Cuentos breves para leer en el bus I y II, de Verticales de Bolsillo

Con la certeza del disfrute que la ficción produce, se han seleccionado para este libro textos de algunos de los escritores más destacados de la literatura universal. 
Esta antología de relatos reúne a veinte autores finiseculares. No se trata, sin embargo, de los cuentos que dieron fama a sus respectivos autores —salvo en el caso de Rashōmon, del japonés Akutagawa—, sino de una selección que elude los relatos clásicos o más citados de cada autor para sorprendernos con el hallazgo de cuentos menos conocidos, aunque igualmente escritos con maestría. Si bien no hay un común denominador en los relatos seleccionados, en muchos de ellos domina la crueldad, ejercida tanto contra el ser humano como contra los animales. Especialmente inquietantes son: Aceite de perro, de Ambrose Bierce; La ley de la vida, de Jack London; La mosca, de Katherine Mansfield; Pierrot, de Guy de Maupassant; y Hop-Frog, de Edgar Allan Poe. Cuentos breves para leer en el bus es un libro interesante que cumple su objetivo de entretener durante cualquier trayecto no demasiado largo, pues apenas son 190 páginas. Quitando el prólogo de Maximiliano Tomas (pp 7-10), los relatos poseen una extensión media de siete páginas cada uno; por lo tanto, nos hallamos ante cuentos muy breves. La traducción de la obra corre a cargo de Luz Freire —traductora de Traité d'athéologie, de Michel Onfray (Anagrama, 2006)—. En cuanto a la edición, está muy cuidada y no he detectado ninguna errata, de haberla sería irrelevante. Y, al final del libro, se incluye un apéndice Sobre los autores (pp. 175-186).
Pareciera que se ha descuidado bastante el sistema de defensa de nuestro país. Hemos dejado de preocuparnos por este asunto, concentrándonos en las tareas de la vida cotidiana; pero los hechos que han estado ocurriendo últimamente comienzan a inquietarnos
«Dialogar con los nómades es imposible. No conocen nuestro idioma; de hecho, dudo mucho que tengan un idioma propio. Se comunican entre ellos como lo hacen los cuervos. Nuestra forma de vida y nuestras instituciones les son incomprensibles, y ni siquiera tratan de entenderlas. Por lo mismo, no tienen la menor intención de entender nuestros gestos.»  
Franz ‎Kafka‬ (Un viejo manuscrito) 
Si tuviera que escoger sólo uno de los veinte relatos, me quedaría con Un viejo manuscrito (Ein altes Blatt, 1919), de Franz Kafka. El autor nos presenta a un zapatero remendón cuyo taller se encuentra situado en la plaza frente al palacio del emperador. La historia comienza cuando, al amanecer, el personaje abre su tienda y un gran grupo de nómades (sic) del norte se instala en la plaza del pueblo. Estos nómades no muestran signos de cultura, y pronto transforman la ciudad en "un establo". Tampoco muestran ningún respeto por la gente del pueblo y toman cuanto quieren de las tiendas sin efectuar ningún pago. El emperador, responsable de la toma de la plaza por parte de los nómades, aparece un día en una de las ventanas del palacio para volver a esconderse tras echar un breve vistazo a la plaza; contemplando cómo los nómades se hacen con el control de la ciudad, incapaz de hacer nada. El zapatero concluye: «Nos toca a nosotros, a los artesanos y comerciantes, salvar a nuestro país, pero no estamos a la altura de esa tarea, ni afirmamos nunca que podíamos llevarla a cabo. Se trata de algún malentendido, y ese malentendido será nuestra ruina.»
Dada la buena acogida que tuvo este libro (ésta es la séptima edición), Verticales de Bolsillo decidió sacar una segunda obra que repetía idéntico esquema: Cuentos breves para seguir leyendo en el bus. El resultado fue, de nuevo, favorable (va ya por la tercera edición). En la segunda antología de relatos breves nos encontramos con otra selección de sugerentes historias de no más de diez páginas cada una. Repiten la mayoría de los autores, con narraciones igualmente interesantes, cautivadoras. Sólo se apartan de la longitud media los cuentos de Mark Twain (El disco de la muerte, 14 páginas), Jack London (El diente de ballena, 13 páginas) y Edgar Allan Poe (El diablo en el campanario, 12 páginas). Aunque el récord inferior lo alcanza Franz Kafka con las dos páginas de El silencio de las sirenas (curiosamente, en la primera antología, es también Kafka quien escribe el relato más corto). Por supuesto, no destaca sólo la longitud de los cuentos en este libro, también lo hace su variedad de temas y estilos: desde la intrigante historia de Kafka, hasta la aventura con toques naturalistas de London. A continuación, resumo cinco relatos de cada de las dos antologías para aquellos curiosos lectores ávidos de buenas (y breves) narraciones. 

Rashōmon, de Ryunosuke Akutagawa 
Cuentos breves para leer en el bus (pp. 11-18) 
En el templo de Rashōmon, medio derruido por una serie de fatalidades, se cobija un sirviente que ha sido despedido por su amo tras muchos años de trabajo, al entrar en declive la antigua prosperidad de la ciudad de Kyoto. El sirviente, resguardado de la lluvia y sin saber qué hacer ni adónde ir, se debate entre seguir el camino honesto (y morirse de hambre) o dedicarse al robo y sobrevivir. ¿Qué camino tomará y cómo llegará a esa decisión? He ahí la clave de este cuento, cómo el ser humano necesita justificar sus decisiones, cómo nos dejamos influenciar por los hechos para tomar una decisión clave en nuestra vida.

La nada, de Leonid Andréiev
Cuentos breves para leer en el bus (pp. 19-28) 
A un anciano a quien aguardaba la muerte se le apareció un diablo para ofrecerle una oportunidad de escapar de aquella y vivir eternamente en el infierno. Desde siempre, el ser humano ha sentido terror ante la posibilidad de desaparecer y no saber qué más ocurrirá en su ausencia y, sobre todo, qué habrá (o no) tras la muerte. ¿Y si te ofrecieran una salida? ¿Aceptarías? Si las opciones son el infierno o la nada, la solución, a primera vista, parece fácil, pero no lo es ¿Qué decisión tomará el protagonista de este relato? El final de La nada te espera.
Pierrot, de Guy de Maupassant
Cuentos breves para leer en el bus (pp. 99-106) 
A la señora Lefèvre, que posee un pequeño jardín frente a su casa, donde cultiva hortalizas, le roban una docena de cebollas. Escandalizada y aterrorizada por la posibilidad de que regresen los ladrones, decide comprar un perro, aconsejada por uno de sus vecinos. Adquiere a Pierrot, un perro faldero que no le cuesta ni un centavo. Terrible historia de abandono y crueldad. Advertencia al lector: no apto para amantes de los animales, especialmente de los canes.
Hop-Frog, de Edgar Allan Poe
Cuentos breves para leer en el bus (pp. 118-130) 
"Nunca conocí a nadie que sintiera tanto entusiasmo por las bromas como el rey. Daba la sensación de que vivía sólo para bromear." El rey bromista tiene por bufón a un hombre enano con deformidades en sus miembros inferiores al que se conoce bajo el sobrenombre de Hop-Frog. Poe ofrece en este relato la parte más oscura del alma humana. Crueldad y venganza se dan cita en esta historia. 
La piedra de la verdad, de Robert Louis Stevenson 
Cuentos breves para leer en el bus (pp. 138-146)
Un rey, acompañado de sus dos hijos, visita a un monarca vecino cuya hija deja prendados a los hijos de aquél. El padre de la muchacha promete concede su mano a aquel que sea capaz de traer a su reino la piedra de la verdad. ¿Y qué es, cómo es la piedra de la verdad? ¿Realmente hay una única verdad, válida para todo y para todos? ¿Cuál de las piedras será la verdadera? Tal vez, la verdad de uno sea mejor que la verdad de otro. Si solemos optar por la vía fácil, la que no nos costará años de nuestra vida, y tantos sacrificios, elegiremos una; si no, escogeremos otra igual de válida, pero no tan fácil de conseguir... 
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En la oscuridad, de Antón Chéjov
Cuentos breves para seguir leyendo en el bus (pp. 35-42)   
Una noche, una mujer, que duerme junto a su marido, se desvela. Observa por la ventana de su habitación cómo un hombre entra por la ventana de la cocina, colándose en su casa. Asustada, despierta a su marido, a quien no se le ve muy preocupado. ¿Quién será el misterioso hombre que ha entrado en su casa? Este relato conserva la ingenuidad de tiempos pasados, cuando un asalto o invasión traía pareja una serie de fatalidades más allá del mero robo, lo cual causaba gran conmoción. Pero hoy día esta historia no impresiona tanto como entonces.  
El hijo de Désirée, de Kate Chopin
Cuentos breves para seguir leyendo en el bus (pp. 19-28)  
Désirée fue encontrada abandonada cuando era muy pequeña. Años después, se casa con Armand, y tienen un hijo. ¿Qué misterio esconde el pequeño? Este relato nos transporta a un momento de la historia donde la esclavitud y el racismo estaba en pleno apogeo. A veces, la naturaleza humana es muy desconcertante, imbuida en esa crueldad e intolerancia propias; no por ello, menos interesantes.

El silencio de las sirenas, de Franz Kafka
Cuentos breves para seguir leyendo en el bus (pp. 65-67) 
Este relato da una vuelta de tuerca a la historia de Ulises, quien, para protegerse de las sirenas, se tapó los oídos con cera e hizo que lo encadenaran al  mástil de su nave. Más que hablar del canto de las sirenas, habla de su silencio. Es una interpretación distinta de la que conocemos y, al igual que el relato homérico juega con los recuerdos y los hechos reales, nosotros podemos jugar con la historia, y crear nuestra propia versión de lo que en verdad ocurrió en el pasado.

Diálogo entre un vendedor de almanaques y un transeúnte, de Giacomo Leopardi
Cuentos breves para seguir leyendo en el bus (pp. 77-80) 
Este relato, tal y como dice el título, es un diálogo entre un vendedor de almanaques y un transeúnte. ¿Volverías a vivir la vida que ya viviste, con todos sus dolores y placeres? ¿Preferirías vivir otra vida? ¿Volverías atrás, no volverías? Curiosa reflexión sobre la vida humana, el azar, y no conocer el destino que nos depara. Y tú, ¿con qué te quedas? ¿Con el pasado, o con el futuro?
El disco de la muerte, de Mark Twain
Cuentos breves para seguir leyendo en el bus (pp. 166-180) 
Este relato, el último de la antología, es, junto al de La nada (perteneciente a la anterior antología) uno de los mejores del libro. Un soldado le cuenta un cuento a su hija pequeña, un cuento que resulta ser, en verdad, la propia vida del soldado. Éste se va a enfrentar a una dura situación y el relato le sirve al narrador para mostrar a los lectores la inocencia que acompaña a la infancia y la capacidad de los niños para ver el mundo de tal forma que los adultos podamos verlo reflejado, a su vez, sólo a veces, a través de sus ojos.
«En las paredes reverberó el lamento. El diablo lanzó una sonora carcajada y se marchó. Y cuanto más se alejaba, más fuertes eran las carcajadas, como si fueran truenos de una feroz tormenta.» 
Leonid ‎Andréiev‬ (La nada)
AA. VV. Maximiliano Tomás (Ed.) Cuentos breves para leer en el bus (Apollinaire, Bierce, Chéjov, Kafka, London, Mansfield, Melville, Poe, Saki, Stevenson, Twain, Wilde…) 7.ª ed. Verticales de Bolsillo, Barcelona, 2008. 190 páginas. ¿Cuánto tiempo tenemos para disfrutar de una buena historia? Inmersos en nuestra vertiginosa vida cotidiana, algunos de los más deliciosos placeres se nos van escapando casi sin darnos cuenta. Por eso, este libro nos propone aprovechar el viaje al trabajo, los pequeños momentos entre tarea y tarea, el trayecto en tren o en metro, para reencontrarnos con la emoción de un relato deslumbrante. Con la certeza del disfrute que la ficción produce, se han seleccionado para este libro textos de algunos de los escritores más destacados de la literatura universal. Edgar A. Poe, Mark Twain, Guy de Maupassant, Franz Kafka, Jack London, Robert Louis Stevenson, Ambrose Bierce, Oscar Wilde o Katherine Mansfield, entre otros, nos deleitan con algunas de sus mejores páginas. Gracias a ellos, y en el tiempo que nos lleva recorrer el trayecto de regreso a casa, podemos vivir la intriga de un crimen, la ironía de un joven desengañado por una mujer cruel o el secreto que esconde "un viejo manuscrito". Pero esta antología tiene otra particularidad: elude los relatos clásicos o más citados de cada autor para sorprendernos con el hallazgo de cuentos menos conocidos, pero igualmente escritos con maestría... 
— Rashomon, de Ryunosuke Akutagawa
— La nada, de Leonid Andréiev
— El bergantín holandés, de Guillaume Apollinaire
— Aceite de perro, de Ambrose Bierce
— Las damas, de Antón Chéjov
— El hijo de Désirée, de Kate Chopin
— El hombre de Solano, de Francis Bret Harte
— El policía y el himno, de O. Henry
— Un viejo manuscrito, de Franz Kafka
— Diálogo entre un vendedor de almanaques y un transeúnte, de G. Leopardi
— La ley de la vida, de Jack London
— La mosca, de Katherine Mansfield
— Pierrot, de Guy de Maupassant
— El vendedor de pararrayos, de Herman Melville
— Hop-Frog, de Edgar Allan Poe
— Sredni Vashtar, de Saki
— La piedra de la verdad, de Robert Louis Stevenson
— El cuento californiano, de Mark Twain
— La tortura de la esperanza, de AugusteVilliers de L’Isle Adam
— El ruiseñor y la rosa, de Oscar Wilde  
AA. VV. Maximiliano Tomás (Ed.) Cuentos breves para seguir leyendo en el bus (Afanasiev, Andreïev, Darío, Maupassant, Sienkiewicz...) 3.ª ed. Verticales de Bolsillo, Barcelona, 2009. 186 páginas. "Para contribuir a la popularización del cuento, quizá sería bueno insistir en su idoneidad para los viajes más o menos cortos, pero habría que recordarle al lector que también resulta muy estimulante leerlos en cualquier otra parte..." Sergi Pàmies. Para los amantes de las historias breves, para los que leen en todos lados y en cualquier momento, para los que aprovechan cada viaje en bus, metro o tren, para los que sólo tienen unos minutos al día para leer, para los "lectores en tránsito": para todos ellos, esta segunda entrega de cuentos breves. Siguiendo los mismos criterios de concisión y calidad, Maximiliano Tomás ha seleccionado para este nuevo tomo veinte fascinantes relatos de veinte de los mejores escritores de todos los tiempos. De cada uno de ellos, se ha elegido además alguno de sus cuentos menos conocidos pero no por ello menos brillantes. Afanasiev, Andreïev, Darío, Maupassant y Sienkiewicz son algunos de los grandes nombres que nos invitan a detener el vertiginoso ritmo cotidiano para sumergirnos -al menos durante unos minutos- en el mundo imprevisible y fuera del tiempo de la ficción. Con nuevas traducciones realizadas especialmente para esta edición, Cuentos breves para seguir leyendo en el bus ofrece una irresistible cita con la gran literatura universal... 
— La ciencia mágica, de Alexander Afanasiev
— El Gigante, de Leonid Andréiev
— Recuerdo de un naufrago, de Ambrose Bierce
— En la oscuridad, de Antón Chéjov
— Arrepentimiento, de Kate Chopin
— Con la cara hacia arriba, de Stephen Crane
— Huitzilopoxtli, de Ruben Darío
— El silencio de las Sirenas, de Franz Kafka
— La compuerta numero doce, de Baldomero Lillo
— El diente de ballena, de Jack London
— Misa de gallo, de Joaquim Maria Machado de Asis
— El viejo Underwood, de Katherine Mansfield
— El Ladrón, de Guy de Maupassant
— Una tragedia en Harlem, de O. Henry
— El Diablo en el campanario, de Edgard Allan Poe
— La reticencia de lady Anne, de Saki
— La peste, de Marcel Schwob
— Sachem, de Henryk Sienkiewicz
— ¿La dama o el tigre?, de Frank R. Stockton
— El disco de la muerte, de Mark Twain