Una cita a ciegas (o cómo formar parte de una singular "performance")

Imagen | Cita a ciegas
Reconozco que formar parte activa de un espectáculo teatral supone una experiencia única y resulta especialmente interesante si el proyecto consiste en involucrar al espectador en una situación poco común, relativa a problemáticas de tipo social que guardan relación con la ciudad en la que vive. No se le puede restar el valor que tiene a una buena performance...
A partir de mañana se lleva a cabo en Madrid un singular proyecto teatral que permitirá a varias personas —ocho sesiones cada fin de semana hasta finales de enero— vivir una experiencia única a cambio de un simple pase. Las funciones se llevarán a cabo en un teatro, un museo, una plaza, un apartamento y el metro. Se sucederán cinco piezas simultáneas desarrolladas en cinco sitios específicos de la ciudad y construidas para el ingreso de un solo espectador a la vez. Las localizaciones mantienen un diálogo con las problemáticas emergentes de la ciudad intervenida. (Matías Umpierrez)
Pero lo interesante es averiguar si esta experiencia individual resulta efectiva. Si transforma el modo de ver que tiene el espectador al instarlo a adoptar otra forma diferente de mirar... ¿Cómo le afecta esta experiencia y qué le sugiere o provoca una vez la ha vivido y termina la obra? ¿Qué problemáticas permanecían ocultas a sus ojos?
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A efectos prácticos, ¿qué diferencia una representación como ésta de, por ejemplo, un corto—ya no de cine independiente— con suficiente presupuesto en el que a un debutante sin guión o apenas informado sobre el mismo, se le pide que se muestre natural? ¿Qué lo diferencia, por ejemplo, de un espectáculo con cámara oculta en el que una persona contrata a un profesional o le pide a alguien medianamente cualificado que interprete un papel específico con intención de conocer la respuesta o reacción de alguien en una situación concreta? —Y todo se realizaría, por supuesto, garantizando la seguridad del sujeto "engañado", desconocedor de tal situación—. Finalmente, ¿qué lo diferencia de un experimento [1] para evaluar el impacto social dentro de un determinado proyecto? ¿Qué sentido tiene hacerlo con fines lúdicos o quizá didácticos? ¿Trata de enseñar o inculcar algo al espectador? ¿Conocer su reacción y recaudar dinero son motivo suficiente para realizar esta performance? Interesa saber qué resulta de instar a un espectador a implicarse en una trama ficticia en la que debe intervenir, (inter)actuar como si fuese un hecho real, fingirse un actor espontáneo en una obra exprés —dura apenas media hora— de la que sabe quién la dirige, la produce, la interpreta cuando él llegue a la hora y el lugar indicados, pero ignora la totalidad del guión y cómo terminará... ¿Qué aporta esa experiencia al espectador? ¿Acaso improvisa un papel o se muestra natural y espontáneo en lo posible a sabiendas de encontrarse implicado dentro de la obra? ¿Acaso llevará moraleja el cuento? 
Salvo por el guión del actor profesional, una representación como ésta no se diferencia de una puramente espontánea en un metro, un café o una calle peatonal cualquiera en la que, por ejemplo, un activista decide abordarte y explicarte su postura para que reacciones, participes o te comprometas con su causa. Sólo quizá la constatación —por medio del pase— de que uno ha participado activamente y se ha implicado durante media hora en el asunto. Eso si no se encuentra uno con un tipo que pretenda atracarle, cuya experiencia sería también única...  
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Bien, este proyecto intenta ofrecer al espectador una experiencia única (grata o no, ejemplar seguro), pretende concienciar al espectador respecto de las problemáticas emergentes de la ciudad intervenida. ¿Cuáles son exactamente las "problemáticas" escogidas para causar algún impacto en el afortunado espectador? ¿Contará su experiencia al resto? 
Los títulos de las cinco piezas son muy sugerentes: «Amnesia» (en el Teatro María Guerrero), «Retrato» (Museo Reina Sofía), «Lejos» (Plaza de Lavapiés), «Éxodo» (en un apartamento situado en el Ayuntamiento) y «Testigo» (Metro). La experiencia se ha probado antes en ciudades como Buenos Aires, Nueva York, Graus, San Sebastián y Sao Paulo donde recientemente obtuvo el premio R7 como mejor proyecto del año. En todos los casos ha sido producido por prestigiosas Instituciones Culturales y Museos. [2]
Todo esto resulta fascinante, de verdad. Existe la posibilidad de vivir una experiencia que le permite a uno prestar atención a los detalles, participar activamente en la obra y apreciar si el actor que interpreta es o no convincente en su papel. ¿Comprenderá el espectador todo lo que está (vi)viendo al desarrollarse la obra fuera del escenario habitual? ¿Cómo hará el actor profesional para representar bien su papel junto a un espectador que no sabe cómo responderá a su interpretación? ¿En qué instante da comienzo la obra?  
¡Ah, la actitud de voyeur nunca estuvo tan poco valorada... Ni tan valorada fue nunca la del actor-espectador —que quizá estará más a sus propias acciones que a las que interprete el verdadero profesional—! Pero formará parte activa de la obra y logrará conocer la totalidad de la prueba a la que será sometido, sabiendo en todo momento que nadie atentará contra su vida o su dignidad y que todo es pura ficción. ¿Y aguantará sin encender el móvil?
[1] Grupo de control y grupo experimental en los diseños de investigación.
[2] TeatroSOLO es una performance que presenta el Centro Dramático Nacional, en colaboración con el Museo Reina Sofía, dentro de su ciclo Una mirada al mundo.