sería objeto de críticas voraces por su implícito erotismo entre hombres. No obstante, este libro ha llegado con buena salud a nuestros días y ha sido objeto de múltiples adaptaciones cinematográficas, que han querido explorar el mito de la juventud eterna. Tras el éxito cosechado en el género de los cuentos y de la novela, Wilde exploró el campo del teatro con El abanico de Lady Windermere. Tan bueno fue el recibimiento de ésta que siguió escribiendo obras tan reseñables en su carrera como Una mujer sin importancia, Un marido ideal o La importancia de llamarse Ernesto, que le establecieron como un digno autor de teatro.
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En 1891, Wilde conoció a Lord Alfred «Bosie» Douglas, con quien iniciaría un romance. Cuatro años después, el escritor demandó al padre de «Bosie» por difamación ya que le había acusado de homosexualidad. Sin embargo, Wilde retiró el caso, lo cual no impidió que fuera arrestado y declarado culpable de indecencia grave y condenado a prisión. Alejado de su familia, pues Constance huyó a Suiza con su hijos tras el escándalo, Oscar Wilde continuó escribiendo durante su encierro. Surgiría entonces De Profundis, una larga carta dirigida a Douglas en la que Wilde rememora su relación y se reafirma en sus actos. Tras su liberación, Oscar Wilde escribiría Balada de la cárcel de Reading, poema sobre la relación entre el amor y las convenciones sociales, entre la vida y la muerte, todo bajo la agonía de su encierro. A partir de ese momento, Oscar Wilde vagó por Europa sin volver a recuperar la creatividad que le había encumbrado pocos años antes. Solo y enfermo de meningitis, falleció en París el 30 de noviembre del año 1900.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA EN ESTE ARTÍCULO
WILDE, Oscar. Obras completas (2 vol.) Editorial Aguilar-RBA, Madrid, 2004. Traducción y Estudio preliminar de Julio Gómez de la Serna. Los dos volúmenes que conforman esta obra poseen textos que se diferencian únicamente por ser la mitad de sus obras de ficción (Tomo I) y la otra mitad de no ficción (Tomo II). Siendo el segundo no menos interesante que el primero, pues es un complemento necesario para comprender la obra completa del autor ya que recoge artículos, ensayos y conferencias que el escritor llevó a cabo. Tomo I (Novelas y Cuentos: El retrato de Dorian Gray, El crimen de Lord Arthur Savile, El retrato de Mr. W.H… / Teatro: La importancia de llamarse Ernesto, Salomé / Poemas, Poemas en prosa, Otros poemas / Ensayos I: El crítico artista…) Tomo II (Ensayos II / Fragmentos de obras, Conferencias / Artículos / Páginas de autocrítica / Otros escritos)
MARTÍNEZ CACHERO, José Mª. Grandes figuras de la literatura (L-Z). Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1998. Vastísimo resulta el panorama temporal y geográfico abarcado en sus páginas: más de veinte siglos de literatura y una considerable cantidad de países y de lenguas comparecen en ellas. Incluye en su nómina ciertos filósofos, historiadores y críticos tanto por su condición de ensayistas (en un sentido muy amplio del término) como por su aportación estilística e idiomática, eran dignos de figurar en el grupo de los escritores creadores.
ALBAIGÈS, J. M. e HIPÓLITO, M. D.: Gran diccionario múltiple de citas, Ed. Circulo de Lectores. Barcelona, 1991. ¿Qué sentido puede tener un libro de citas y frases célebres para los estudiantes de hoy? Parecen algo en baja los valores que estamos dispuestos a aceptar de nuestros antepasados: nuestra época se busca afanosamente prescindiendo de hitos. Lo que muchos espíritus considerarán deliciosa ingenuidad, pensar que cientos de generaciones no fueron capaces de descubrir lo que a ésta le ha reservado, quizá sea explicable por los espectaculares hallazgos en el campo de la ciencia y de la tecnología, que nos llevan, en ocasiones, a creer que el mundo empieza con nosotros. Este diccionario de brevedades está dirigido a los estudiantes, siempre apresurados, ávidos de aprovechar las incontables oportunidades que su privilegiada época les ofrece.